Neurocientífico Tomás Ortiz Alonso: "Nuestro cerebro no está preparado para el aislamiento"

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ENTREVISTA

El funcionamiento del cerebro en la mayoría de las interacciones sociales, emocionales y cognitivas sigue siendo un misterio; el experto relata lo que hasta ahora se ha aprendido

El neurocientífico Tomás Ortiz Alonso ha dedicado buena parte de su vida a desentrañar los misterios del cerebro. Y aunque él y otros científicos han encontrado respuestas para muchas funciones cerebrales, todavía no se tienen certezas sobre cómo funciona en “la mayoría de nuestras interacciones sociales, emocionales y cognitivas”.

Nacido en Guadalajara hace 67 años y catedrático del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, es un experto de prestigio internacional que desarrolla programas neuroeducativos en niños y dirige, además, la colección Neurociencia & Psicología que publicará El País a partir del 5 de octubre. Tal como en los libros, Ortiz Alonso explica de forma clara porqué el cerebro es tan fascinante.

—¿Qué fue lo más importante que aprendimos del cerebro y qué es todavía lo que nos falta por descubrir?
—El cerebro se desarrolla a través de los estímulos del entorno, siendo capaz de formar más sinapsis y nuevas neuronas mediante el aprendizaje. Comprendimos porqué las emociones se anticipan al proceso racional, lo modifican e intervienen en la toma de decisión. Sin embargo, no tenemos tan claro cómo funcionan las emociones en nuestro cerebro y cómo llevar a cabo un programa de estimulación eficiente en la modificación de las mismas a pesar de conocer bien las implicaciones neurobiológicas como la activación de las áreas cerebrales límbicas y la liberación de la dopamina, el neurotransmisor más importante para generar una emoción. Pero lo que no tenemos todavía claro es cómo se desarrolla la conciencia en nuestro cerebro, aunque recientes investigaciones justifican una estructura cerebral, llamada claustrum, capaz de unir toda la información del cerebro, como responsable de la misma. Lo que queda claro es que todavía no sabemos cómo funciona el cerebro en la mayoría de nuestras interacciones sociales, emocionales y cognitivas.

Neurociencia & Psicología.

Neurociencia & Psicología es la nueva colección que estará a la venta con El País a partir del lunes 5 de octubre. Dirigida por Tomás Ortiz Alonso, la serie explica de forma clara y amena los experimentos y casos clínicos más relevantes. “Somos nuestra memoria”, “Creando el mundo”, “¿Qué es la inteligencia?”, “¿Tiene sexo el cerebro” son algunos de los títulos que componen esta colección. El precio de lanzamiento es de $ 120.

—¿Cuál es la importancia de mantener ejercitado al cerebro?
—El cerebro es como el músculo: necesita de ejercitación diaria para mantenerse bien. Una buena forma de hacerlo es comenzar por ejercicios sencillos que sean capaces de estimular los sentidos y la motricidad con el fin de mejorar la capacidad del cuerpo para analizar y procesar información. Este entrenamiento diario va a generar lo que llamamos neuroplasticidad, que es la capacidad que poseen las células nerviosas de reorganizar sus conexiones sinápticas y modificar los mecanismos bioquímicos y fisiológicos como consecuencia de la experiencia, aprendizaje y estimulación sensorial y cognitiva. Un estudio reciente demostró que una actividad física de 30 minutos, caminando tres días a la semana, mejora la inteligencia y el rendimiento académico en inglés, lengua, matemáticas y ciencias.

—¿Hay diferencias entre niños y adultos?
—No cabe la menor duda de que en la infancia es donde mejores resultados obtiene el cerebro en base a la estimulación ambiental. Las personas adultas requieren mucho más entrenamiento y estimulación para llegar a resultados parecidos, nunca mejorables, a los que obtienen los niños. En la etapa infantil hay tiempos críticos donde el aprendizaje es muy rápido, tanto que hay un dicho común que dice que los niños son como esponjas. Hay períodos en la infancia en los que cualquier estímulo genera plasticidad neuronal estable. En estas etapas de la vida se dan grandes concentraciones de neuronas capaces de almacenar, interpretar y emitir respuestas eficientes ante cualquier estímulo, teniendo la capacidad de reajustar sus conexiones sinápticas y generar nuevos aprendizajes. En la infancia este proceso es muy grande y con una gran capacidad adaptativa; por eso en los países que tienen un buen sistema de educación temprana y bien diferenciada y entrenamiento cerebral, los promedios de cociente intelectual son mayores que donde existe un sistema de educación indiferenciada y pobre.

—¿Qué factores inciden en contra de la plasticidad cerebral?
—Muchas conductas y hábitos de la vida moderna son contrarios a los procesos de plasticidad neuronal. La falta de estimulación global de nuestro cerebro conlleva que las redes neuronales se desconecten; es más, se debilitan, la persona no gana capacidades, sino que las pierde día tras día, sintiéndose a sí mismo cada vez más torpe, incapaz y menos eficiente. Los factores de la vida moderna que más afectan son: poca actividad física, mala o pobre educación, mala nutrición, mal estado de salud, pocas horas de sueño, ver la televisión muchas horas y falta de contacto con la naturaleza y aumento de tiempo en sitios cerrados.

—¿Sin dormir no hay aprendizaje?
—El sueñoes de suma importancia para el desarrollo de la actividad mental y corporal. La falta de sueño perjudica la memoria, la atención, el razonamiento lógico, las habilidades motoras o el humor, todos ellos factores críticos en los procesos educativos de enseñanza y aprendizaje. La falta de sueño hace que un niño no esté atento; pero en el adulto afecta su concentración y, por ende, su eficacia y rendimiento. El sueño es el ocio que necesita el cerebro para poder trabajar después a todo ritmo y recuperar la información que adquirió durante el día. Niños con muy buen sueño tienen un buen desarrollo madurativo.

—¿Cómo ha impacto la pandemia, el confinamiento y el temor al contagio del punto de vista de la neurociencia?
—Nuestro cerebro no está preparado para vivir en entornos de aislamiento. El confinamiento tiene un impacto psicológico, incluyendo el aumento de sentimientos de ansiedad y depresión, irritabilidad, frustración, miedo, insomnio, ideas negativas e irracionales y preocupaciones, además de la alteración de la percepción del tiempo. El estado de confinamiento tiene el mismo efecto en nuestro cerebro que estar privado de comida. Uno de los efectos mas negativos es la disminución de la motivación para estar en contacto con los demás y eso contribuye a disminuir la interacción social con el consiguiente trastorno en las relaciones interpersonales de las personas confinadas. Genera un aumento de tiempo dedicado a los sistemas telemáticos y de internet que generan estímulos muy rápidos y con poco tiempo para procesar y elaborar información. Esto disminuye la capacidad de aprendizaje y de interacción psicosocial; la falta de contacto visual e interacción con el profesor en niños conlleva una falta de motivación hacia el aprendizaje.

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