QATAR 2022
Un vistazo a lugares que se han convertido en centros de intercambio para el álbum de figuritas de la Copa Mundial de Fútbol Qatar 2022
El fútbol despierta pasiones y el álbum de figuritas del mundial Qatar 2022 no es la excepción. En esta nota, El País se acercó a dos lugares donde el intercambio de figuritas es moneda corriente: los pasillos de las escuelas y, curiosamente, la plaza de comidas del Montevideo Shopping.
En el cole.
Para la directora de Educación Inicial y Primaria de Queen’s School, María Noel Pérez, resulta muy interesante que “en esta época de apps y virtualidad siga existiendo y despertando pasiones un álbum de papel”. En la escuela se nota el entusiasmo por el intercambio de figuritas, pero los canjes solo están permitidos fuera del aula, en los momentos de entrada, salida o recreo.
Lo mismo sucede en el Instituto Crandon. Su directora del Departamento de Inicial y Primaria, María Eugenia Goyret, dijo que “los niños y niñas pudieron transitar un año entero de presencialidad en la escuela, retomando vivencias significativas en su proceso de socialización y el álbum fue una más que bienvenida”.
A su vez, la motivación por juntar figuritas se aprovecha dentro de la clase para “fortalecer conocimientos geográficos, sociales y de numeración”, contó Goyret. También es una oportunidad para generar aprendizajes de índole emocional: “Los niños deben controlar su impulso por tener lo que desean y ser pacientes”, sostuvo Pérez.
En Queen’s School desaparecieron algunas figuritas de las clases y se hizo una asamblea con todos los grupos para buscar soluciones. Allí se decidió que pondrían un buzón para devolverlas y que durante cuatro días quedaría suspendido el intercambio. “Nos sorprendió gratamente que los niños propusieran soluciones e incluso algunos decidieron donar figuritas a los afectados”, afirmó Pérez, y agregó que ese mismo día aparecieron las que faltaban.
De esta forma, el conflicto se utilizó como disparador de aprendizajes: “Respetar lo del otro, buscar soluciones a los problemas y sobre todo entender que cuando nos equivocamos, debemos repararlo”.
En el Instituto Crandon la situación se vive de forma muy similar. “El álbum puede generar discrepancias, ya sea una jugada inválida de La Tapadita, la desaparición de alguna figurita o la tentación de estar con eso en tiempos de realizar otras actividades”, mencionó Goyret. Sin embargo, “se procura la reflexión, la identificación de alternativas de resolución y el aprendizaje de lo que es la convivencia armónica y respetuosa”.
Así, los conflictos que surgen se toman como oportunidad para dialogar sobre las emociones, las consecuencias de nuestras acciones en los demás y la importancia de la empatía, añadió la directora.
Paseo familiar.
Todos los días, pero sobre todo de viernes a domingo, la plaza de comidas del Montevideo Shopping se llena de padres, madres, abuelos y abuelas acompañando a niños, niñas y adolescentes a intercambiar figuritas del Mundial.
“Es una instancia comunitaria y familiar”, sostuvo Carolina, una abuela que se encontraba en el lugar en una tarde de viernes.
Aquel día, seis mesas estaban destinadas al canje. En cada una había familias con decenas de figuritas y sus listas escritas a mano, donde tenían anotado cuáles les faltaban e iban tachando las que conseguían.
Carolina estaba con su nieto en una mesa junto a otros dos niños y un padre, llamado Maxi. “Yo ya juntaba figuritas en el Mundial del ‘86”, dijo él, y agregó: “Pero no había seiscientos y pico, eran unas 200. Y siempre te faltaba una que no encontrabas nunca”.
En ese contexto de fiebre mundialista, el fútbol era el único tema de conversación. “¿En qué posición juegan?”, le preguntó Maxi a los niños que estaban intercambiando figuritas con su hijo. Uno dijo “de cinco”, el otro “en el medio”. Luego salió la cuestión de las figuritas más valiosas: “Messi se cambia por más de diez figuritas”, dijo uno. “Yo lo cambio por cinco paquetes”, sostuvo otro.
A pocos metros, había una mesa donde dos niñas con sus padres intercambiaban figuritas con otro niño y su papá. “Ahora nos faltan como 200”, comentó la mamá de las chicas, “pero antes nos faltaban más, y acá pudimos conseguir como 100”.
El padre del niño, por su parte, contó que vino de Salto para visitar a su familia y aprovechó para ir al shopping con su hijo para “ponerse al día” con el álbum. “Nos quedaban cinco y ahora ya bajamos a tres, así que capaz que hoy lo completamos”, mencionó.