JOVEN ARTESANO
Desde los 10 años diseña macacos de alambre con cada vez más detalles. Hasta el momento eran estáticos, ahora busca darles movimiento con la técnica del stop motion.
Cuando tenía 10 años, Bautista Sapelli (20 años) recibió un regalo muy particular para el Día del Niño. Su madre le compró una caja de herramientas que incluía muchas pinzas y alambres. Viendo que sus hermanos recibían pelotas y camisetas de fútbol, el pequeño quedó muy enojado. No le duró mucho, al poco rato estaba probando las pinzas e imitando las artesanías que tenía en su casa.
“De a poquito fui haciendo cada vez más, más, más”, contó el hoy estudiante de Diseño, Arte y Tecnología en la ORT. Fue la carrera ideal que encontró para seguir desarrollando ese gusto por lo artesanal que lo conquistó desde muy chico. “A los 8 años empecé con talleres de artesanías y cada tanto iba a La Paloma o a La Pedrera a las ferias artesanales, que me encantaban. Me fascinaba todo lo que hacían, sobre todo las cosas que armaban con alambre. Llegué a tener una colección de artesanías de distintos lugares”, recordó.
Su interés pasaba por reproducir bichos ya que le gustaba jugar con insectos o con animales. “Hasta llegaba a atrapar bichos sin saber qué eran y jugaba con ellos todo el día. Insectos tipo cascarudos, mantis, saltamontes, entre otros. Creo que en parte eso me llevó a interesarme por hacer bichos de alambre”, apuntó.
Recién hace un año se animó a abrir una página en Instagram con sus trabajos a la que bautizó Weird Wire Works (algo así como Extraños Trabajos en Alambre), pero solo con la idea de mostrar lo que viene haciendo y perfeccionando desde hace mucho tiempo. No imaginó que eso iba a acercar interesados en comprarle sus obras.
“Se re interesan por todas las cosas que hago, desde las más chiquititas, como el mini hombrecito, hasta cosas un poco más físicas que quedan en equilibrio. También les gusta ver cuando derrito, porque publico videos derritiendo macacos de alambre que se vuelven a armar”, señaló orgulloso.
Al principio se resistía a vender las piezas porque no buscaba que su pasión se transformara en algo comercial, pero ante la insistencia de sus seguidores decidió armar cajitas con los macacos –como él los llama– y venderlas. Eso sí, aclaró que no trabaja por encargo, sino que vende lo que tiene y hace por iniciativa propia.
Macacos.
Sus primeras obras fueron animales, pero sin los rasgos clásicos. “Como si fueran insectos extraterrestres”, explicó. Después fue cambiando e interesándose un poco más por las leyes de la física, buscando hacer cosas que quedaran en equilibrio. También les agregó piedras.
El siguiente paso fue intentar hacer “el alambre más chiquito posible” y logró un macaco que entra en la yema del dedo. Más acá en el tiempo llegaron “los viejos”, hechos con porcelana fría, alambre y ropa cosida a mano. “Les digo los viejos porque son todas personas de edad, cada uno con sus objetos hechos con porcelana”, detalló.
No ha encontrado muchos artistas que hagan cosas parecidas, lo más cercano es el americano Alexander Calder (1898-1976), inventor del móvil y precursor de la escultura cinética. “Es mi mayor referente”, dijo Bautista, quien no se olvida de los muchos artesanos que lo maravillaron desde muy chico.
La base de sus trabajos son las pinzas y los alambres. Aclaró que no recurre a la lupa ni para las miniaturas. En cuanto a los alambres, utiliza de distintos tipos. Primero los compraba en ferreterías, pero se dio cuenta de que eran un poco tóxicos por el recubrimiento de plomo. Entonces se pasó al cobre. “Es el que usan los artesanos. Es mucho más maleable, se rompe menos, es más lindo visualmente y no se oxida tanto. También he usado alpaca, que se utiliza para hacer caravanas, que es un poco más dura”, explicó a El País.
Por lo general los compra, pero también recicla porque para los macacos más chicos necesita alambres muy finos que no se venden en plaza. La solución que encontró fue reciclar pequeñas bobinas que encontró en su casa.
Pasión.
Cuando era chico, Bautista podía pasarse un día entero haciendo sus artesanías. Hoy trata de trabajar hasta que se queda sin alambre, entre una o dos horas por día, o hasta que la obra está terminada. “El tiempo que tardo depende de lo que haga. A veces no me quedan en equilibrio y demoro un día entero intentando que se equilibren”, contó.
También le ocurre que los macacos más chiquitos, por el tamaño, se le rompen o se le pierden porque se le caen al piso y no los encuentra. Pero insiste porque eso es lo que realmente le apasiona hacer y para lograrlo se ha convertido en todo un autodidacta, no hay –o al menos él no los ha encontrado– cursos para aprender a realizar sus “extraños trabajos”.
“Con los temas de los alambres soy autodidacta, pero me sigo metiendo en el arte de diferentes maneras. En el colegio cursé una orientación artística y también ingeniería, hice como una mezcla de las dos. Ahora estoy estudiando Diseño, Arte y Tecnología, que tiene todo que ver con esto”, señaló.
Con los nuevos conocimientos que está adquiriendo en su carrera está proyectando pasarse de los macacos estáticos en alambre a los macacos que se muevan con la técnica del stop motion, que es bastante más complicada que lo que viene intentando. “Tengo las herramientas que me da la Facultad, pero como es algo tan específico lo que quiero hacer, voy a tener que ser autodidacta, meterme en YouTube o inventar cosas yo”, comentó.
“Ese sería mi sueño, aplicar la técnica de la animación a los mismos macacos de alambre que hago hoy”, dijo sobre esta actividad que, si bien hoy ocupa un lugar secundario en su vida, le ha confirmado que el arte es a lo que piensa dedicarse como prioridad. “O sea, que es secundario pero al mismo tiempo es primario por el tema”, señaló.
En cuanto a la forma de darse a conocer, por el momento solo apuesta a Instagram como vidriera ya que aún no se siente lo suficientemente preparado para presentarse en ferias. “Creo que todavía no estoy como para exponer”, apuntó con modestia, aunque el éxito de sus macacos le viene demostrando lo contrario.
De los macacos quietos a los animados
Bautista Sapelli comenzó haciendo extraños insectos en alambre siguiendo el ejemplo de varios artesanos uruguayos. De a poco les fue sumando objetos, como piedras, y aplicando en ellos las leyes de la física para desafiarlos con el equilibrio. Su próximo objetivo es aplicar el stop motion, una técnica de animación que se utiliza mucho en las películas animadas de los grandes estudios de cine. Sabe que no es sencillo, pero tiene tiempo y talento.