A mediados de este año se encendieron las alarmas en el fútbol infantil. La International Football Association Board (IFAB), entidad que asesora a la FIFA sobre las reglas de juego en el fútbol, emitió un comunicado recomendando prohibir los cabezazos en el fútbol de niños.
La medida ya se estaba aplicando en los Estados Unidos desde hacía por lo menos un par de años y la Asociación del Fútbol de Inglaterra resolvió este año comenzar una experiencia piloto para ver si se comprueban los temores que hay respecto al tema y ahí sí extender la prohibición con al menos algo de evidencia científica.
¿Qué pasa en Uruguay? Por lo pronto, la Organización Nacional del Fútbol Infantil (ONFI) adoptó una posición de cautela, manteniéndose alerta e informada sobre todo lo que vaya sucediendo para con el tiempo, si es necesario, tomar medidas (ver recuadro).
Por el lado de la medicina y la ciencia, la Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP) organizó hace un par de semanas una actividad informativa a cargo de su Comité de Actividad Física y Deporte que integran pediatras, neuropediatras y especialistas en medicina del deporte.
El médico deportólogo Tulio Peralta, integrante de dicho comité y con 10 años de trabajo en la captación (niños) del Club Atlético Peñarol, comentó a El País que en el fútbol ya había comenzado a plantearse la pregunta sobre cuál sería la causa de la mayor presencia de enfermedades neurodegenerativas entre los futbolistas.
“En estudios recientes de los últimos años se ha visto que futbolistas que han dedicado muchos años a su carrera, jugando y entrenando, tienen una mayor incidencia de enfermedades neurodegenerativas, como por ejemplo Alzheimer, y de encefalopatía traumática crónica, que son daños cerebrales relacionados con impactos repetidos”, señaló Peralta.
Lo primero en lo que se pensó fue en los golpes en la cabeza que reciben los deportistas, no solamente los grandes golpes que pueden provocar una pérdida del conocimiento, sino también aquellos pequeños golpes que tienen al cabecear el balón.
“En el momento no provocan síntomas, el futbolista sigue jugando sin ningún tipo de problema, pero surge la pregunta de si esos pequeños golpes reiterados cientos de veces a lo largo del tiempo no terminan provocando un daño que se va acumulando y finalmente deriva en una enfermedad neurodegenerativa”, explicó el deportólogo.
Es aquí que entra en escena el fútbol infantil, porque los golpes estarían comenzando en ese momento de la vida. Además, los niños son una población a prestar especial atención en el tema por varias razones.
“Tienen un cerebro en desarrollo más susceptible a ser dañado por impactos y no tienen todavía desarrollada la estabilidad de la cabeza. Por ejemplo, no tienen una musculatura fuerte en el cuello que les permita saltar a cabecear con la cabeza estable. La cabeza tiene movimientos más repentinos, menos controlados y eso, por supuesto, repercute en la estructura del cerebro”, destacó Peralta.
El médico agregó que los niños tampoco tienen tan desarrollada la visión periférica, lo que hace que no puedan visualizar que van a correr el riesgo de chocar con un rival.
Por su parte, el neuropediatra Federico Baltar contó a El País que lo que se está analizando es si todas estas características del niño determinan consecuencias a largo plazo, ya que en principio no se están registrando consecuencias en el corto plazo.
“Los problemas que se podrían generar, los neuropediatras no los vemos porque las patologías de las que se está hablando ocurren a una edad adulta avanzada, a partir de la tercera década de vida”, explicó.
Añadió que existe una serie de estudios en los que se trató de demostrar si había trastornos a nivel cognitivo o de la memoria en niños y deportistas jóvenes expuestos a determinada cantidad de cabezazos. “Los resultados son bastantes controversiales, no hay evidencia ni para un lado ni para el otro”, apuntó.
Tanto Peralta como Baltar destacaron que los cabezazos en el fútbol infantil son excepcionales. “Los niños no los usan mucho porque tienen miedo o porque no saben cómo hacerlo. Prefieren esperar que pique la pelota en el suelo para luego pegarle”, señaló Peralta.
Por su parte Baltar aclaró que la encefalopatía traumática crónica, que es la lesión que preocupa, no ocurre por cabezazos en el corto plazo.
