Olas y corrientes: lo que no hay que subestimar a la hora de bañarse en la playa

Oceanógrafa y guardavidas explica los peligros que implican distintos tipos de oleaje y de corrientes

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Día en la playa.
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Por María de los Ángeles Orfila
Esa mañana de un día de enero María Pedragosa, oceanógrafa, investigadora de la Facultad de Ciencias y guardavidascon 20 años de experiencia, se plantó frente a la playa y examinó todas las variables posibles. Luego tomó la bandera amarilla y la colocó sobre la caseta. “Hoy tengo ola de voluta y viento de tierra”, explicó a El País.

La combinación no es de las que asegura un mar tranquilo. El mensaje fue claro: no hay que subestimar ni a la ola de voluta ni al viento de tierra ni a otros fenómenos que suceden en el mar. ¿Pero qué son? ¿Cuáles son los más peligrosos para los bañistas?

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Día de playa.
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Picado o chato.

Pedragosa tiene disponibles banderas de colores verde, amarillo y rojo. “A mí me resulta poco”, confesó. Esto se debe a que evalúa varios aspectos -tipo de oleaje, forma y energía de la ola, corrientes y vientos- que generan varios niveles de riesgo.

Lo primero que hay que identificar es el tipo de oleaje: mar de viento o mar de fondo. El primero es aquel que se genera por el viento en un lugar específico y en un momento determinado; el otro es aquel que se genera por vientos cuyo origen puede estar a miles de kilómetros de distancia.

Son fácilmente reconocibles. El mar de viento es aquel de aspecto irregular o “desprolijo”, con olas de muy alta frecuencia. Es decir, el tiempo que pasa entre una ola y la siguiente es muy corto. “Es cuando hablamos de mar picado o cuando decimos que hay ‘corderitos’”, explicó Pedragosa.

Si al mar de viento se le suman vientos que soplan desde el mar a más de 60 kilómetros por hora, la oceanógrafa y guardavidas no lo duda: plantará la bandera roja. “El oleaje se hace más importante y peligroso”, apuntó.

El mar de fondo, al contrario, es un oleaje “prolijo”, con olas de muy baja frecuencia, imperceptibles mar adentro y que forman su cresta cerca de la orilla y siempre rompen en la zona de barrido (donde se acumula la espuma). “Te permite anticipar la siguiente ola y prepararte para enfrentarla. Cuando hay mar de viento no tenés esa posibilidad porque es más impredecible”, señaló Pedragosa. Las olas del mar de viento levantan cresta y rompen una y otra vez en su trayecto hacia la playa.

María Pedragosa, oceanógrafa y guardavidas
María Pedragosa, oceanógrafa y guardavidas

El revolcón.

Identificados el mar de viento y el mar de fondo, ahora hay que describir las formas en las que rompe una ola. Hay dos opciones que deben atender los bañistas: la ola de voluta y la ola de derrame.

La primera es aquella que forma un arco con la cresta y descarga toda su energía de un solo golpe. Por supuesto, su fuerza dependerá de la altura. La energía se eleva al cuadrado proporcionalmente con el alto.

“Si te agarra, el impacto directo o el impacto de tu cuerpo contra el fondo puede generar lesiones importantes”, advirtió. Es la ola que te revuelca y el resultado, además del porrazo, van desde raspaduras hasta dislocaciones articulares y lesiones cervicales.

“Este rompimiento de ola es típico del mar de fondo cuando hay viento de tierra o en playas con pendientes pronunciadas en la orilla. La ola encuentra de golpe la falta de profundidad y rompe de esa manera”, explicó la especialista.

¿Y qué es el viento de tierra? Es aquel que sopla de la costa hacia el mar y constituye un peligro para los bañistas. “Ese viento genera una corriente superficial en toda la playa que lleva pelotas y cualquier tipo de inflable hacia adentro o lleva, principalmente, a niños o principiantes que están acostados en tablas de surf o morey. La gente va atrás de las cosas porque no las quiere perder y no se dan cuenta que están yendo cada vez más lejos de la orilla y ahí ocurre el accidente. Una vez que se dan cuenta que se alejaron demasiado o que no hacen pie se ponen nerviosos y eso es un desencadenante”, explicó.

La ola de derrame, por su parte, descarga paulatinamente su energía. Es aquella que desmorona su cresta de a poco. “Es la que vuelca espuma desde adentro”, identificó Pedragosa. Al ir perdiendo energía no genera un impacto tan fuerte como la anterior pero, en realidad, la magnitud dependerá del tamaño. “En Rocha hay grandes olas de derrame y si querés atravesarla te va a pegar fuerte y te va a empujar para afuera”, advirtió.

Guardavidas en la Playa Malvin
Guardavidas trabajando en la Playa Malvin en dia de calor en la ciudad de Montevideo.
Foto: Leonardo Mainé/Archivo El País.

Que fluya.

A todo esto se suman las corrientes. Toda el agua contenida en la cresta de la ola y que se rompe de la forma que sea en la orilla debe fluir hacia algún lado. Una forma de evacuación es la corriente de retorno que se lleva el agua mar adentro; otro escenario lo conforma la corriente de resaca que hace lo mismo pero por el fondo. Las primeras son las más peligrosas y pueden conducir a ahogamientos cuando las personas son arrastradas, no pueden continuar nadando hacia la costa o mantenerse flotando, se cansan y entran en pánico.

La corriente lateral –ya sea de izquierda a derecha o de derecha a izquierda– es aquella que “a la gente le gusta”, a juicio de Pedragosa, pero no está exenta de riesgos. Es la que se genera cuando las olas llegan de forma oblicua y los bañistas se dejan llevar en su dirección. El problema es que se pierde cualquier referencia, en especial, los niños que luego salen del mar y no ubican la sombrilla de sus padres.

Hacia adentro: el riesgo de una corriente de retorno

“La playa puede cambiar de un momento para otro”, advirtió María Pedragosa, oceanógrafa e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Ese instante es el que ella quiere calcular con anticipación matemática y descifrar cómo la combinación entre el mar de fondo, el mar de viento, el viento de tierra y el viento de mar puede ser la responsable de un ahogamiento.

“La corriente de retorno es la vedette en nuestro trabajo porque es la que provoca la mayoría de los accidentes que llevan a la persona hacia dentro del mar”, apuntó. No obstante, la suya es la primera investigación en el país sobre esta dinámica de playa que puede producirse de manera instantánea y de la que no se conoce, hasta ahora, cuáles son las condiciones para que ocurran en determinadas playas. No se conoce qué incidencia tiene en los rescates o en los ahogamientos. “A nivel mundial se reporta que el 80% de los ahogamientos en playas se debe a esta causa”, dijo a El País.

Estas no son fácilmente identificables, pero hay algunos elementos que pueden ser indicativos: una canalización de agua agitada o picada respecto del contorno, un cambio de color drástico en la playa baja, una línea de espuma, algas o residuos desplazándose mar adentro y una ruptura en la alineación del tren de oleaje o las olas que llegan a la costa. “Los días con mucha frecuencia de olas y con olas grandes son peligrosos porque, sobre todo, son corrientes de retorno”, contó. Y añadió: “Cuanto mayor sea el tamaño de la ola es probable que tengamos corrientes de retorno. La ola rompe, acumula esa agua y tiene que irse. El agua retorna por estas corrientes. Son más habituales en Maldonado y Rocha pero, eventualmente, pueden formarse cuando el oleaje aumenta de golpe y en un lugar impredecible”.

Pedragosa también es docente de dinámica de playas en el Instituto Superior de Educación Física donde hoy se capacitan los guardavidas.

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