SALUD 

El 24 de agosto de 2020 más de 1.500 personas decidieron donar sangre en Uruguay. Se necesitan solo 300 bolsas de sangre por día. ¿Qué pasó? Ese año cayó lunes y al otro día era feriado. Es lo mismo que sucede si se juega un clásico del fútbol uruguayo o un partido de la selección. ¿Por qué? Porque por ley el donante tiene uno o dos días libres en su trabajo.

“Durante el Mundial de Sudáfrica, los días que jugaba Uruguay los bancos de sangre estaban llenos. Pasa lo mismo en Nochebuena, Reyes, Carnaval, Semana Santa…”, advirtió Ismael Rodríguez, profesor titular de la Cátedra de Medicina Transfusional del Hospital de Clínicas de la Universidad de la República (Udelar).

La ley data de 1991, cuando se tenían 100 mil donantes de sangre por año y se pensaba que se necesitaban 150 mil. Treinta años después el número no sufrió ninguna variación, por lo que el impacto que se buscó no dio resultado.

“Ya teníamos 100 mil, seguimos teniendo 100 mil y necesitamos 100 mil; lo que tenemos que cambiar es la plataforma. La donación tiene que ser voluntaria y reiterada”, remarcó Rodríguez.

Ese es el objetivo principal al que apunta la campaña Be the 1 – Héroe en 10 minutos que impulsa la Udelar (ver recuadro). Es algo que aconseja tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Actualmente la mayoría de los donantes en Uruguay son donantes exigidos por la reposición, es decir que donan porque un familiar o amigo debe operarse y le exigen llevar donantes.

Además, en general, lo hacen una sola vez; si se repite se hace años después y quizás nuevamente para hacerle un favor a otra persona.

“Lo que queremos es lo que se llama la ‘donación reiterada’, eso quiere decir que una misma persona done al menos dos veces en un año”, señaló el docente.

Además, se busca cambiar la edad de los donantes. Actualmente predominan quienes tienen más de 40 o 50 años; lo ideal es aumentar el número de jóvenes, entre otras cosas porque tienen menos morbilidades (diabetes, hipertensión, etc.).

En Uruguay, por año se extraen unas 100 mil bolsas de sangre, lo cual cubre las necesidades del país.

“La OMS define como países de altos ingresos aquellos que tienen entre 26,7 y 32,3 donantes cada 1.000 habitantes. Uruguay tiene 29,4, quiere decir que estamos en muy buena situación. Entonces en nuestro país no hay un problema de falta de sangre, el problema que tenemos es de distribución”, aclaró Rodríguez en diálogo con El País.

En tal sentido, señaló que a veces ocurre que un lugar dispone de sangre que se puede llegar a vencer (la sangre plasmatizada, lo que es de color rojo, dura 42 días). Lo ideal es trabajar en red y que esa sangre vaya para un centro de mayor consumo ya que no todos necesitan lo mismo. “Es muy diferente un prestador que haga determinadas cirugías especializadas que otro que no”, acotó Rodríguez.

El especialista advirtió que cuando se habla de abastecimiento de sangre muchas veces la gente comprende mal. “Una cosa son los donantes y otra cosa son las bolsas que uno saca porque lo que se transfunden son bolsas. Uruguay necesita aproximadamente entre 90 mil y 92 mil bolsas al año; se habla de 120 mil donantes porque cuando se hace la entrevista de selección entre un 18% y un 22% son diferidos porque no pueden donar en ese momento”, explicó.

Para Rodríguez, alcanza con 50 mil individuos que donen dos veces al año. Aclaró que a todas las personas se les extrae la misma cantidad de sangre: 450 centímetros cúbicos.

Por otro lado, entre 35 mil y 40 mil uruguayos necesitan sangre por año. Son cifras estandarizadas a nivel internacional; por año entre el 1% y el 1,3% de la población necesita sangre.

Cerca del 20% de la sangre donada en Uruguay se utiliza en casos de trauma; únicamente se descarta 5%. “Los accidentes de tránsito prácticamente se llevan el 18% de la sangre que consume el país. Desencadenan el Protocolo de Transfusión Masiva y a veces un solo paciente se puede llevar entre 40 y 50 donantes”, dijo Rodríguez.

El segundo gran grupo que demanda sangre es el de los pacientes con cáncer.

En cuanto a cómo se distribuyen los bancos de sangre en el territorio nacional, Rodríguez señaló que lo que se debe hacer es trabajar con las comunidades, con los propios pobladores que son los que vuelcan la sangre.

“Habría que hacer un censo para analizar cuáles son las verdaderas necesidades de sangre del país por zona y por prestador de salud”, opinó el docente.

Destacó que hoy Uruguay se encuentra en un muy buen nivel porque tenemos una especialidad llamada Medicina Transfusional que se ocupa de hacer una correcta racionalización de la sangre.

“Hace unos 15 años, por ejemplo, cuando alguien se operaba del corazón tenía que llevar ocho donantes. Para una prótesis de cadera te pedían cuatro y de rodilla cuatro o seis. Hoy, por las técnicas que son más modernas, las prótesis de cadera prácticamente no llevan sangre, la de rodilla menos. Lo que pasa es que para tener abastecido su banco de sangre los prestadores de salud por cada ingreso piden uno o dos donantes”, explicó.

Rodríguez remarcó que la premisa actualmente en Uruguay y en el mundo es primero proteger al donante y segundo proteger al que va a recibir la sangre. “Tenemos que dar todas las garantías porque estamos trabajando en un plan de sangre segura”, subrayó.

Agregó que el problema de Uruguay es que no cuenta con un formulario de entrevista para la extracción de sangre unificado.

“Estamos atrás de esa medida. El año pasado, por un decreto del Poder Ejecutivo, se creó una comisión para discernir estos temas”, informó a El País.

El especialista destacó que hay que recordar que la sangre es un bien de la comunidad; es para el que la necesite. “Si se me vence sangre y no la traslado a otro centro, estoy mal utilizando un bien de todos. Los centros de extracción de sangre son los que tienen que controlar eso”, señaló sin dejar de mencionar que se procura que el Ministerio de Salud Pública sea quien supervise todos estos temas.