ENTREVISTA
El escultor uruguayo se prepara para exponer por primera vez en Ginebra; en un momento especial por la pandemia, asegura que el arte debe ser una ventana abierta a la esperanza.
En un año tan particular como este, en el que el mundo pareció detenerse en todos los ámbitos, al menos por momentos, si hay algo que se mantiene es la frase de que “el show debe continuar”. Y el arte, para el escultor uruguayo Pablo Atchugarry (nacido en 1954 en Montevideo), tiene un mensaje importante que transmitir en medio de la incertidumbre y los aspectos negativos que trajo la pandemia.
El arte debe ser “una ventana abierta a nuestras esperanzas”, dijo Atchugarry a El País en diálogo desde Italia y en la antesala de lo que será su exposición en Ginebra (Suiza): desde el 31 de octubre hasta el 19 de diciembre, el uruguayo presenta en la galería Xippas una muestra de obras en mármol y bronce.
El artista, que es uno de los uruguayos con mayor destaque internacional, explicó que la muestra comprende, en principio, 11 esculturas especialmente creadas para la ocasión, “pero habrá otras que están en el circuito internacional y van a estar conectadas”. Algunas de ellas están en Manantiales, en Miami o en Milán y “van a estar de alguna manera presentes en esta exposición”.
El nombre de la muestra es Lien entre deux mondes, que significa en español “enlace entre dos mundos”, y nace de las palabras del historiador de arte Philippe Clerc, quien sostiene que “la verticalidad de sus esculturas, que se elevan hacia el cielo, también tejen un vínculo entre dos mundos, el suelo terrestre en el que están sólidamente ancladas y el aire impalpable en el que parecen flotar. Al contemplarlas, nuestra mirada se dirige automáticamente hacia arriba y se pierde incluso más allá de la materia”.
Atchugarry resalta lo oportuno del nombre y agrega que también representa ese ida y vuelta que desde hace años hace ente Europa y América, ya que vive en Italia desde hace más de cuatro décadas pero en Manantiales también tiene su hogar.
—¿Qué puede contar sobre la exposición?
—La exposición es en la galería Xippas de Ginebra. Se trata de la primera exposición individual que hago de escultura en Suiza. Teniendo muchos coleccionistas suizos esta es una ocasión única para reagrupar el público, no solo suizo, sino a todo el público europeo. Las obras que se presentan fueron todas especialmente hechas para esta ocasión, que es una invitación que me hizo hace ya varios meses Reno Xippas y que fue esta uno de los motivos por los que vine a Europa.
—La muestra se llama Lien entre deux mondes, que en español significa “enlace entre dos mundos”. ¿Por qué la elección de este nombre?
—El nombre viene de una frase que menciona el crítico que presenta la muestra. Y yo creo que es muy oportuna porque en mi caso justamente estoy moviendo siempre una especie de péndulo, uniendo las dos riberas del Atlántico, el continente europeo con el continente americano. Ya hace más de 40 años que estoy viviendo en Italia y con el quehacer de la fundación en Manantiales, en Maldonado, siempre es una ocasión de establecer puentes, vínculos, con el resto del mundo.
—Puntualmente sobre las obras que se exponen, ¿qué nos puede adelantar?
—En principio van a ser 11 esculturas, pero habrá otras que están en el circuito internacional y van a estar conectadas: hay obras que están en Manantiales, otras en Miami, en Milán y van a estar de alguna manera presentes. Más o menos la mitad de las obras están hechas en mármol de Carrara, que es el mismo que usaba Miguel Ángel y es el que yo utilizo desde hace 40 años. El resto de las obras son en bronce, con la técnica de la fundición a cera perdida, que es el mismo procedimiento que se utilizaba ya en el siglo V antes de Cristo y lo usó Donatello en el Renacimiento y entre los más actuales está el ejemplo de (Constantin) Brâncu?i. En la muestra estarán dialogando dos tipos de escultura, una que se hace escavando, quitando, en la que yo hago la talla directa, sin hacer un boceto, trabajo siempre directamente el bloque de mármol; y la otra que se hace agregando, que es la del bronce, agregando hasta llegar a la forma. Conviven entonces dos formas muy antiguas de hacer escultura, pero con un carácter contemporáneo. Trato de hacerlas vivir en el presente.
—¿Cómo se logra esa convivencia?
—Justamente estos bronces yo los pinto con colores de automóviles, con un tipo de pintura de automóviles para crear un misterio que, al final, no se sabe qué es el material que hace de soporte para esta pintura. Uno podría imaginar que es acrílico o plástico y, sin embargo, es el bronce trabajado de la misma manera que lo hacían los antiguos escultores.
—Pasando a Uruguay, ¿cómo avanzan las obras del Museo Latinoamericano de Arte que se está construyendo en Manantiales?
—Muy bien, con muchas alegrías porque sigue el trabajo a pleno ritmo. En estos momentos están colocando las trabas de madera y el hormigón está muy avanzado. Hay un equipo muy lindo en el cual el arquitecto Carlos Ott está pendiente de todos los detalles; realmente ha dado una prueba de amor por el proyecto. A su vez, la empresa que es familiar, que era de mi padre y de Alejandro y ahora es de mis sobrinos, está llevando a cabo los trabajos con mucho entusiasmo. Este museo, sin dudas, va a aportar mucho para la difusión del arte uruguayo en el mundo.
—¿Qué papel juega el arte en esta situación tan particular que vive el mundo ante la pandemia por coronavirus?
—En este año en el que todas las ferias de arte, museos y galerías han ido cancelando actividades a partir de marzo, esta exposición es un poco una reacción. El mensaje que hay que dar es que el quehacer artístico tiene que seguir manifestándose. Hay que continuar, de alguna manera, dar el mensaje de que hay que seguir adelante. En estos momentos tan difíciles hay que dar ese mensaje de continuidad, de esperanza. Tratar de que a través del arte se pueda encontrar una ventana abierta a nuestras esperanzas.