Una de las serpientes más grandes de Sudamérica es un nuevo registro para el país

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Hydrodynastes gigas serpiente

CIENCIA

Se confirmó la presencia de la Ñacaniñá en Uruguay; los ejemplares de esta especie alcanzan los tres metros de largo

La herpetofauna del Uruguay –reptiles y anfibios– ha añadido nuevos integrantes, entre ellos, una de las serpientes más grandes del continente. El tamaño de algunas especies registradas recientemente sorprende a Santiago Carreira, investigador del Laboratorio de Sistemática e Historia Natural de Vertebrados del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias y de la Sección Herpetología del Museo Nacional de Historia Nacional (MNHN), dado que los animales pequeños pueden pasar inadvertidos pero no los reptiles de dos o tres metros de largo.

La última especie que se suma a lista de ofidios en el país es la Hydrodynastes gigas al confirmarse su presencia en el territorio (foto principal).

Es imponente: los ejemplares adultos pueden medir cerca de tres metros de largo. Es una de las serpientes de mayor tamaño en Sudamérica. Es reconocida también por su color pardo amarillento a marrón claro, con manchas oscuras irregulares. Su mordida no es venenosa pero no quiera tener un encuentro cercano.

“Es un animal agresivo. Su mordida es fuerte y produce lesiones”, señaló Carreira. Lo recomendable es mantenerse lejos y no manipularla.
La segunda Hydrodynastes gigas o Ñacaniñá (tal como la llamaban los guaraníes) encontrada en Uruguay en la historia fue capturada en Bella Unión (Artigas), a 30 kilómetros del registro más cercano pero en Brasil. La anterior había sido colectada en el año 1959.

“Hasta ahora no se había podido comprobar”, dijo al diario El País, aunque su distribución geográfica en el continente es enorme (desde Surinam hasta Argentina).

Hasta el momento no se puede saber cuál es su abundancia en el país, pero se puede suponer que su distribución sería más amplia a lo largo del río Uruguay y sus tributarios.

Anaconda amarilla frente a las costas de Salto. Foto: tdn.uy
Anaconda amarilla frente a las costas de Salto. Foto: tdn.uy

Lo último también se aplica a Eunectes notaeus o, en su nombre común, la anaconda amarilla, que tiene una distribución restringida y no existen evidencias que permitan suponer que se reproduce en el país.

“Pasaron muchos años diciendo que se veía pero el primer ejemplar apareció en Bella Unión; se le terminó sacando el cuero y está en la Facultad de Ciencias”, explicó Carreira. Esto fue en la década de 1990; el segundo caso tardó varios años. Esta especie puede alcanzar hasta los cuatro metros de largo y los 30 kilos de peso.

“(Estas apariciones) no necesariamente están asociadas a eventos de cambio climático. Ahora hay mucha más información (personas con celulares que sacan foto a los ejemplares y las comparten en redes sociales) y, además, estos animales son acuáticos y pueden desplazarse grandes distancias pero sí llama la atención que sean animales grandes porque son más visibles”, apuntó el investigador.

En Uruguay hay cuatro especies venenosas.

Crucera: Manchas castaño oscuras o casi negras y un fino trazo blanquecino. Vive en pajonales, pastizales, bañados y cursos de agua.

Yarará: Coloración dorsal castaño oscuro a ceniciento con manchas oscuras en forma de trapecio. Vive en sierras, montes, costados de senderos, médanos.

Cascabel: Coloración dorsal castaño, pardo claro o amarillo verdoso, con rombos castaño grisáceos con borde claro. Vive en monte seco de serranías y quebradas.

Coral: Cuerpo con tríadas de anillos negros con finas líneas amarillentas; separados por bandas de color coral. Cabeza negra. Pradera abierta, sierras pedregosas, arenales.

Otras raras.

La Ñacaniñá y la anaconda amarilla no son las únicas. Del año 2000 para adelante, la herpetofauna del Uruguay registró varias especies nuevas y aumentó la distribución para otras. Una de ellas fue Waglerophis merremi, conocida como falsa yarará y hasta de un metro de largo; Taeniophallus o culebra acintada, de hasta 45 centímetros; y Atractus reticulatus (solo había un registro) o culebra reticulada, de hasta 45 centímetros. 

