CIENCIA
Científicos de la organización internacional elevaron recomendaciones a Presidencia para proteger Isla de Lobos y el talud continental
"Fue un viaje a lo desconocido”, dijo Alex Muñoz, director para Latinoamérica de Pristine Seas National Geographic Society. Y la aventura dio frutos. Las dos expediciones realizadas por científicos extranjeros y locales en el talud continental y en la Isla de Lobos en marzo y diciembre de 2021, respectivamente, reveló “un mar lleno de riqueza y de vida” del que se tomaron imágenes inéditas. Pero también se constataron algunas “amenazas” sobre los ecosistemas. Por tal motivo, Muñoz le hizo directamente algunas recomendaciones al presidente de la República y a autoridades del Ministerio de Ambiente. La principal es que las dos zonas sean declaradas áreas marinas protegidas para frenar “el deterioro producto de las actividades humanas”.
Dos misiones.
Nunca se habían realizado estudios a través del buceo y de cámaras de profundidad en aguas uruguayas. “Ambas misiones fueron una exploración pura”, contó Muñoz a El País. Y lo que encontró lo maravilló tanto que no puede creer que “Uruguay viva de espaldas al mar”.
La Isla de Lobos es más conocida que el talud continental: está ubicada a unos ocho kilómetros al sudeste de Punta del Este y es la colonia de lobos marinos más grande de Sudamérica. El talud continental, por su parte, está a 100 millas de la costa (aproximadamente unos 185 kilómetros). Tiene una extensión con grandes pendientes (hasta 50° en algunos lugares) desde la plataforma (-200 metros de profundidad) hasta la llanura abismal (-4.000 metros) que se caracteriza por formaciones topográficas como cañones, elevaciones y cráteres submarinos.
El informe de Pristine Seas al que accedió El País señala a las dos áreas como de relevancia ecológica para procesos de cría, reproducción y alimentación de varias especies, con un gran potencial comercial y turístico. “Hoy no existe una contradicción entre la protección del mar y la actividad económica. Está comprobado que las áreas marinas protegidas aumentan la abundancia de peces y el sector turístico es dotado de productos locales de primer nivel”, explicó Muñoz. No obstante, es obligación hacerlo según rigurosos protocolos que apuestan a la conservación de la biodiversidad.
“Uruguay es de los países que menos ha protegido su mar. Hoy el gobierno tiene la oportunidad de cambiar esa historia”, afirmó el director de Pristine Seas. E insistió: “Uruguay tiene una deuda pendiente con la protección marina”.
Uruguay está rezagado en comparación con la región.
“Uruguay es de los países que menos ha protegido su mar”, afirmó Alex Muñoz, director para Latinoamérica de Pristine Seas National Geographic Society. Solo se ha protegido el 1% del mar territorial por lo que incumplió uno de los objetivos de la Estrategia Nacional para la Conservación y Uso Sostenible de la Diversidad Biológica 2016-2020 que planteaba como meta nacional la conservación del 2% de la superficie marina para 2020. Uruguay, además, está muy por detrás de la región. Por ejemplo, Chile ha protegido el 42% de su mar; Colombia, el 30%; Argentina, el 9%.
“Actualmente se está discutiendo la posibilidad de proteger al menos el 30% del mar para 2030 en todo el mundo, lo que ya cuenta con el apoyo de más de 100 países”, contó Muñoz a El País. En promedio, el mundo ha protegido el 7% de la superficie marina.
Fotos y videos.
En la exploración del talud continental se utilizaron por primera vez en el país las cámaras de profundidad o “drop cams” de alta definición. Se vieron “arrecifes de coral, atunes, merluzas y otras especies muy interesantes para la conservación”, dijo Muñoz. Los corales se encuentran a más de 200 metros de profundidad. Otro dato de ellos: Desmophyllum pertusum es una especie considerada como vulnerable y de crecimiento lento, entre 1,3 metros y 6 metros cada 1.000 años.
Estas cámaras se cebaron con un kilo de pescado azul y se instalaron durante tres a cinco horas. Una vez pasado el tiempo, la cámara se liberó del sistema de anclaje y retornó a la superficie. En total, se grabó una hora y 45 minutos y las profundidades oscilaron entre 165 y 1.326 metros.
Los animales observados incluían granaderos, cangrejo rojo, rayas, calamares, brótola de altura, rouget y un atún, probablemente atún aleta azul del sur, una especie en peligro crítico de extinción.
También se usaron cámaras pelágicas que dieron buenas noticias. “Obtuvimos imágenes inéditas de tiburones, peces luna, lobos marinos y otras especies”, agregó.
Estas se dejan a la deriva y son rescatadas horas después al seguir una señal de radio.
En concreto, se observaron ejemplares de tiburones azul o tintoreras y marrajos; dos especies de peces luna; peces juveniles y de forraje; y registros individuales de una tortuga boba o cabezona, una raya, un tiburón martillo y un atún de aleta amarilla. Estas especies de tiburones están clasificadas como amenazadas o en peligro crítico.
Muñoz comentó: “El talud es una zona tremendamente rica en poblaciones de tiburones lo cual es una muy buena señal de que el ecosistema todavía está saludable. Encontrar tiburones en el océano es como encontrar leones en la tierra; significa que hay alimento para soportar la vida”.
En Isla de Lobos se colocaron cámaras estacionarias submarinas (para un total de 300 minutos de grabación) para el muestreo de la fauna sin la presencia de buzos, entre otros dispositivos. Así se registró todo lo que vive en ella más allá de sus habitantes estrellas: mejillones, algas, varios invertebrados (como caracoles y anémonas), cangrejos (en particular, el ermitaño) y peces como sargo, cocherito, blenio y chucho.
Las advertencias.
No todas son buenas noticias en los informes de Pristine Seas National Geographic Society. “Hay dos grandes amenazas en el mar uruguayo”, dijo Muñoz. Una de ellas es la pesca excesiva y la otra es el cambio climático.
El experto sostiene que transformar a la Isla de Lobos y el Bajo de Mejillones y el talud continental en sendas áreas marinas protegidas permitirá aumentar la productividad pesquera sin riesgos al tiempo que se ayudará a mitigar los impactos del cambio climático.
“Hay múltiples ejemplos en Sudamérica y en África donde la abundancia exagerada de turistas ha terminado por espantar a las especies y eso termina matando el negocio turístico. Nuestra recomendación es que sean tomados como lugares silvestres de primer nivel y que reciban visitantes con los máximos estándares de cuidados”, señaló Muñoz. Por ejemplo, en la Isla de Lobos se debe determinar un límite de embarcaciones y prohibir la bajada de personas. “Es realmente un privilegio observar esa cantidad de lobos marinos. Pero hay que asegurar que no se vean afectados”, advirtió.