CIUDAD
Hoy están limpias pero no tienen muchos más cuidados; pronto serán el hogar de flora y fauna nativa para embellecer el paseo
Las islas del lago del Parque Rodó recibirán un nombre por primera vez en más de 100 años. Pasarán a llamarse Yu al norte, Sam del Talar, Detí del Ceibal y Betum al Sur, nombres que se refieren a los números del uno al cuatro en charrúa y están acompañados de una característica de su nueva identidad.
En ellas ya comenzaron los trabajos de extracción de plantas exóticas y pronto crecerán hasta 95 especies de flora nativaque atraerán a la fauna silvestre de la ciudad –chingolos, zorzales, benteveos, horneros, picaflores, mariposas, abejas, abejorros, avispas, saltamontes, guitarreros, etc.– para conformar “jardines solidarios” en este paseo emblemático de Montevideo.
El proyecto Jardines Solidarios en las islas del Parque Rodó, lanzado ayer, busca cuidar, embellecer las islas (construidas a partir de 1903) y generar un entorno de biodiversidad. Hoy solo reciben mantenimiento de limpieza por parte de Mundo Pedal, empresa que maneja las lanchitas y el parador, pero su aspecto general es de descuido.
Ahora se busca su renovación y este objetivo estuvo a cargo de Taller en Verde, un grupo de estudio del paisaje y de intervención en el espacio público (www.tallerenverde.com) que ha estado trabajando desde abrir de 2021.
“Entendemos el parque como un recurso didáctico para la educación ambiental. La primera estrategia es darle a las islas algo que puedas reconocer”, dijo a El País la arquitecta Lucía Ifrán, directora de Taller en Verde.
Cuatro islas.
Yu al norte es la isla más cercana a la calle Gonzalo Ramírez. Por su ubicación es la que recibe un asoleamiento directo. Allí florece un hibisco de flores amarillas. Con estos dos datos, esta isla será el nuevo hogar de plantas que potencien ese color. “Es el color típico de nuestro campo”, comentó Ifrán. Las especies seleccionadas son rama negra, abutilon, margarita, margarita de campo, margarita oriental y sisirrincho; entre otras.
Ifrán sabe que muchos de estos nombres quizás no dicen mucho, dado que la flora nativa es muy poco conocida por la población, en particular, la de la ciudad. “Los uruguayos no conocemos de verdad nuestro patrimonio natural; por eso nos gusta que el parque sea una oportunidad para dar a conocer nuestra flora. Cuando uno conoce algo lo quiere tener y lo quiere cuidar”, comentó a El País.
En Sam del Talar, la isla que está más cerca del Pabellón de la Música, será plantado uno de los “árboles insignia” del país que, a pesar de que hoy no esté presente en el parque, conformaba el paisaje original. Su fruto naranja-rojo atrae a aves y, fundamentalmente, a mariposas. Hay cinco especies que hacen su hogar específicamente en los talas. Aquí también se plantarán árboles frutales como arazá, guayabo del país, pitanga, guabiyú, entre otros. Y para atraer a más mariposas se armará un jardín para ellas con teyú caa, yerba lucera, verbena, chirca rosa y otras especies.
En Detí del Ceibal se sacarán las palmeras fénix (especie exótica) que hoy tienen riego de caída y se las reemplazará por ceibos. El objetivo es transformar la isla en una pradera aromática: además de los ejemplares de la flor nacional, habrá carqueja, marcela, yerba lucera, vira vira, petunia y otras especies. “Lo que no se sabe del ceibo es que es una gran colonia”, enseñó Ifrán. Y explicó: “La corteza rugosa y los tipos de azúcar que exuda atraen a muchos insectos. También hay plantas que crecen sobre él. Un ceibo no es solo un árbol”.
Especies como Phoenix canariensis (fénix) o Taxodium distichum (ciprés calvo), han tenido un desarrollo excesivo en las islas por falta de mantenimiento y ponen especialmente en riesgo los bordes así como la seguridad del público.
La última isla es Betum al Sur y hoy es la que tiene un aspecto más tupido. Esa imagen será reforzada para convertirla en un paisaje de selva subtropical que, a juicio de la arquitecta, “es como son nuestros montes aunque no lo parezcan”. Aquí se colocarán plantas trepadoras con flores llamativas. En concreto, el “monte selva” estará conformado por coronilla, ubajai, chal chal, higuerón, sacha huasca y uña de gato, entre otras.
La única infraestructura que se conserva del parque original es un palomar muy deteriorado y una escultura en Yu al Norte. No queda ningún rastro de los puentes que existían cuando se inauguró el Parque Rodó (llamado en ese entonces Parque Urbano), el que fue el primer parque proyectado dentro de los límites oficiales de Montevideo y que consta con más de 42 hectáreas de verde.
La prohibición actual de no bajar en las islas continuará en vigencia pero, la medida que hoy busca proteger al visitante, se mantendrá para proteger la biodiversidad. Lo que se potenciará es la observación y el disfrute desde la orilla (o desde las lanchitas).
El proyecto, financiado en parte por el Municipio B, tendrá nuevas plataformas de madera y lo que se conoce como “puentes de perfume”.
Llamado a voluntarios.
Si bien ya se ha comenzado a eliminar las malezas invasoras, esa tarea no ha terminado. Taller en Verde y Mundo Pedal convocan a todo interesado que quiera participar como voluntario. También se puede colaborar con donaciones de plantas nativas y en el futuro cultivo de plantines.