ENTREVISTA
Miembros de la Academia Nacional de Medicina asesoran al gobierno para controlar la pandemia por coronavirus; de esta organización surgió la preocupación por los efectos en la salud mental
La primera especialista en medicina nuclear. La primera primera mujer en la Asociación Latinoamericana de Sociedades de Biología y Medicina Nuclear. La primera presidenta de la Academia Nacional de Medicina (ANM). Ese es el resumen de la trayectoria de Graciela Lago, una pionera para la que la medicina, en realidad, no fue su primera opción y la eligió porque se lo pidió su mejor amiga, una sordomuda con la que sigue en contacto. “Pero puse un pie en la facultad el primer día y sabía que ese era mi lugar”, dijo a El País. Lago asumió la conducción de la ANM el 5 de marzo cuando se sabía que “se venía algo” y se armó un grupo de emergencia que dio origen al Grupo Asesor Científico Honorario (GACH). En diálogo con El País, Lago habló de las medidas adoptadas por el gobierno y de los temas de salud pública que más preocupan a la ANM.
—¿Cuál ha sido el rol de la ANM durante la pandemia por coronavirus?
—Asumí la presidencia el 5 de marzo y se oía que se venía algo. Henry (Cohen) me dijo que ya había hablado con (Rafael) Radi y con el ministro (de Salud Pública) para suspender actividades. Yo le dije: ¿Te parece? Y el 13 tuvimos los primeros casos. El gobierno se había anticipado. Respecto a nuestro rol, para mí ha sido un orgullo. El 12 de marzo se reunió el Consejo Directivo de la academia y decidimos que había que ayudar al gobierno porque de esta salimos todos juntos. Ya habíamos colaborado con Tabaré (Vázquez) en la parte de drogas e íbamos a hacer lo mismo en esta situación. Estamos para asesorar. Somos un grupo apolítico y queremos que el país marche bien. Hicimos una reunión con junto a todos los virólogosque conocíamos y los académicos. Se hizo el primer grupo que se llamó de Emergencia y de ahí se llamó al GACH. Allí tenemos a Cohen y a Radi y a otros seis académicos. Toda esa gente se puso la camiseta y son los que están llevando adelante este comité científico.
—¿La academia trabajó puntualmente en un tema que se creía más urgente?
—Iniciamos la parte de protección de la salud mentaly seguimos trabajando. El psiquiatra Ricardo Bernardi fue quien propuso establecer el servicio de número telefónico porque sabía que se nos veía una dificilísima. Y hoy vemos que es un problema que va creciendo, sobre todo en adultos mayores. El MSP nos abrió las puertas.
—¿Cómo ha visto la evolución de las medidas de control de la pandemia?
—Creo que el gobierno no podría haber hecho las cosas mejor. Este año tuvimos tres reuniones entre todas las academias de medicina de América Latina en la que tenés 15 minutos para hablar. Me dieron más tiempo porque me dijeron que nosotros “somos el milagro y el ejemplo” para el continente. No somos un milagro y no sé si vamos a seguir siendo un milagro, les contesté. No sé qué va a pasar. Esto es una pandemia y el modo de contagio es tan enorme que, por más que quieras controlarla, se te van yendo de la mano algunas cosas. Ahora tenemos que aguantar hasta la vacunación. Nosotros tenemos a los rastreadores. En Argentina no pueden creer que tengamos gente que llame a las personas para ubicarlas. Claro, somos muy pocos. Pero no es solamente por eso, sino porque se dieron cuenta que el modo de parar, dentro de todo, es el hilo epidemiológico. Si vos encontrás a la persona positiva y la aislás, vas disminuyendo los brotes. Pero es mucha la gente que en este momento se está contagiando.
—¿Se le perdió el miedo al coronavirus?
—Después de los brotes, como el de Cerro Largo, la gente toma conciencia. Se le ha dicho mucho a la juventud pero todos hemos perdido el miedo. Y los jóvenes son jóvenes; no podés cambiarles la mentalidad pero, por lo menos, se tienen que dar cuenta que el grupo (de reunión) tiene que ser más chico. Creo que con estos últimos brotes se le agarró miedo de nuevo porque son una alarma.
—¿Qué temas de salud pública han quedado relegados por el coronavirus?
—La salud mental; eso lo tenemos claro. Y, además, los académicos de nefrología Óscar Novoa, de hemato oncología Pablo Muxí y de oncología Mario Varangot ya por junio o julio nos avisaron que muchos pacientes no estaban consultando porque no se animaban a salir (de sus casas). No puede pasar eso. Ahí empezó a hablar el GACH para que los médicos y la población se acercaran. Los académicos decían que les había sido muy difícil la conversación con pacientes por Zoom. Un paciente oncológico, por ejemplo, necesita empatía y, por Zoom, no es la misma que la que tenés por contacto directo. Ha costado mucho. A las cátedras y a las sociedades científicas les hemos enviado este mensaje.
—¿Cree que la telemedicina llegó para quedarse en ciertas disciplinas?
—Sí y pienso que es bueno. Entre sus beneficios figura que se puede llegar a más gente de forma más rápida. Pero no podemos descuidar la otra medicina que es la del contacto directo con el paciente que es el fin médico. Son complementarias.
—Ha señalado la empatía necesaria con los pacientes oncológicos. ¿Considera que se necesita un cambio cultural entre los médicos para que esa empatía se generalice?
—Que te abran la puerta para darte los medicamentos no debería existir. La relación que debés tener con el paciente es algo en lo que la Facultad de Medicina tiene que poner más hincapié. Esto es a título personal. La multifunción de los médicos va contra todo esto. Muchas veces no es por el sueldo. ¿Dónde queda la vocación médica? ¿Es ganar dinero? Eso no puede ser. Es difícil hacerlo entender. Este año pensábamos hacer un curso de ética en la facultad, pero vamos a tener una actividad en diciembre. Es fundamental que los estudiantes aprendan eso. Tenemos un curso más armado para el año que viene. Es un debe. Se necesita un cambio cultural.
—¿Otro tema de trabajo que ya tengan definido para 2021?
—Estamos trabajando con el MSP en educación sobre cáncer de cuello uterino y guías por cáncer de mama. Y nos acaban de llamar para trabajar sobre cáncer de pulmón. Estamos viendo cómo llegar a la población más vulnerable. En estos temas, por ejemplo, con la importancia del PAP, la población de clase media es la que se cuida. La que no se cuida es la más vulnerable. A fin de año vamos a tener una reunión con el MSP e Inmujeres para planificar el 2021 para ver cómo podemos acercarnos y educar en estos temas.