PATRIMONIO
Restauradores trabajan en la fachada y en el interior Basílica de Paysandú ; se necesita un millón de dólares para recuperar los murales de Antonio Buscaglia
Abajo la destrucción era casi total. Pero arriba, en lo alto de la torre de la iglesia (aún en construcción), seguía flameando la bandera. Atrás quedó la Defensa de Paysandú (1864-1865) pero el pabellón nunca se quitó del lugar. “Se había defendido con la vida a esa insignia patria”, recordó la restauradoraCecilia Camacho. Y todavía está ahí, en el tope de la linterna de la bóveda de la cúpula central de la hoy Basílica Nuestra Señora del Rosario y de San Benito de Palermo.
La linterna, que es una torrecita de vidrio, tiene la función de iluminar la bandera nacional durante la noche. Esta estructura fue recientemente recuperada por los técnicos del estudio Collet Lacoste, quienes iniciaron nuevas tareas para que este Monumento Histórico Nacional siga siendo lo que Francisco Collet llamó “un tesoro”.
Ahora el mástil está firme y por los vidrios de la torre ya no se filtra más agua, la que caía directamente al presbiterio.
Otra intervención urgente fue quitar la tinta china que manchó la estatua de San Pablo –un acto que Collet y el padre Ruben Avellaneda catalogaron como vandálico y que provocó una denuncia policial–. Pero la limpieza no fue fácil. Como ese producto no puede ser disuelto y se impregna en la pared, se tuvo que retirar la capa superficial del revoque para colocar uno nuevo. Y esto tampoco fue sencillo (nunca lo es cuando se trabaja en edificios históricos). Los técnicos tuvieron que crear un revoque del mismo color y textura que el original. Para esto se realizaron diferentes formulaciones a partir de arenas locales. “Es un detalle muy artesanal”, describió Collet. Con el preparado se aprovechó a limpiar el nicho cercano, el que contiene la estatua de San Pedro.
Aunque ya no hay rastros de la tinta, el arquitecto cuestionó a los autores: “Fue un pequeño atentado; no era un grafiti. Fue un atentado contra un bien de valor patrimonial”.
Órgano alemán de 1.800 tubos de sonido.
Un objeto histórico y único ubicado en el interior de la Basílica de Paysandú es su órgano. Fabricado por la Casa Walker de Alemania, fue adquirido en 1906 y cuenta con 1.800 tubos de sonido. Es uno de los 20 de su tipo que todavía funcionan en el mundo. El instrumento pesa tres toneladas y ocupa una superficie de 24 metros. El tubo mas pequeño mide dos centímetros y el tubo mas largo, que es de madera, mide 5,30. También es Monumento Histórico del edificio. El párroco Ruben Avellaneda dijo a El País que se ofrecen conciertos gratuitos y pronto comenzará un curso para nueve alumnos que impartirá un organista argentino.
Las joyas de la iglesia.
“Los proyectos de restauración y de mantenimiento de una basílica como esta duran toda la vida. Nosotros somos un escalón más entre los que vendrán”, comentó Collet.
Los próximos ya se conocen: el recambio de las luminarias (se hará en estos días), la reparación de las pinturas interiores y de la fachada y, mediante nuevas colectas, la restauración del frente de la casa parroquial, las campanas y las dos torres.
Una de las piezas de más valor histórico y artístico de la iglesia sanducera son los murales realizados por el italiano Antonio Buscaglia. Estos han sufrido daños por humedad (la filtración ha sido detenida gracias a trabajos de impermeabilización y cubierta con chapa de los techos) por lo que se apuesta a recuperarlos el año que viene.
Es una campaña que demandará una inversión que ronda el millón de dólares. Según relató el párroco, el fondo actual –que se alimenta de donaciones– cubre aproximadamente el 40%. El costo no solo incluye los materiales y los trabajadores sino también la hotelería. Ya hay un acuerdo previo para que lleguen estudiantes y expertos de la Universidad Politécnica de Valencia.
Buscaglia, quien vivía en Buenos Aires, fue contratado en 1898 y finalizó su obra en 1903. Hace unos años se practicaron análisis a las pinturas y se determinó que el artista utilizó la técnica del temple a la yema de huevo (lo más frecuente era temple a clara de huevo o a la caseína), por lo que la restauración es compleja.
Cecilia Camacho, quien está trabajando actualmente en la basílica, explicó: “La yema de huevo le dio unos tonos dorados muy particulares y una luz muy especial”.
Las campanas son otra joya. La más antigua fue donada por el general Fructuoso Rivera en 1827 y tiene una inscripción que dice “Sante Nicolae, Pro Nobis Año 1689”. Repiqueteó el día de la Jura de la Constitución y luego del triunfo de la Revolución del Quebracho (también es Monumento Histórico Nacional). A principios del siglo XX se sumaron otras que dan diferentes tonos. La más grande, la de Mi Bemol Mayor, pesa 1.010 kilos y su nombre es Sagrado Corazón.
“Hay mucha historia en la parroquia. Todo está encerrado en una manzana”, recordó Camacho quien agregó que en los archivos del templo están las actas de bautismo de Micaela Guyunusa y Laureano Tacuabé –dos de los charrúas llevados a Francia– y de la china María, una de las defensoras más célebres de Paysandú. Y entre los objetos artísticos destacó el retablo mayor en madera dorada a la hoja hecho por los hermanos Pibernat en Buenos Aires (el que se ve no es el original sino una reproducción hecha por los mismos artistas luego de un incendio) y el reloj de 1880 de la torre sur (que sigue dando la hora).
“El sanducero sabe que la basílica tiene un valor muy grande. Esta iglesia fue testigo de la devastación de la ciudad y por eso siempre tiene enarbolada la bandera nacional. Y quien viene a Paysandú la ve tan majestuosa y solemne que se lleva su foto de perfil en la escalinata”, relató el padre Avellaneda, quien hoy oficia como el primer custodio de la historia local.
Una de las cinco basílicas del país.
La designación papal de basílica lo recibe aquel templo que ostente importancia y circunstancias históricas. Se identifica por estos símbolos: el canópeo, el tintinábulo y la bula papal. El canópeo es una especie de sombrilla; el tintinábulo es un estandarte con la imagen del santo titular y una campanilla en la parte superior. La bula es un documento que se identifica con el sello papal.