Qué es el slow living: estar presentes y vivir sin prisa

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Bioconstrucción

ESTILO DE VIDA

Qué implica vivir y trabajar de forma suave y en sintonía con la naturaleza.

Casi todo el mundo alguna vez ha sentido que vive corriendo y que no tiene tiempo para sí mismo. Frente a este modo de vida apurado e impetuoso, existe otra forma de habitar el mundo: el slow living. En esta nota tres uruguayos relatan cómo ha sido su búsqueda de un cotidiano menos precipitado y de qué manera lo viven hoy.

Tiempo al tiempo.

“El slow living que me propongo no es lento, sino suave”, afirmó Pedro Airaldo, director de la empresa de bioconstrucción Organiko Uruguay. Para él, este estilo de vida implica “responder de una forma más amable con uno mismo y los demás”, cosa que no pasa si uno “anda corriendo y se estresa”.

Lo anterior influye en su forma de trabajar: “Cuando nos encontramos en obra no hay insultos ni agresiones, estamos laburando contentos de lo que hacemos y de la relación que hay entre nosotros”. Pero no solo tiene que ver con lo vincular, sino también con “tener el tiempo de contemplar qué es lo que estás haciendo para conectar con ello y disfrutarlo más”.

Cuando Ana Paula Villanueva conoció el concepto de slow living resonó mucho con la idea de “estar presente” y “no correr atrás de la zanahoria”. “Pertenezco a una generación que fue atravesada por el boom de la globalización, entonces parecería que todos tenemos que viajar a todos lados y hacer tantas cosas y yo no quiero tener todas las vidas posibles ni ser y hacer todo”, sostuvo.

Para ella, el slow living no es tener una vida a modo tortuga, sino “darse los tiempos y no estar pensando en mil cosas a la vez”. En este sentido, aseguró: “Es importante abrazar los procesos y contactar con el goce de lo pequeño”. Ella trabaja dando clases de tejido en telar.

Por su parte, Florencia Suárez concuerda con la importancia de “contemplar las pequeñas cosas”, como puede ser “tomar el café en el patio o salir a caminar por la noche, estando presente y siendo consciente de cómo estoy”. Ella es socia fundadora de Arkan Arquitectura, una empresa que involucra aspectos de la bioconstrucción y el slow living, y entiende este estilo de vida como no estar corriendo de un lado a otro y tener espacios de “calma y disfrute” para uno mismo.

Ana Paula Villanueva
Ana Paula Villanueva.

Los orígenes.

A los 15 años Pedro Airaldo comenzó a dedicarse a la marinería. Terminó trabajando en los barcos mercantes, viviendo una vida que no le gustaba: “El mundo de los barcos es violento, con muchos excesos, machismo y, sobre todo, mucho tiempo fuera de tu casa”, expresó.

Cierto día decidió que no quería seguir así y se embarcó en otra travesía: la de la permacultura y la bioconstrucción. Organiko existe desde hace dos años con el objetivo de asegurar que “el sueño del hogar no se vuelva una pesadilla, que empiece y termine con amor”.

En el caso de Ana Paula, reconoce el inicio de la maternidad como un punto clave en la construcción de su estilo de vida: “En un momento me vi corriendo con mi bebé colgado de la teta para atender gente y creo que eso fue un momento bisagra”.

Hace casi cuatro años que tiene su casa en el bosque. “Hay mucha información que trae la naturaleza y para poder contemplarla hay que vivir suave”, afirmó. Con la ayuda de Pedro está construyendo un nuevo espacio de madera y barro: “Llevará dos años de trabajo, pero he descubierto que se puede ir más lento y lograr los objetivos”, aseguró.

Y añadió: “También padezco el mal de época que es la ansiedad, pero son instantes. Con la construcción he aprendido a darle tiempo al tiempo para que las cosas se manifiesten”.

Florencia adquirió su gusto por el ritmo de vida suave siendo niña, pues se crió en el campo y siempre estuvo en contacto con la naturaleza. Cuando fue a estudiar a Montevideo conectó con su actual socia porque ambas tuvieron una infancia similar. Hace siete meses que llevan adelante su propio estudio de arquitectura.

