La Nación/GDA
Los moai son unas famosas esculturas de piedra que se popularizaron tras la película de Una noche en el museo. Están presentes en la Isla de Pascua desde hace varios siglos y su existencia se debe a los polinesios, que conquistaron aquella tierra solitaria e incomunicada hace 600 años, conocida como Rapa Nui. Tras diferentes especulaciones de por qué se construyeron dichas manifestaciones culturales y religiosas, un grupo de arqueólogos presume que habría hallado la respuesta definitiva de por qué se erigieron.
En diferentes partes del mundo se encuentran sitios que guardan un pasado incierto, que habla de civilizaciones pasadas que dejaron una huella a su paso y que misteriosamente desaparecieron. Junto con otros enigmas arqueológicos y descubrimientos milenarios que a diario se dan a conocer en todo el globo, los científicos de una universidad neoyorkina indicaron a qué se debió el surgimiento de los moai.
El territorio insular depende de Chile y llegar hasta allí es toda una hazaña, algo que experimentaron y con menos recursos los polinesios, cuando arribaron hace 600 años en busca de su expansión territorial. Esta comunidad se instaló allí y emplazó un estilo de vida cotidiana que terminó por agotar su recurso más valioso, la madera, lo que generó desertificación en el suelo y la imposibilidad de que la biodiversidad se desarrolle. Esto trajo un grave problema ambiental para ellos, que empeoró su estadía tras reglas políticas y sociales que dividieron a la población.
No obstante, los Rapa Nui [así los identificaron los europeos al divisarlos] dejaron una marca considerable en esa tierra. Miles de esculturas de piedra de seres humanos con cuerpos pequeños y cabezas gigantes. Estas sobrevivieron a las inclemencias del clima y se convirtieron en un símbolo identitario local.
Investigadores de la Universidad Binghamton de Nueva York se dirigieron hacia la isla para estudiar de cerca algunos parámetros que se pasaron por alto en anteriores análisis. Así se detalla en el artículo que se publicó en el sitio oficial de la unidad académica. Cabe remarcar que hasta la fecha, se especuló con que estas estatuas se erigieron con un fin religioso, o más bien, para adorar al jefe de la tribu.
La explicación que dieron se vinculó a la falta de agua potable, ya que esta depende íntegramente de los acuíferos. Cuando esta brotaba desde la tierra, los polinesios la bebían, sin embargo, ante la creciente población, demandaron más y más, lo que los habría obligado a extraer las piedras en busca de este líquido imprescindible.
Cuando el agua de lluvia cae al suelo, esta la absorbe y se acumula en los depósitos subterráneos. Al llenarse brota naturalmente a la superficie gracias al terreno volcánico poroso de la isla. Es por ello que, durante la marea baja, suelen formarse pequeños cursos de agua cerca de la playa que van hacia el mar. Esto lo aprovecharon los nativos durante su estadía allí y fue motivo de extrañamiento para los colonos neerlandeses que arribaron por primera vez a la isla y creyeron que los indígenas bebían agua salada.
“Los suelos volcánicos porosos absorben rápidamente la lluvia, lo que resulta en una falta de arroyos y ríos. Afortunadamente, el agua bajo tierra fluye cuesta abajo y finalmente sale del suelo directamente en el punto en el que la roca subterránea porosa se encuentra con el océano”, desarrolló Carl Lipo, antropólogo de la Universidad de Binghamton.
Por último, describió por qué se ubicaron los moai a lo largo de la costa. Esto se trataría de un agradecimiento o pedido de milagro para que el agua brote. “Ahora que sabemos más sobre la ubicación del agua dulce […] la ubicación de estos monumentos y otras características tiene mucho sentido (...) Están ubicados donde hay disponibilidad inmediata de agua dulce”, sumó Lipo.