TENDENCIAS
Prendas para poder vestirse en capas, artículos amigables con el medio ambiente y aumento de las ventas online son algunos de los cambios en el consumo de las lanas que la COVID-19 acentuó.
La gente compra menos ropa para salir de su casa, llámese aislamiento por COVID-19 o la extensión del teletrabajo. Esa es una idea que existe como consecuencia de la pandemia, pero el cambio en el consumo de ropa no responde exclusivamente a la llegada del virus. En todo caso este marcó más a fondo lo que ya estaba pasando.
Esto es muy notorio en el mercado de la lana, donde desde hace tiempo se viene registrando un corrimiento del consumo desde las lanas gruesas a las finas.
“Lo que se ha puesto de moda en el mundo desde hace años es el uso de ropa más fina y liviana. Dejó de ser un tema coyuntural para pasar a ser un tema estructural”, afirmó Roberto Cardelino, de Delta Agro-Consultores.
El consultor explicó que eso está asociado a varios temas. Uno de ellos es que el consumidor quiere tener la posibilidad de vestirse en capas, como una cebolla: “La gente prefiere utilizar más ropa fina, una sobre otra y cuando entra a un lugar calefaccionado se la va sacando”.
Se trata de una costumbre más presente en mercados como Europa, mientras que en Uruguay se viene dando a un ritmo muy lento. Esto ocurre, según Guzmán Silva, gerente de Compras de Top Fray Marcos, porque “las compras de ropa en Uruguay no son tan exigentes en cuanto a las calidades y, si son prendas más caras, es una forma de consumo más selectiva”.
Preconceptos que la lana desterró.
A la hora de elegir prendas más finas y que se usan contra el cuerpo, la lana ha tenido que luchar contra algunos prejuicios que con el tiempo han ido desapareciendo. Uno de ellos es que la lana pica.
“Eso es cierto hasta cierto grado”, aclaró Cardelino. “La fibra de lana tiene unas escamas del lado de afuera que puestas sobre la piel dan esa sensación de picazón inevitable. Hay ciertos tipos de lanas, las bien finas, de 19 a 20 micras, que no pican”. Son las que se utilizan contra la piel e incluso en prendas deportivas.
En tal sentido, Silva mencionó como ejemplo el año en que la camiseta de la selección de fútbol de Australia fue hecha 100% de lana. “Hay que explicar que las lanas que se venían utilizando años atrás para la ropa eran más gruesas, entonces tenían determinado porcentaje de la fibra que te hace picar. Cuanto más fina es la lana, ese porcentaje de fibras desaparece”, apuntó.
Otro problema ya erradicado es que, cuando se lava, la lana encoge. Desde hace años existe un procedimiento llamado super wash, que se aplica en la primera etapa de la cadena de producción (lana peinada) y que impide que el producto encoja incluso si se lo coloca en una secadora.
Y un tercer reparo que se le hacía a la lana era que solo servía para combatir el frío, cuando en realidad se adapta a las temperaturas. “Cuando es un día frío, frío, el tejido de la lana se aprieta porque tiende siempre a mantener la humedad del cuerpo. Y cuando hace calor, la fibra se expande. Por un lado o por otro, siempre trata de ir controlando las humedades. Es decir que en las prendas de lana fina empieza a ser más fresca”, detalló Silva.
Cardelino acotó que las señales que llegan indican que la tendencia de consumo en general apunta a productos que van a requerir lanas de menos de 24-25 micras. “El resto no va a tener uso salvo en productos que no son vestimenta, como alfombras o tapicería”, dijo.
Cadena textil de la lana
Es larga e incluye los siguientes pasos: materia prima (lana), lavado y peinado, hilatura y tejeduría, teñido y terminación, confección y comercialización.
Tendencias que se confirman.
La lana es un producto producido en el hemisferio sur, básicamente en Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Sudamérica, que se consume en el hemisferio norte, donde se encuentra entre el 70% y el 80% de la población. Los principales consumidores son China, Alemania, Italia, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur.
Por eso es que a la hora de producir se hace necesario ver cómo viene siendo el comportamiento de los consumidores en el hemisferio norte.
“Eso ha funcionado así independientemente de la pandemia”, destacó Cardelino, quien recordó lo que decía su profesor en Australia: “La lana en realidad no se vende hasta que no la compra un consumidor final en alguna tienda en algún lugar del mundo; ese es el que manda”.
Lo ocurrido en el otoño-invierno boreal indica que los temas ambientales están teniendo un fuerte peso a la hora de comprar ropa; se está optando por lo biodegradable en desmedro de los sintéticos. Esto último afecta fundamentalmente a la llamada moda rápida, basada en la venta de prendas sintéticas. Son prendas que tras unos pocos usos se descartan y tardan mucho en desaparecer del planeta.
Además, son producidas por empresas muy cuestionadas en cuanto a sus condiciones de trabajo, sobre todo en lo que a derechos del trabajador refiere. Eso también incide en el consumidor y está preocupando sobre todo a los más jóvenes.
