SALUD
Cardiólogos infantiles abogan por controles a niños de 12 años y antes a deportistas para reducir casos
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La muerte súbita en niños, adolescentes y adultos jóvenes tiene una incidencia de 0,8 a seis casos cada 100.000 habitantes por año. Para Uruguay esto reporta entre tres y nueve casos anuales, aunque “hay un subregistro” y no se sabe la cantidad de muertes súbitas reanimadas.
Mientras que Guillermo Pose, cardiólogo infantil y neonatólogo, dijo que la “frecuencia es baja”, Diego Abdala, cardiólogo infantil y profesor adjunto en la Clínica Pediátrica B de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, fue más tajante al calificar estos números como algo “bestial” para el país. Pero ambos coincidieron en que se tienen las herramientas “para disminuir muchísimo” las cifras.
El problema es dar con los pacientes, puesto que se trata de niños o adolescentes de los que no se tenía ninguna sospecha. “Son individuos de los cuales no se conocían patologías previas y que hacen un evento agudo que desencadena la muerte instantánea o en pocas horas. Es muy catastrófico porque casi siempre está involucrado un niño sano, generalmente deportista. Es lo que más impacta en la sociedad”, comentó Pose a El País.
Ese fue el caso de una niña de 12 años que murió la semana pasada al sufrir un paro cardíaco hacía gimnasia en la escuela.
Más de la mitad de los fallecidos por muerte súbita tiene antecedentes familiares que, en general, se pasan por alto. Hay dos problemas: uno es que no aparece ninguna alerta en la consulta pediátrica y no se ordena ningún examen específico para el carné de salud.
Muerte natural e inesperada; a veces inexplicable
La muerte súbita se define como un evento de muerte ocurrida de forma natural e inesperada. Puede existir o no una patología cardiovascular conocida.
Causas: algunas conocidas, otras en "la nebulosa"
¿Cómo reducir los casos? Ambos expertos, miembros del comité de cardiología infantil de la Sociedad Uruguaya de Pediatría, están elaborando un programa de detección temprana de cardiopatías. El objetivo es que todos los niños de 12 años sean sometidos a una valoración cardiológica y esta debe adelantarse si practica deportes competitivos. La elección de la edad se refiere a que en ese momento de la vida pueden aparecer enfermedades cardiovasculares importantes.
Aquí es esencial el electrocardiograma, que se basa en el registro básico de la actividad eléctrica. Es la técnica más utilizada para el diagnóstico de las enfermedades cardiovasculares y para la evaluación de arritmias. “Hacer un electrocardiograma o una ecografía es una discusión a nivel mundial. Debería ser obligatorio para el certificado de aptitud física y para el certificado de aptitud deportiva”, señaló Abdala.
Los problemas eléctricos son uno de los tres grandes grupos de causas para una muerte súbita. Puede encontrarse un síndrome de QT largo (latidos rápidos y caóticos) o corto (acortamiento del intervalo QT que representa la duración de la sístole eléctrica ventricular), un síndrome de Wolff-Parkinson-White (períodos de taquicardia) o un síndrome de Brugada (arritmias ventriculares), entre otros.
Otro grupo está conformado por las patologías estructurales (defectos anatómicos) como miocardiopatía hipertrófica (engrosamiento del miocardio), displasia arritmogénica del ventrículo derecho, anomalías coronarias, miocarditis, entre otras. “Pueden pasar desapercibidas”, afirmó Abdala.
El último grupo incluye causas como traumatismos en el tórax, hipertensión pulmonar, uso de drogas pero, también, otras que quedan “en la nebulosa”, puesto que no se pueden determinar en la anatomía patológica. “Aunque se encuentre controlado e incluso con el certificado vigente, hay un gran número de patologías que no se detectan clínicamente”, apuntó.
Reanimación eficiente: recurso fundamental.
De los casos de muerte súbita de niños y adolescentes registrados cada año, “muchos pudieron haber sido evitables”, dijo el cardiólogo pediátrico Guillermo Pose. El paciente hubiera sobrevivido si hubiera recibido una “reanimación eficiente”. Algunos recuperan la actividad cardíaca a través de este método y conforman un grupo de pacientes con muerte súbita reanimada que no se contabiliza. “Hicieron un evento adverso y tuvieron suerte de que una persona cercana lo pudo reanimar”, apuntó.
