MEDIOAMBIENTE
La muestra Out To Sea? El proyecto de la basura de plástico visita por primera vez Montevideo
Un segundo. Ocho toneladas de botellas, envases de yogur y bolsas. Dos segundos. Ocho toneladas de césped artificial, juguetes y baldes. Tres segundos. Ocho toneladas de discos, cepillos de dientes y bandejas de espuma plast. El reloj corre y la basura aumenta al mismo ritmo: cada un segundo se producen ocho toneladas de plástico en todo el mundo. Pero, ¿qué le sucede a un producto después del final de su ciclo de vida?
Diez tic-tacs después, 80 toneladas de esos materiales encuentran inevitablemente su camino hacia los océanos. Si todavía no lo pudo dimensionar, entre el 9 de septiembre y el 18 de octubre podrá ver esa masa en el hall de la sede central del Banco República (Ciudad Vieja).
“Es bastante impresionante y aterrador”, dijo Myrta Holinger, curadora de la muestra Out To Sea? El proyecto de la basura de plástico, del Museum für Gestaltung Zürich, que visita por primera vez Montevideo.
La exposición consta de varias partes: la más evidente es la instalación de restos de plásticos extraídos de los océanos, en particular del Pacífico. “Es el símbolo de la catástrofe ecológica”, afirmó Holinger.
En esa zona del planeta flota lo que se conoce como el Gran Parche de Basura del Pacífico, una superficie de hasta 1,6 millones de kilómetros cuadrados –más grande que Francia– de desechos apelmazados y que la curadora ilustró como “una sopa de plástico”.
Y esta amenaza también afecta a los estados sin costa. Las estimaciones sugieren que el 80% de los desechos llega al mar a través de los ríos.
La mayoría de los residuos se hunden en el fondo marino. Ya que el plástico común no es biodegradable, los trozos se vuelven más pequeños con el tiempo y acaban formando parte del sedimento.
Los que continúan su viaje alrededor del planeta bien pueden entrar en la cadena alimentaria y, de esta forma, volver a nuestros platos. El proyecto Out To Sea? enseña a los visitantes que ya no hay un solo kilómetro cuadrado de mar que esté libre de partículas de plástico.
Las corrientes en el Pacífico Norte fluyen de tal forma que, tarde o temprano, cada objeto flotante que entre en el mar desde las costas de Japón, China, Rusia, Corea, Estados Unidos y Canadá acabará cerca de las costas de Hawái.
En la página Plastic Adrift se puede visualizar el viaje: en un mapa interactivo se puede lanzar un pato de goma en cualquier punto del planeta y observar cómo se moverá en las corrientes durante los próximos 10 años. Si se lo coloca en la costa de Uruguay, llegará a Sudáfrica en ese tiempo.
“A partir de las piezas mostradas, los visitantes pueden rastrear los orígenes, el ciclo de vida, el sentido y la falta de sentido de los productos plásticos. Ilustra los antecedentes del problema y sus consecuencias fatales para los mares, los animales y los seres humanos”, señaló Holinger a El País.
El plástico se ha convertido en parte del hábitat de muchas especies. Por ejemplo, aves usan cintas de plástico para construir sus nidos y los cangrejos ermitaños emplean pedazos de botellas como caparazones. Los mejillones y los corales se instalan en los objetos que se han hundido en el fondo del mar. Pero muchos otros animales confunden los pedazos de plástico con comida. Aves ingieren tapas de botellas o encendedores. Se ha encontrado bolsas en los estómagos de tortugas muertas.
“Podemos cuestionar nuestro comportamiento y nuestra ‘cultura del descarte’. Esencialmente, casi todos los plásticos son reutilizables. Por ejemplo, ¿tiene sentido usar productos muy duraderos como una botella de plástico con un tiempo de degradación en el mar de 450 años solo durante varios minutos?”, cuestionó Holinger.
La misma tasa de descomposición se estima para un pañal descartable; pero, por ejemplo, para el sedal es todavía mayor: 600 años.
Muchos al ver la pila de desechos extraídos del mar y arrojados en el hall del Banco República pensarán qué es lo que se puede hacer para detener la contaminación plástica. Para la curadora hay que tener en mente estas palabras: rechazar, reducir, reutilizar y reciclar el material. “Usar menos plástico en primer lugar y desecharlo adecuadamente para que pueda reciclarse son acciones clave para mantener el océano libre de basura. Son ideas para el cambio”, afirmó.
Se estima que para el año que viene la producción de plástico habrá aumentado un 900% en relación a 1980. Y para 2050 habrá más residuos que peces en el planeta, según el estudio La nueva economía de los plásticos, presentado por el Foro Económico Mundial. El cambio es urgente.