“En tiendas como HyM y Zara están asumiendo el compromiso de bajar un tanto por ciento los productos de sintético y ese porcentaje invertirlo en comprar productos de lana o naturales. Se puede hacer paulatinamente, no de un día para el otro porque son productos más caros. Creo que es lo más significativo que está dejando la pandemia”, señaló por su parte Silva.
Derivado de la pandemia también está el crecimiento de las ventas online, aunque estas también se han visto impulsadas por otros factores. Es el caso de tiendas que solo venden vía internet, no cuentan con un local al cual pueda dirigirse el consumidor.
“Hay unas zapatillas en Estados Unidos y en Nueva Zelanda, las Allbirds, que la mayoría de sus ventas son vía internet. Y son 100% de lana”, mencionó Silva. El gerente de Top Fray Marcos también sumó a favor de las ventas online, sobre todo en Uruguay, la búsqueda de productos que no se encuentran en el país y que necesariamente se deben comprar fuera. “El consumidor procura tener más calidad buscando afuera”, apuntó.
Cardelino, en tanto, agregó que el cliente que durante 2020 salió menos de casa por la COVID-19 y mantuvo su trabajo, probablemente tenga más plata para gastar.
“Ahí hay un margen como para decir ‘a este consumidor se le puede ofertar algo que lo renueve’, sea para teletrabajar o para salir de su casa; es un mercado potencialmente muy importante”, remarcó.
En esto habrá que tener presente la tendencia a usar cada vez más ropa informal, algo que se viene registrando desde hace 10 o 15 años.
“La gente tiende menos a vestirse con traje y corbata, y usa ropa más informal o casual. Los trajes que valen más son los de lana fina y súper fina, eso sigue siendo así”, detalló Cardelino.
El consultor destacó que el consumo en el hemisferio norte este otoño-invierno fue bastante mejor de lo que se esperaba y que lo que hizo la pandemia fue acentuar lo que ya se venía dando, como ser ventas online y productos en lanas más finas.
De China marcó como importante que empezó a desarrollar sus propios productos para el mercado doméstico, “que es absolutamente enorme y donde a su vez existen las ventas online en la web más poderosa del mundo, que es Alibaba”.
Hoy, por ejemplo, es furor entre los jóvenes un sweater más ajustado, que se puede usar sobre la piel, hecho con lana merino (17-18 micras) mezclada con algo de casemere o similar porque China no produce casemere, lo importa.
“Son todas lecciones que tenemos que aprender; en definitiva, todo esto va a determinar el precio de la materia prima: la lana”, concluyó.
Certificado que da garantía al proceso
La forma que hoy se tiene para asegurar la calidad de un producto en toda su cadena de suministro es la trazabilidad. La certificación que más se está trabajando a nivel mundial en lana se llama RWS (Responsible Wool Standard). La misma establece que “los objetivos del estándar de la lana responsable son proporcionar a la industria una herramienta para reconocer las mejores prácticas de los productores y asegurar que la lana provenga de establecimientos que tienen un enfoque progresivo en la gestión de su tierra y que practican el respeto integral por el bienestar animal de las ovejas y las cinco libertades del bienestar animal”. Estas son: “Libre de: hambre, sed y desnutrición; de temor y angustia; de molestias físicas y térmicas; de dolor, lesión y enfermedad, y de manifestar un comportamiento natural”. Guzmán Silva, gerente de Compras de Top Fray Marcos, manifestó que en Uruguay hay muchísimos productores que están asumiendo esta calificación. “Muchas marcas a nivel mundial están empezando a comprar basándose en la etiqueta y en el sello de lo que nosotros vendemos con certificado RWS. Es algo que viene muy en aumento”, destacó.
Vestirse en capas
Los consumidores prefieren utilizar ropa fina, una sobre otra, que se pueda ir sacando cuando entra a un lugar calefaccionado (vestirse como cebolla). Buscan ropa liviana y suave al tacto. Quieren tener la versatilidad de que las prendas se puedan usar en diferentes estaciones del año; ya no existe más la prenda de verano o de invierno.
Usar lana sobre la piel
En el mundo se ha puesto de moda utilizar lana sobre la piel. Para ello ha sido importarte descartar una serie de preconceptos. Las lanas finas o súper finas no pican; la lana no encoge al lavar porque ha pasado por el proceso de super wash; las lanas finas se adaptan a la temperatura: si hace frío, abrigan, y si hace calor, la fibra se torna mas fresca.
Elegir lo biodegradable
La lana es un producto biodegradable, por lo que al desecharse no permanece mucho tiempo en el planeta. No pasa con los sintéticos, protagonistas de la moda rápida.
Más compras online
La tendencia a comprar vía internet ha ido en aumento con el tiempo y la gente se anima a comprar prendas de lana online aunque sean caras. El aislamiento obligado por la pandemia acentuó esta forma de consumo.