Según ella, es posible prosperar en un nuevo emprendimiento a la par de mantener el slow living. “Lo principal es ser consciente de qué es lo que querés para tomar decisiones, rechazar lo que tengas que rechazar y darte espacio”, indicó. Y admitió que sí, el camino se hace “un poco más lento”, pero al mismo tiempo se disfruta mucho más.

Arkan Arquitectura
Florencia y Melanie de Arkan Arquitectura.

Día a día.

Para Ana Paula, despertarse es como volver a nacer cada mañana. “Está esa idea de que hay que levantarse temprano y ser productivo, pero a mí me gusta que las mañanas sean mías y no tener que salir corriendo”, sostuvo. Eso no siempre significa levantarse tarde, pero sí darse un rato para pensar cómo uno está.

Además, organiza su vida de manera que siempre se sienta cómoda con el ritmo que lleva: “Cada vez que me veo corriendo por algo, lo suelto”. Por ejemplo, antes tenía una huerta, pero cuando empezó a dar más clases de tejido decidió dejar aquel proyecto para estar tranquila con los tiempos.

Según ella, hoy en día “el gran desafío de la humanidad es revisar cómo nos relacionamos y en eso el tiempo tiene mucho que ver”. A modo de ejemplo, cuestionó la opción de aumentar la velocidad de los audios de WhatsApp: “Si estoy apurada y tengo que poner x2 el audio que me mandaste, difícilmente pueda conectar con la emoción que estabas atravesando y lo que de verdad necesitabas decirme”.

El slow living es un estilo de vida que reivindica la importancia de disfrutar el momento presente. En este sentido, Ana Paula expresó: “No estoy esperando que llegue enero para tener 20 días libres porque todos mis días del año tienen un rato para mí y porque hago un trabajo que me encanta”.

Vinculado a lo anterior, recordó el relato de un empresario que estaba de vacaciones y, al encontrarse con un pescador, le quiso enseñar cómo podía pescar más y vender más. ‘¿Para qué?’, preguntó el pescador en el cuento. El empresario le contestó que así podría ampliar el negocio, contratar empleados y tener más tiempo libre. El otro, que pescaba pocas horas cada día para tener lo suficiente y nada más, no entendía aquel planteo y respondió: ‘Pero, ¿no es tiempo libre lo que ya tengo?’

Construir.

Según Florencia, una arquitectura alineada al slow living toma a la naturaleza como maestra y respeta sus ritmos. “Eso se ve reflejado en cómo se maneja la iluminación, la temperatura, la ventilación y el contacto con el entorno, entre otros aspectos”, señaló.

También tiene que ver con darse un tiempo para conocer a sus clientes y conectar con su necesidad, en lugar de ofrecer un producto ya acabado. Actualmente trabaja en un proyecto para dos muchachos que “se involucran mucho en el proceso, están presentes en la obra y se toman ese tiempo para su casa”.

También buscan construir con materiales naturales, como hacer el techo de paja: “Es una técnica que se está olvidando y está buenísimo que alguien quiera apostar por eso”, dijo Florencia a El País.

Asimismo, Pedro comentó que en Organiko no solo se dedican a construir, sino también a dar talleres para capacitar a las familias que están interesadas: “Me veo como un facilitador de la bioconstrucción y de hacerlo fácil, de resolver con lo que hay”, aseguró.

Para él, integrar la bioconstrucción con el slow living no es solo pensar en un diseño y materiales más ecológicos y saludables, sino que implica “un laburo interno que te hace conectar con todo, desde que vas al mercado a comprar lo que elegiste hasta cómo y con quién vas a construir”.

Por la salud de la naturaleza y de las personas.

Pedro, de Organiko, contó que con la bioconstrucción se puede lograr un diseño bioclimático que permite sostener “un invierno cálido y un verano fresco”. No es necesario tener todo el tiempo prendida la estufa a leña ni el aire acondicionado, “porque la casa está haciendo ese trabajo por sí misma”. A su vez, se puede conseguir un diseño de biohabitabilidad. “Los materiales sintéticos se van degradando de manera sutil y eso, con el tiempo, afecta la salud de las personas”, explicó. “En cambio, en una casa construida con materiales naturales “uno se siente mejor y a la larga cuida su salud”.

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