Tres jóvenes uruguayas están detrás del experimento que descifra el coronovirus: cuál es su potencial

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CIENCIA

En el Institut Pasteur no tenían los reactivos recomendados; hicieron su protocolo y secuenciaron el genoma del coronavirus durante el fin de semana

Hay muchas características típicamente uruguayas en esta historia. Una es trabajar contrarreloj y la otra es agudizar el ingenio para usar lo que se tiene a mano. Esa combinación, más los conocimientos de Cecilia Salazar, Florencia Díaz y Marianoel Pereira, permitieron que estas tres jóvenes científicas uruguayas, entre otros colaboradores del Institut Pasteur de Montevideo, hicieran lo que una de ellas llamó “un empuje”.

Este fue la secuenciación de los primeros genomas completos del virus del que todos hablan, del que pocos saben algo y al que (casi) todos temen: el SARS-COV-2 que provoca el COVID-19.

La tarea recién empieza pero se va por buen camino: con más pruebas se puede saber de dónde provienen las cepas que ingresaron a Uruguay, cuándo llegaron y si hay diferentes variantes y si alguna es más virulenta que otra, entre otras posibilidades.

El COVID-19 ayer sobrepasaba los 750.000 casos globales y las 36.000 muertes. Al actual ritmo se superará la barrera del millón de contagiados antes del término de esta semana, y se observa que los casos registrados de la pandemia se multiplican por 10 en aproximadamente un mes: el 1º de febrero se superó la barrera de los 10.000, el 7 de marzo la de los 100.000, y a principios de abril, el millón.

Cómo se hizo el experimento.

Todo arrancó hace unos días. Salazar, de 35 años e integrante del Laboratorio de Genómica Microbiana del Pasteur, usa de manera rutinaria un secuenciador portátil llamado Nanopore MinION, que es un poco más grande que un cargador de celular, que arroja información genética de muestras de cualquier organismo en menos de 24 horas. El genoma, incluido el de los virus, son las instrucciones moleculares necesarias para su funcionamiento y la transmisión a la descendencia. En el caso del SARS-COV2, que tiene un genoma ARN (ácido ribonucleico), se hace la conversión química para pasar a ADN. La información es transferida a un sistema informático donde es analizada y ese proceso lleva unos días. Al aplicar modelos matemáticos y bioinformáticos se puede reconstruir la historia evolutiva del virus.

Para el paso previo, es decir, la secuenciación, Salazar entrenó rápidamente a Florencia Díaz, de 29 años, estudiante de doctorado del Laboratorio de Interacción Hospedero-Patógeno (que estudia, fundamentalmente, la Enfermedad de Chagas) y está especializada en otra técnica. También se sumó Marianoel Pereira, de 34 años, investigadora asistente en el Laboratorio de Evolución Experimental de Virus, y que estudia la evolución viral para comprender cómo los virus cambian en acción. Y vaya que este coronavirus es un reto.

El SARS-CoV-2 (objetos redondos magenta) -virus que causa el COVID-19- emergiendo de la superficie de las células cultivadas en el laboratorio. Foto: NIAID-RML
El SARS-CoV-2 (objetos redondos magenta) -virus que causa el COVID-19- emergiendo de la superficie de las células cultivadas en el laboratorio. Foto: NIAID-RML

“Es nuevo y se está obteniendo mucha información en poco tiempo pero la que tenemos es limitada. No está demostrado empíricamente que alguna de las cepas que circulan por el mundo sea más o menos virulenta o se transmita más o menos rápido. Todo eso no se sabe”, dijo al diario El País.

Salazar contó que ya se habían puesto en contacto con los desarrolladores de los protocolos de secuenciación para la muestras de coronavirus, quienes les enviaron algunos reactivos para trabajar con el Nanopore MinION. Estos recién llegaron el viernes pasado. Pero la correspondencia presentó una dificultad. El protocolo recomendaba usar ciertos insumos que el equipo no tenía disponibles y que ante la premura y el cierre de fronteras no iban a conseguirse. “Nos manejamos con lo que teníamos antes de la epidemia. Nos fuimos adaptando. No sabíamos si iba a funcionar”, relató.

