Periodistán: de acampar en Kirguistán y dormir en trenes en India a un teatro de Montevideo

En 2013 el periodista Fernando Duclos sacó un pasaje a Etiopía. Recorrió África, gran parte de Europa del Este, Medio Oriente y Asia Oriental, empezó a contar sus historias en redes, publicó tres libros y hoy se presenta en Uruguay con su espectáculo Periodistán, de Kabul a Montevideo.

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Periodistán en uno de sus viajes

Todo —o la mayoría de las cosas en la vida de Fernando Duclos en los últimos años— fue sucediendo sin ningún plan, sin ninguna intención, casi sin ambición. Porque cuando en 2013 en Clarin, el diario en el que trabajaba en Argentina, ofrecieron retiros voluntarios a sus empleados, él dijo que sí. Y, con el dinero que le pagaron como indemnización, sacó, sin pensarlo demasiado, un pasaje a Etiopía.

Durante nueve meses bajó por la costa del Océano Índico hasta Sudáfrica. Esa fue la primera vez que Fernando, periodista, sintió que estaba en un mundo diferente en el que era extranjero.

Estuvo en Somalia, y en Ruanda, y en Tanzania y en Burundi y en Kenya, y en Uganda y en Zimbabwe y, de pronto, esa experiencia que lo tenía extasiado, sorprendido y, también, incómodo, era lo mejor que había hecho en su vida. Exponerse a otros idiomas, a otras costumbres, a otras tradiciones, a conocer una realidad nueva, tan lejana a la suya y a todo lo que conocía del mundo, le estaba cambiando la perspectiva, las formas de mirar a los otros.

Todo sucedió sin ningún plan, sin ninguna intención, casi sin ambición. Porque en 2018 vivía en Río de Janeiro, se separó y se quedó sin trabajo. Entonces hizo exactamente lo mismo que ya había hecho. Utilizó el dinero del despido para sacar un pasaje, viajó tres meses por Europa, cruzó a Turquía, recorrió Asia, estuvo en Kazajistán, en Kirguistán, en Tayikistán, en Uzbekistán, en Afganistán, en Iraq. Conoció de cerca una parte del mundo que no muchas personas conocen. Y empezó a hacer lo que sabía: contar historias. Primero en un blog, después en Facebook y en Instagram y, por último, en Twitter. Allí hacía hilos contando lo que veía, lo que empezaba a conocer y, sobre todo, a entender. Así surgió el nombre (y la idea) de Periodistán.

Siguió viajando. Sus hilos en Twitter se hicieron virales y sirvieron como preámbulo para escribir y publicar tres libros: Crónicas africanas, Un argentino en la Ruta de la Seda y Un viaje a la India de carne y hueso, que llegaron a Uruguay y se agotaron en la mayor parte de las librerías. Fueron las presentaciones de esos libros, después de la pandemia, las que lo llevaron a otra experiencia que nunca imaginó: llevar esa misma dinámica de encuentro de una presentación, en la que la gente se acercaba, preguntaba, quería escuchar, quería conocer, a una sala de teatro.

Así fue cómo, en julio del año pasado, el periodista estrenó Periodistán, el mundo sin filtro, en una sala de Buenos Aires. En total lleva más de 10 presentaciones y hoy se presenta por primera vez en Uruguay y en un país fuera del suyo. Bajo el título Periodistán, de Kabul a Montevideo, el argentino hará una única función hoy martes 1 de octubre a las 20:30 horas en la Sala Camacuá.

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Periodistán en Sri Lanka.

“Toda mi trayectoria en el último tiempo fue inesperada para mí. A fines de 2019 yo estaba buscando dónde poner una carpa en Kirguistán y mi principal problema era cuándo y dónde iba a poder comprar más medias porque ya estaban todas rotas. De repente dos meses después me estaban maquillando y peinando en un estudio de televisión donde tenía mi propio programa. Y de repente el libro y de repente el teatro y de repente los viajes guiados y es como que todo se fue dando de una forma increíble, siempre bien, pero nada fue muy pensado, simplemente fue sucediendo”, cuenta.

La idea del espectáculo, dice, es que la gente la pase bien, viaje y aprenda al mismo tiempo. “Son aproximadamente dos horas en las que hablamos sobre el mundo, sobre las diferentes culturas, sobre el Islam, sobre el Hinduismo, pero también sobre África, sobre Asia, sobre Medio Oriente, con una perspectiva teatral. Es decir, no voy a dar una clase ni leer artículos ni vamos a ver imágenes de bombas o guerras. Si uno va al teatro es para pasarla bien, para reírse, para entretenerse, para olvidarse un poco de los problemas propios durante un rato. Y ese es exactamente el objetivo de este espectáculo, la diferencia es que es un espectáculo de viajes, cuyo objetivo no es solo pasarla bien, sino también que el público aprenda”.

Fernando no es unviajero común y corriente: recorre los territorios, las regiones y las culturas con la mirada afilada y atenta, que se aleja de las formas de viajar convencionales en todo los sentidos posibles. Desde los lugares que elige visitar —Europa del Este, Medio Oriente, Asia Oriental— hasta las formas de alojamiento —en una carpa donde lo dejen acampar, en trenes, en casas de los lugareños que lo quieren recibir— o las historias que elige contar, Periodistán mira al mundo por fuera del turismo y todas sus convenciones, para meterse en la historia y en las formas de vida de los lugares.

“Lo principal que uno se da cuenta cuando va a estos lugares es que lo que nosotros, occidentales, en general pensamos que es universal, te das cuenta de que simplemente es una forma entre tantas, te hablo de cosas muy básicas como la comida, pero también de los vínculos. Nuestras sociedades están estructurada a partir del vínculo marido-mujer, en India por ejemplo, la estructura es madre-hijo, y eso ya te cambia completamente la forma de entender el mundo, y de repente te resulta un poco más lógico que los matrimonios sean arreglados, porque ahí el matrimonio es la unión entre dos familias y no entre dos individuos. Esto no es caer en un relativismo cultural de que todo está bien porque son otras culturas, pero sí entender que en otros lugares las cosas funcionan diferente”, había dicho el periodista en una entrevista anterior con El País.

De esa visión está atravesado su espectáculo. Las anécdotas personales, los videos, las fotografías y las banderas dan lugar a los mapas y a la historia, sirven para contar el contexto y acercarse, sin pretensiones, a la realidad de un mundo que, para la mayoría, aún es un lugar desconocido y por explorar.

Algunas veces Fernando frena y piensa en las cosas que le pasaron, en las que le están pasando después de aquel primer viaje por África. Todavía le cuesta entender cómo es que pasó de escribir noticias detrás de una computadora en una redacción de Buenos Aires a recorrer el mundo y contarlo desde un escenario. Lo que sabe es que las cosas empezaron a pasar sin que él las buscara aquel día de 2013 cuando decidió comprar un pasaje.

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