“De hecho en el fútbol, lo que se llaman traumatismos encefalocraneanos catastróficos, que son lesiones de entidad importante que pueden hasta requerir una cirugía, son muy excepcionales y más en el fútbol infantil. Un estudio estimaba que la prevalencia de estos traumatismos en el fútbol era de 0,08 en 100 mil, o sea muy baja”, dijo el neuropediatra a El País.
ONFI espera que haya más estudios científicos
La Organización Nacional del Fútbol Infantil (ONFI)resolvió esperar que la ciencia siga avanzando en el estudio de este tema y que se tengan bases científicas más sólidas para tomar medidas.
“Estamos cautos y lo estuvimos conversando con el doctor José Veloso, responsable de salud de la Secretaría Nacional de Deportes. Tenemos que ser responsables y respetuosos de los estudios que se están llevando adelante”, dijo a El País, Eduardo Mosegui, presidente de ONFI.
Mientras se espera señaló que podrían tomarse medidas como intentar evitar los cabezazos en los entrenamientos o cuidar el material del balón. Valoró que sociedades como la SUP estén analizando el tema porque lo hacen teniendo en cuenta la idiosincrasia uruguaya y la importancia que tiene el fútbol para nuestra sociedad. “Es bueno que se den estos debates, ojalá hubiera más”, comentó.
Se aconseja prevenir.
“Estamos en una etapa donde aún hay muchas preguntas sin contestar, pero en esta situación de incertidumbre y tratándose de niños y de la salud cerebral, nos inclinamos por recomendar ser más precavidos. Si en todo caso después hay que retroceder, es mejor hacerlo sobre una medida excesiva de protección, pero no lamentarnos por no haber tomado una medida preventiva a tiempo. Esa sería la conclusión grande que tomamos en este grupo de trabajo”, señaló Peralta sobre la postura de la SUP.
Baltar aclaró en tanto que la SUP no está pidiendo prohibir el cabeceo, sino que la idea es analizar por qué asociaciones tan importantes como la FIFA o las federaciones de Estados Unidos e Inglaterra están adoptando estas medidas.
Ambos profesionales dejaron en claro que ante todo están los beneficios que a corto y largo plazo provoca practicar un deporte. “Más allá de los riesgos que pueda haber, está claro que la actividad física es beneficiosa para la salud cerebral y física, para la socialización y para lo que se gana en disciplina; todo eso ayuda al desarrollo del niño como persona”, concluyó Peralta alentando a seguir disfrutando del fútbol.
Cuidar el material y la velocidad de las pelotas
El médico deportólogo Tulio Peralta señaló que “tenemos que pensar en una transición del fútbol infantil a juveniles donde, de momento, no se está planteando eliminar el cabezazo”. Lo que propone entonces es seguir una serie de recomendaciones para contrarrestar los posibles efectos nocivos de cabecear.
“Para manejar algunos ejemplos prácticos, que incluso aparecen en algunos libros de medicina, se recomienda usar un balón que no sea, en promedio, del tamaño de la cabeza de los jugadores de esa categoría”, indicó.
Otro punto importante es evitar las pelotas de materiales muy pesados. De todas formas aclaró que más que el material con que está hecho el balón –que hoy es bastante liviano–, lo que importa es la velocidad que alcanza. “Cabecear tomando la pelota con tanta velocidad es lo que en realidad podría determinar mayor daño”, explicó el especialista.
También dijo que en el caso de los niños es muy importante entrenarlos en mantener la atención, en ganar en concentración, estar compenetrados con el juego y evitar pegarle un pelotazo a alguien que esté distraído. “Son medidas muy simples, pero ayudan mucho”, apuntó.
Señaló además que se maneja la posibilidad de usar pelotas muy livianas, del estilo de globos de cumpleaños, para por lo menos entrenar el gesto técnico del cabezazo: cómo saltar, cómo acomodar el cuerpo, cómo protegerse con los brazos. “Creo que el gesto técnico se debe entrenar porque ayuda a mantener el cuerpo estable y eso protege no solo a la cabeza, sino también el cuello y la columna”, detalló Peralta.
El deportólogo también planteó que habría que analizar si prohibir cabecear no podría llegar a ser contraproducente. “No sea cosa que eviten disputar un balón con la cabeza, pero lo hagan con rodillazos, planchas o patadones, que pueden ser más peligrosos”, alertó.