A partir de las 9 de la mañana del sábado, en un Institut Pasteur casi vacío, comenzaron a probar con lo que creían que podía funcionar. “Cada paso que salía bien lo festejábamos”, apuntó Salazar. “Fueron dos días bastante cansadores”, añadió Díaz. Para la tarde del domingo ya tenían resultados: los primeros genomas de SARS-COV-2 a partir de las muestras de 10 pacientes uruguayos y conseguidos con un protocolo diferente.

“Uruguay es el sexto país de la región en tener secuenciado el virus que está circulando en su población”, comentó Díaz.

Los otros son Ecuador, Perú, Colombia, Chile y Brasil. En el mundo, por ahora, hay alrededor de 2.000 genomas completos. Por ejemplo, así se sabe que el virus que está haciendo estragos en Españano es exactamente la misma versión del que salió de la localidad china de Wuham. Y, de esta manera, se puede saber si el virus que se transmite en Uruguay sigue una trayectoria entre diferentes países o rutas de transmisión.

Así lo explicó la viróloga Pereira: “Estas pruebas sirven para saber de dónde derivan estas primeras cepas (llegadas al país) y ver qué cambios pueden haber tenido en el genoma. Lo que sabemos, por ejemplo, por evidencia indirecta y todavía no por secuenciación, es que parece que las variantes que están circulando en Uruguay serían diferentes a las que circulaban en un primer momento en China”.

Tácticas de combate.

Conocer el virus es la mejor forma para saber cómo atacarlo. Con más datos –como se van a empezar a obtener a partir de esta semana gracias al convenio de la institución con el Ministerio de Salud Pública para reforzar el diagnóstico de la enfermedad en un esfuerzo paralelo al de la secuenciación–, se podrá conocer, por ejemplo, de que brote ocurre otro en un departamento específico o determinar el momento de ingreso al país.

Conocer los tiempos epidemiológicos es fundamental para saber si las medidas de control son las adecuadas. Conocer las mutaciones a través de la secuenciación permite saber cómo se comporta el virus a media que infecta a las mujeres, a los hombres, a los ancianos o a los niños y así tomar decisiones en salud pública.

“Es un virus nuevo y todos los seres humanos somos susceptibles. Está cambiando muy rápido porque hay una presión del sistema inmunitario que hace que tenga mutaciones para tratar de evadirlo. Podría suceder que una persona que se infecta con una variante del coronavirus acumule ciertas mutaciones en su proprio organismo después de un tiempo”, explicó Pereira.

Lo que se sabe hasta el momento es que es un coronavirus de ARN que se caracteriza por tener uno de los tamaños de genoma más grandes conocidos. “Es verdad que se han conocido otros coronavirus humanos que parecían más letales como el SARS y el MERS (los otros dos coronavirus que han causado brotes epidémicos recientemente); sin embargo, no parecían transmitirse tan rápido. Y que muchas personas asintomáticas lo transmiten. Esos son los principales desafíos”, señaló Pereira.

Determinar la capacidad de mutación y sus distintas caras es clave para saber si bastará con una vacuna para erradicarlo o, si, por el contrario, volverá cada temporada en una forma diferente como sucede con la gripeque muta mucho más rápido por lo que cada año se necesita una nueva vacuna. Conocer al enemigo es parte del plan de ofensiva.

Más involucrados en las pruebas.

A partir de ayer, el Institut Pasteur de Montevideo comienza a realizar diagnósticos de coronavirus en convenio con el Ministerio de Salud Pública. No es la única institución que se suma: también lo harán el Hospital de Clínicas, el Laboratorio de Virología Molecular de Salto, el Hospital Maciel y el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable. De esta forma, se refuerza la capacidad de dignóstico del país.

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