Ombijam: 10 años de segundas oportunidades

La fundación ha impactado en la vida de más de 500 personas que han logrado su reinserción sociolaboral.

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Fundación Obijam
Fundación Ombijam

Segundas oportunidades”. Eso es a lo que apuestaOmbijam, una fundación que se dedica a la rehabilitación y reinserción sociolaboral de personas privadas de libertad, liberadas y sus familias que este mes festeja sus primeros 10 años de existencia.

Lo que empezó con el programa de Yoga y Valores en la Unidad N° 6 Punta de Rieles por una epifanía de la terapeuta Pamela Martínez tiene hoy más de 500 personas que transitaron por alguna actividad educativa y de acompañamiento del Círculo de Abordaje Integral Multidisciplinario (CAIM), a las que se suman más de 150 voluntarios, más de 1.000 horas de capacitaciones varias, más de 2.000 horas de yoga y más de 130 articulaciones con empresas e instituciones. “Esos números son un estimativo porque cada uno impacta de manera saludable en la sociedad”, dijo Martínez, lo que tiene un efecto “multiplicador”.

Es conocido el pasaje por la fundación de Kung-Fu Ombijam, nombre artístico de Federico González Canavesi, quien gracias a la música y el yoga vivió una transformación radical, pero la terapeuta tiene muchas más historias positivas para contar.

“Hay casos que no son visibles porque no quieren. Hay un chico en la Cruz de Carrasco que yo lo admiro. Ayuda en la iglesia de la zona, da charlas a los más jóvenes para que no delincan, les hace saber su historia, ayuda a entregar meriendas, los ayuda con los deberes y eso lo hace en su tiempo libre porque trabaja. Como este hay muchos casos de resiliencia que están impactando positivamente en sus comunidades”, relató a El País.

Todo comenzó con clases de yoga en la Unidad N° 6 de Punta de Rieles
Todo comenzó con clases de yoga en la Unidad N° 6 de Punta de Rieles

Dos cimbronazos

Pamela Martínez ya trabajaba con personas en situación de calle y con adicciones, entre otros contextos vulnerables, cuando conoció en México un programa que llevaba el yoga al interior de las cárceles que le provocó un primer cimbronazo. De regreso a Montevideo logró que las autoridades de la Unidad N° 6 Punta de Rieles se interesaran en la propuesta. “Me bajé del 113 en Camino Maldonado y caminé cuatro kilómetros por un descampado. Llevaba mi mat -la alfombra sobre la cual se realizan las distintas posturas. Nunca había entrado a una cárcel. Y me sentí como pez en el agua. Sentí que algo calzó dentro de mí”, contó.

Ese fue el puntapié de Ombijam, palabra que en sánscrito significa “semilla” y que Martínez cree que resume la esencia de la fundación: todos somos semillas que necesitan tierra, agua y luz para echar raíces y crecer y dar frutos.

Al principio todo se basaba en yoga y los valores. Desde 2014 hasta ahora se impartieron más de 2.000 horas de clase y se lograron más de 120.000 minutos de respiración consciente por persona. El programa salió de la Unidad N° 6 y se expandió a otros centros de reclusión, por ejemplo, a la Unidad N° 5 correspondientes a mujeres. También se trabajó en clase con privados de libertad y policías y operadores penitenciarios.

“Aprendíamos el manejo de las emociones, a ser más amables, más amigables, a trabajar en forma pacífica, cómo incorporar nuevos hábitos. Esto traspasó el salón y comenzamos a orientarlos en sus proyectos de desarrollo personal y apadrinamos a varios como una bloquera, una carpintería, una rotisería y una huerta. Apostábamos a que empezaran a hacer cosas nuevas”, apuntó la terapeuta en diálogo con El País.

Pero, años después, Martínez sufrió otro cimbronazo. Algunos de sus alumnos habían recuperado la libertad, se los encontró en la calle y se sorprendió por su “deterioro”. Al regresar a su casa no aguantó la angustia y dice que lloró largamente hasta que agarró un lápiz y un papel y redactó lo que luego sería el proyecto de banco laboral de Ombijam. Después de golpear muchas puertas, hoy la fundación cuenta con una red de más de 50 empresas y organizaciones que brindan oportunidades laborales a sus beneficiarios.

A través del CAIM, la persona recibe distintas capacitaciones y contención terapéutica. En el caso que exista una problemática de adicción, Ombijam articuló un convenio con el Ministerio de Desarrollo Social para procesar su internación en no más de una semana y también trabaja con la organización Ser Libre, que brinda sus servicios sin costo.

Por otra parte, el CAIM está conformado por dos psicólogos, nutricionista, trabajadora social, mediadora, dos abogadas y una socióloga.

Salo Halegua, miembro del directorio de Ombijam, se refirió de esta manera sobre el trabajo integral: “No tienen que andar vagando. Si van a un lado por los niños, a otro por la salud, a otro por lo legal y a otro por las adicciones, llega un momento en que se cansan, se vencen y vuelven atrás. Nosotros los acompañamos en todo el proceso”.

El banco laboral de Ombijam está amparado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y, por esto, las empresas que contraten a los beneficiarios de la fundación pueden acceder a diferentes subsidios. Estos varían en porcentaje dependiendo de si se le ofrece trabajo a una mujer o a un hombre.

Festejos

Para celebrar 10 años de Ombijam, la fundación organizará un evento el próximo 5 de agosto a las 17 horas en el Piso 22 de WTC Free Zone para presentar sus resultados y ofrecer, según adelantó Halegua, una “experiencia transformadora”. Aquellos interesados en acceder a los tickets o ser patrocinadores pueden comunicarse a través de info@ombijam.org y a los teléfonos 2908 24 55 o 097 959 554.

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