Para eso es esencial saber cómo aplicar la Cadena de Supervivencia. El primer eslabón consiste en reconocer la situación de paro cardíaco y llamar por ayuda. El segundo eslabón es realizar el masaje cardíaco de alta calidad, todo el tiempo, hasta que llegue la ayuda médica. La tercera acción es la desfibrilación precoz utilizando el desfibrilador externo automático (DEA). En un colegio o club, por ejemplo, debe haber uno siempre a mano y con personal capacitado en su uso.
El último eslabón corresponde a los cuidados posparo que son los que brindan los servicios de emergencia prehospitalarios.
Señales de alerta.
Los especialistas sostienen que la detección temprana comienza en la consulta pediátrica regular. “Aquí se deslizan algunas banderas rojas”, dijo Abdala. El médico debe interrogar al paciente (o a sus padres) si algún familiar tuvo muerte súbita o inexplicable y problemas cardíacos antes de los 50 años; también si tiene un familiar con enfermedades cardiovasculares o que haya sufrido desmayos, convulsiones o padezca síndrome de Marfan (enfermedad que afecta el tejido conectivo). Otro punto es que el paciente manifieste desmayos durante o después de practicar deporte o latidos muy rápidos o una falta de aire mayor a la de sus compañeros. También si siente un dolor opresivo en el pecho. Y si en el examen físico el pediatra encuentra un soplo, hipertensión arterial o una alteración en los pulsos de la ingle, debe remitir al paciente a un cardiólogo.
“Pasa a ser un paciente que tiene alguna posibilidad de tener una enfermedad que le vaya a producir una muerte súbita”, afirmó Abdala.
Ante cualquier sospecha, el pediatra puede pedir un electrocardiograma, pero debe aprender a leerlo. Un estudio publicado este año en los Archivos de Pediatría del Uruguay, en el que participó Abdala, se constató “un bajo nivel de autoconfianza de los estudiantes de medicina para interpretarlos”.
El profesor completó: “Hay pacientes en los que uno puede descubrir todo pero, a pesar de eso, pueden tener un evento adverso. No en todos los casos podemos prevenirlo. Pero otros sí. Un niño con una patología estructural o eléctrica va a poder hacer deporte; le vamos a decir cuál y hasta dónde puede llegar”.
Controles exhaustivos a niños deportistas.
La mayoría de los casos de muerte súbita en niños y adolescentes está relacionada con la práctica deportiva.
Por tal motivo, los cardiólogos infantiles Diego Abdala y Guillermo Pose consideran que es necesario que aquellos que realizan deporte de manera competitiva sean sometidos a una evaluación cardíaca específica y exhaustiva que permita determinar el riesgo de muerte súbita.
Abdala coordinó un estudio que involucró a 114 niños y adolescentes de 6 a 15 años de las ciudades de Migues y Montes (departamento de Canelones) que estaban inscriptos en clubes de baby fútbol y patín. Se detectaron comorbilidades en casi dos de cada 10: casos de soplos funcionales, comunicación interauricular, ductus arterioso persistente, hipertensión arterial, obesidad con dislipemia, entre otras.
El 1% de la población estudiada presentó cifras de presión arterial por encima del percentil 95.
En el 22% de los electrocardiogramas se encontraron alteraciones en el trazado, que no configuran alteraciones patológicas en la edad pediátrica. Cinco pacientes presentaron antecedentes familiares de patología cardiovascular de relevancia y un solo niño tenía antecedentes personales. Treinta y dos niños fueron citados para ser reevaluados.
Durante estudio, realizado en 2018, se identificaron dos factores de riesgo cardiovascular para muerte súbita.
Se concluye lo siguiente: “Dada la alta prevalencia en nuestro país de patología cardiovascular en la edad adulta, se debe fomentar la prevención de los factores de riesgo modificables desde edades tempranas, siendo el deporte una herramienta para ello. Es importante promover desde el consultorio una evaluación preparticipativa que certifique un bajo riesgo de muerte súbita durante la actividad física”.
Los pediatras.
La Sociedad Uruguaya de Pediatría emitió un comunicado luego de conocerse la muerte súbita de una niña de 12 años en su escuela. Tal como sostienen los cardiólogos infantiles, el organismo pone énfasis en la elaboración de protocolos que permitan profundizar el estudio cardiovascular de los niños, en particular, de aquellos que practican deporte.