Carrera destacó el hallazgo de Calamodontophis paucidens o culebra jaspeada, cuyo último registro había sido en 1935 en Brasil. “No se sabía prácticamente nada y apareció en Uruguay. Es una especie muy rara”, señaló. Es pequeña: no supera los 40 centímetros de largo. La lista sigue: Philodryas olfersii olfersii o culebra de Olfers, de hasta 1,4 metros; y Tomodon dorsatus.

La lista roja de los anfibios y reptiles.

Uruguay cuenta con 48 especies nativas de anfibios y 70 de reptiles. De estas,
aproximadamente 25% y 13% están amenazadas de extinción, respectivamente, cifras
similares a las observadas a nivel global. De las 49 especies de anfibios evaluadas para elaborar la última edición de la Lista Roja de los Anfibios y Reptiles del Uruguay, cuyos autores son Santiago Carreira y Raúl Maynero, 12 se encuentran en alguna categoría de amenaza (tres están en “peligro crítico”, ocho “en peligro” y una es “vulnerable”), mientras que de las 71 especies de reptiles se identificaron ocho dentro de alguna de estas categorías (una está en “peligro crítico”, dos están “en peligro” y cinco son “vulnerables”). Siete especies (tres reptiles y cuatro anfibios) son consideradas “casi amenazadas”. Entre toda la fauna herpetológica evaluada se destaca Contomastix charrua, por ser la única especie “extinta” en tiempos recientes dentro del territorio uruguayo (no se trata solo de una extinción regional, sino global, ya que el taxón era endémico de Uruguay).

De las especies de reptiles dentro de categorías de amenaza en Uruguay, se observa a la tortuga siete quillas (Dermochelys coriacea) como el único taxón considerado “en peligro crítico”. Las especies “en peligro” son un pequeño saurio conocido como lagartija de la arena (Liolaemus occipitalis) y la víbora de cascabel (Crotalus durissus terrificus). Entre los “vulnerables” se observan dos especies de tortugas marinas (Chelonia mydas y Caretta caretta), dos saurios (Liolaemus wiegmannii y Homonota uruguayensis) y dos ofidios (Taeniophallus poecilopogon y Crotalus durissus terrificus). Carreira apuntó que la cascabel solo está bajo amenaza en el país (su caza está prohibida); no tiene problemas a nivel global.

Serpiente cascabel
Serpiente cascabel

Los mitos

Carreira se ha encargado de tirar abajo algunos mitos y leyendas surgido en torno a las serpientes. Por ejemplo, se dice que las “víboras maman de las vacas”. Como los ofidios no tienen labios ni lengua carnosa no serían capaces de succionar. También que “el ajo y el cuero las ahuyentan”. Ninguno de estos elementos espanta a las víboras.

Otra creencia es que “los ofidios tienen el cuerpo viscoso”. El cuerpo de los ofidios es completamente seco. Uno de película: “Las víboras hipnotizan a sus víctimas”. Como las serpientes no tienen párpados, solo pueden mirar fijamente, por lo que de ahí nació esta leyenda.
También se dice que “no nacen con veneno”, pero sí, nacen con él y lo necesitan para obtener su alimento.

Y el último mito: “Las víboras son animales perjudiciales”. Los ofidios, igual que otros animales, cumplen un rol en el ecosistema; por ejemplo, controlan a poblaciones de roedores.

Mordedura por víbora de coral: primer caso.

Las mordeduras por ofidios del género Micrurus son infrecuentes a nivel mundial. En Uruguay los envenenamiento son exclusivamente por crucera y yarará con una incidencia anual de unos 70 casos. Hasta 2018 no se había registrado ningún caso por mordedura de Micrurus altirostris o víbora de coral. Se trató de un hombre de 25 años, procedente de zona rural de Florida, que fue mordido en el tercer dedo de la mano izquierda al manipular a un animal. La neurotoxicidad evolucionó a una parálisis respiratoria que requirió ventilación mecánica invasiva. El individuo logró recuperarse al cuarto día de tratamiento.

El antídoto de este emponzoñamiento (suero antielapídico) presenta limitada disponibilidad a nivel mundial, no contando con el mismo en nuestro país, por lo que en casos graves, particularmente con falla respiratoria, la asistencia ventilatoria mecánica es el principal pilar terapéutico. El caso clínico fue publicado en la Revista Médica del Uruguay.

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