GEOLOGÍA
Esa zona de Uruguay preserva registros de una actividad tectónica con similitudes a la famosa falla de San Andrés de California
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Si bien el término “falla” es más conocido que “zona de cizalla” –el segundo definitivamente no ha convocado todavía a Dwayne Johnson para una película– representan, en síntesis, lo mismo: una fractura en la corteza terrestre.
Y no hay que irse hasta la costa oeste de Estados Unidos para ver una: Uruguay tiene una de grandes dimensiones en donde usted puede estar veraneando hoy.
En la zona de cizalla, como la de Sierra Ballena (Punta Ballena), dos bloques de corteza continental actuaban como una tijera: se adosaron y se desplazaron en sentidos opuestos en forma horizontal, explicó Pedro Oyhantçabal, investigador del Departamento de Geodinámica Interna del Instituto de Ciencias Geológicas de Facultad de Ciencias y de Pedeciba Geociencias. Las rocas en contacto entre los dos bloques fueron deformadas, elongadas y recristalizadas a alta temperatura y presión a varios kilómetros de profundidad, formando un tipo de roca denominado milonita.
Aunque hoy la zona parezca que solo adquiere movimiento por el pasaje de automóviles y turistas en verano, el pasado geológico era muy distinto. Hace, al menos, 550 millones de años, este territorio sufría de terremotos, tenía volcanesy había eventos orogénicos, es decir, formación de montañas. “Era como si estuviéramos en los Andes o en el Himalaya; era una zona muy activa”, señaló. Ahí se formaron, por ejemplo, las sierras del este del país. Y, un poco más al oeste, las Sierras de las Ánimas y el cerro de Pan de Azúcar. Sobre este tradicional paseo, Oyhantçabal recordó que “es la raíz de un volcán que ahora está profundamente erosionado”.
La zona de cizalla de Sierra Ballena tiene varias peculiaridades. Una de ellas es su extensión. Es una falla continental: inicia en el actual balneario y llega, por lo menos, hasta Santa Catarina, en Brasil, aunque tiene algunas interrupciones por tramos de sedimentos “más jóvenes”. El recorrido supera los mil kilómetros. “Por eso decimos que tiene una magnitud parecida a la falla de San Andrés”, apuntó.
La californiana se extiende a lo largo de 1.300 kilómetros. La principal diferencia es que mientras esta amenaza con el “Big One”, un terremoto catastrófico, por ser actualmente un borde de placa tectónica, la de Sierra Ballena lo dejó de ser hace tiempo. Hoy está en el medio de la placa sudamericana, pero no lo era así cuando el puzle de los continentes tenía una configuración diferente: primero en lo que se conoce como Rodinia hace 1.300 millones de años, luego en Gondwana hace unos 600 millones de años y Pangea hace unos 400 millones.
“Desde Punta Ballena viene la Sierra de los Caracoles. Luego, si uno viaja hacia Melo por la ruta 8 y pasa a Treinta y Tres, a la altura de la Quebrada de los Cuervos, se observa un cerro extremadamente largo que llega casi hasta Arbolito, un pueblo un poco antes de Melo. Es un cerro muy lineal que se puede seguir hasta 60 kilómetros. No son otra cosa que la prolongación de la falla que se comienza a ver Punta Ballena”, explicó el docente de Pedeciba Geociencias, quien propuso hacer la prueba en Google Earth para observar la estructura.
En los tramos donde no aparece, en realidad, está hundida y cubierta por rocas que se formaron hace 140 millones de años. Estas pueden verse en la superficie, por ejemplo, en las localidades de Aiguá y Mariscala.
Además, en la falla de San Andrés (cuya parte media se rompió hace unos 160 años y la parte norte en 1906, provocando el devastador terremoto de 7,8 grados que destruyó gran parte de San Francisco y dejó más de 3.000 muertos), milonitas similares a las de Sierra Ballena están siendo formadas hoy a kilómetros de profundidad y no son observables en la superficie.
Diferencias entre este y oeste.
Otra característica de la zona de cizalla de Sierra Ballena es, según explicó el geólogo Federico Cernuschi, vecino del lugar, es que la geología al este y al oeste es “muy distinta”, por lo que “es difícil pensar que se haya podido formar una al lado de la otra”.
Mientras que Oyhantçabal utilizó la imagen de la tijera, Cernuschi prefirió ejemplificar con una plasticina: “Las rocas estaban calientes y se movían para un lado y para el otro y la zona del medio se estiraba por el rozamiento”. De esta manera, en Punta Ballena y por la ruta 9 se pueden ver rocas “con todos sus minerales estirados hacia la dirección noroeste, la misma dirección que sigue toda la falla. El desplazamiento fue muy importante; los bloques no se desplazaron unos metros sino cientos de kilómetros”, añadió.
Es más, las rocas al este de la Sierra Ballena “tienen una geología mucho más similar a rocas que hay en el oeste de África”; mientras que las rocas que están hacia el oeste, en toda la franja central de Uruguay, “tienen afinidad a otra zona sudamericana”. Esta historia geológica está relacionada a la formación y ruptura de los megacontinentes.
Además, más al oeste, concretamente en Punta Solís, hay “otra falla menos conocida” que recibe el nombre de Sarandí del Yi – Piriápolis, otra zona de cizalla que recorre con dirección norte-sur siguiendo aproximadamente el curso del arroyo Solís Grande. “Tener dos megazonas de cizalla en un espacio territorial corto con geologías distintas no es tan común”, apuntó Cernuschi.
Geotour.
Ambos geólogos coincidieron en que este pasado de volcanes, terremotos y formación de montañas que hoy tienen sus testigos en las rocas en la superficie debe ser conocido por la población. Han intentado colocar cartelería en la zona pero, hasta ahora, no se ha podido concretar la idea. En general, les gustaría que Sierra de las Ánimas, cerro Pan de Azúcar, Sierra Ballena y Sierra de los Caracoles, entre otros puntos de esta zona del país, conformaran un “geotour” para atraer al público.