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Susan Blackmore, la pandemia y la evolución de la cultura

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Susan Blackmore. Foto: archivo

PANDEMIA

La psicóloga británica sostiene que habrá un efecto dramático en términos de evolución cultural tras el confinamiento global por la pandemia por el nuevo coronavirus que acompaña al cambio climático.

El efecto de esta pandemia será dramático en términos de evolución cultural”, anticipa Susan Blackmore, una de las mayores estudiosas del mundo cuando de psicología evolutiva y, en particular, de la “memética” se trata. O, más simple, de “memes”.

Aclaremos qué es un “meme”. La palabra tiene dos acepciones según la Real Academia Española (RAE). La segunda es la más conocida: “Imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunde principalmente a través de internet”.

Todos conocemos algún “meme” de este tipo -¿el último de alcance global? Los ghaneses que bailan con un ataúd sobre sus hombros-. Pero es su primera acepción es la que interesa en términos científicos: “Rasgo cultural o de conducta que se transmite por imitación de persona a persona o de generación en generación”.

¿Y por qué importa? Porque, entre otras ventajas, permite estudiar cómo y por qué evoluciona una cultura.

“Tomemos el cambio climático como ejemplo”, propone Blackmore. “Durante décadas, los científicos han intentado que el mundo preste atención, pero recién cuando irrumpió Greta Thunberg pasó que muchos comenzaron a detenerse e involucrarse ante este desafío, que casi de inmediato se combinó con la COVID-19. Y ahora, estos dos horrores están interactuando y llegando a su apogeo al mismo tiempo, juntos impactarán en la evolución cultural”.

Vista así, la idea de “evolución cultural” puede resultar inabarcable. Pero todo esto tiene su faceta íntima, individual. Porque esta pandemia nos lleva a replantearnos hábitos de vida, prácticas laborales y prioridades, y lidiar con nuevos talentos y vicios, lo que a su vez impactará en la cultura. En formas, claro, de “memes”. Porque los humanos, según Blackmore, somos máquinas reproductoras de memes. De allí el nombre de su más famoso libro: La máquina de los memes.

“Un ‘meme’ es todo aquello de interés cultural que puede ser copiado y, por tanto, puede abarcar desde la moda hasta expresiones de fe y desde noticias falsas hasta ideas”, ahonda la académica desde su casa en las afueras de la bellísima Plymouth, en el sudoeste de Londres. Desde allí recuerda que la mitad de la humanidad se encuentra confinada en sus casas por virus, lo que provocó un incremento exponencial del uso intensivo de internet, con efectos culturales de todo tipo. Y eso tiene sus aristas positivas y preocupantes. Que van de las fake news a la idea de comunidad.

—¿Lo que usted ha observado hasta ahora durante esta pandemia reafirmó o corrigió su visión sobre los memes?
—La reafirmó. Para empezar, queda claro que la pandemia ya registró enormes efectos. Entre muchos otros, prefiero centrarme en dos que van en direcciones opuestas. Por un lado, y dado que dejamos de viajar y trasladarnos en aviones, barcos y automóviles, su impacto en el medio ambiente ha sido muy bueno, aunque probablemente temporario. Por otro, ahora estamos utilizando la tecnología para conectarnos como nunca antes, por varias razones, lo que lleva a un incremento del consumo energético por la expansión del mundo digital, expandiendo a su vez las oportunidades para la difusión de memes y de su variante tecnológica, que llamo “tremes”, llevando a la posibilidad de que esta pandemia termine agravando el cambio climático.

—¿Cuán buena -o mala- puede ser esta pandemia en términos de evolución cultural dada la velocidad exponencial con la cual circula ahora la información o, para atenerme a lo suyo, los memes, alrededor del mundo?
—No creo que podamos definirlo en términos de “bueno” o “malo”. Pero sí creo que el efecto de esta pandemia será dramático en términos de evolución cultural. Por muchas razones. La primera, porque mucha gente está aprendiendo ahora a usar nuevas tecnologías que servirán para el intercambio de todo aquello que pueda transmitirse. Segundo, porque la mayoría está ahora más sensibilizada que en tiempos normales, replicando lo que ocurre con las fake news y la tendencia a esparcir más rápido aquello que conmueve que cualquier material neutral. Tercero, porque mucha gente salió de su zona de confort, de sus rutinas, está durmiendo mal y está haciendo cosas que antes ni intentaba y maneja otros tiempos, y eso tendrá su impacto en la cultura y su evolución. Cuarto, porque las cosas que tenían relevancia antes de la pandemia han cambiado o cambiarán, y cuestiones que antes no eran importantes pasarán a serlo ahora. Tomemos el cambio climático como ejemplo. Durante décadas, los científicos han intentado que el mundo preste atención, pero recién cuando irrumpió Greta Thunberg pasó que muchos comenzaron a detenerse e involucrarse ante este desafío, que casi de inmediato se combinó con la COVID-19. Y ahora, estos dos horrores interactuando y llegando a su apogeo al mismo tiempo, juntos impactarán en la evolución cultural.

—¿Observa algo esperanzador en todo lo que estamos viviendo a partir de la pandemia?
—Desde un plano de introspección personal, ¡absolutamente! [Sonríe, mientras mira hacia la ventana] En estos momentos estoy disfrutando de la vista más hermosa posible: manzanos en flor, un pequeño puente que cruza un arroyo y un campo con vacas. ¡¿No es eso maravilloso?! Sé que mucha otra gente está pasando por lo mismo, encontrando tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas, concentrarse en el presente, en el momento, observando lo bello que nos rodea, reduciendo su estrés. No existen las pastillas para la felicidad. La felicidad pasa por apreciar las cosas bonitas, la buena gente y los buenos momentos. En estos días, muchas personas descubren facetas de sí mismas que desconocían, nuevos talentos y nuevos intereses. Eso impactará en ellas y también en la cultura. Por eso, dado que creo que este virus nos acompañará por largo tiempo, iremos gradualmente cambiando varios hábitos de vida, permitiéndonos a muchos aprender qué nos gusta y disgusta de nuestra vida previa a la pandemia.

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