Sala Verdi: un teatro único con las pinturas de un artista suizo ocultas en sus paredes

El teatro, que actualmente es sede del festival Montevideo de las Artes, tiene unas características que lo hacen único en Montevideo.

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Escenario de la Sala Verdi
Escenario de la Sala Verdi.
Foto: Leonardo Mainé

El cartel se ve de lejos: unas letras plateadas y macizas que dicen, como coronando la fachada, Sala Verdi. Hacia arriba, tres ventanas en forma de arco y una inscripción: Instituto Verdi, 1890. Hacia abajo, tres puertas de vidrio y hierros negros, y, entre medio, dos bustos. Uno de Giuseppe Verdi y otro de Richard Wagner. Durante un tiempo hubo, debajo de Wagner, un signo de pregunta. Era un grafiti que luego taparon, pero nadie sabe por qué, en realidad, en un lugar que lleva el nombre de uno de los compositores italianos más importantes de todos los tiempos pusieron, también, la escultura del alemán.

Por dentro, la Sala Verdi es una extrañeza, algo difícil de encontrar: un teatro a la italiana pero reducido, pequeño, íntimo. Tiene una platea y dos tertulias y una capacidad total de 250 butacas. Todo lo que sucede en el escenario de la Verdi es cercano, casi privado.

“Este tipo de teatro es un formato en extinción: teatros a la italiana con ese aforo tan pequeño casi no existen porque dejan de ser rentables, solo pueden funcionar en el ámbito de lo público- la Verdi depende del Departamento de Cultura de la Intendencia-. Los teatros a la italiana que perduran son de 600 personas para arriba”, dice Gustavo Zidan, actor y director del lugar.

Eso hace que esta sala en pleno centro de Montevideo de más de 130 años sea distinta a todas las de la ciudad: ninguna es tan próxima y tiene, a la vez, tanta elegancia como la Sala Verdi.

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La Sala Verdi de Montevideo.
Foto: Leonardo Mainé

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Lo que se sabe - aunque no es mucho- es esto: que en 1890 los músicos uruguayos Francisco y Luis Sambucetti crearon el Instituto Verdi y que fue el ingeniero británico John Adams el que estuvo al frente de la obra del edificio donde funcionaría, que fue inaugurado cuatro años después, que luego, en 1910 y en 1954, tuvo algunas reformas que modificaron la estructura original de Adams, que durante años pasaron por allí las orquestas sinfónicas y los cantantes líricos más importantes del país y de la escena internacional, que en 1946 fue adquirido por la Intendencia de Montevideo y que hace más de 50 años es una de las salas de la Comedia Nacional.

Hasta hace un tiempo no se sabía, por ejemplo, que detrás de la pintura que tiene el teatro hay intervenciones de Martino Perlasca, un pintor suizo que trabajó en Uruguay a fines del siglo XIX. Fueron descubiertas hace cuatro años por un equipo de estudiantes de una universidad de restauración de Suiza. Durante dos meses el grupo trabajó en la sala con la conducción de la restauradora Claudia Frigeiro, hasta encontrar las pinturas de Perlasca, que también dejó su obra en el Palacio Santos, en el Club Uruguay y en la Catedral de San José. En la investigación descubrieron que su trabajo está por todas partes, incluso detrás de las paredes negras del escenario.

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Investigación sobre pinturas de Martino Perlasca en la Verdi
Foto: Leonardo Mainé

Gustavo Zidan, que está al frente de la sala desde 2011, dice que era emocionante ver a las estudiantes suizas trabajar con tanto cuidado, con tanta paciencia. Que aunque no se pudieron ver del todo por los costos que eso implicaba, desde entonces saben que esos dibujos están ahí, rodeándolo todo, tapadas por siete capas de pintura, resistiendo al tiempo.

De algo de eso también habla Gustavo cuando se refiere al trabajo en la sala: del tiempo, de la paciencia, de saber actualizarse, desafiarse, mejorar.

Y hay algo que tiene claro y que lo deja orgulloso. En estos 12 años al frente de la Verdi ha logrado que tenga una identidad propia, un carácter.

“Me deja tranquilo que la Sala Verdi tiene una personalidad, que además trasciende las fronteras del país. Es un sitio que en muchos lugares de Iberoamérica se conoce, tiene referencia y prestigio. Llegar a la sala implica algo, decir que estuviste en la sala implica algo. Capaz que no competimos con otras plazas, pero tenemos eso, que para el micromundo nuestro es importante”, dice. “Creo que esto ha tenido que ver con tener el no muy fuerte. Citando a Nelly Goitiño, los teatros públicos son para todos pero no son para todos. Eso para mí ha sido muy importante, no es lo mismo dirigir un teatro público que uno independiente, no es lo mismo dirigir la Verdi que el Solís. En la Verdi me he encargado de que la sala tenga una identidad y he tenido que decirle que no a muchas cosas que trascienden mis gustos personales para que eso suceda y se mantenga”.

De un tiempo a esta parte, hay algunas cosas que siempre suceden en la Sala Verdi a lo largo del año: “La escena vocal”, un festival internacional que ha servido como vidriera de artistas jóvenes de todas partes del mundo, el festival de artes escénicas “Temporada Alta de Girona”, que se realiza en febrero y este año tiene propuestas de España, Argentina, Portugal, Colombia y Uruguay, “Verdi en la vereda”, una actividad que da cierre a cada temporada y que se realiza en la calle, la “Muestra Iberoamericana de Teatro de Montevideo” y el festival “Montevideo de las Artes”, que es organizado por el Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, en coordinación con la Sociedad Uruguaya de Actores y la Federación Uruguaya de Teatros Independientes. Además, los espectáculos de la Comedia Nacional que se presentan allí tienen preferencia absoluta.

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Fachada de la Sala Verdi
Foto: Leonardo Mainé

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La fila era de dos cuadras y un poco más y todavía faltaban 20 minutos para que fueran las ocho y media de la noche y empezara la función de Crisálida, la obra que abrió la décima edición de Montevideo de las Artes.

Era 4 de enero y las letras que dicen Sala Verdi estaban encendidas, las carteleras iluminadas, los dos faroles que están en la vereda del teatro tenían unas luces amarillas y la calle brillaba con unas lucecitas que anunciaban que allí, en el verano montevideano, estaba por ocurrir algo importante.

La entrada para cualquier obra de Montevideo de las Artes es gratuita y por orden de llegada. Cuando abrieron las puertas de la Verdi hubo personas que se quedaron sin lugar. Adentro de la sala, en la platea que estaba repleta, alguien agarró su teléfono y sacó una foto del escenario. Después apuntó hacia los costados, hacia arriba. Allí, en la estrechez del espacio, todo se puede observar en detalles, mirar con hondura.

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