Trinidad Guevara, la actriz uruguaya que fue amante de un presidente, "abandonó" a su hija y fue figura en Buenos Aires

Se cumplen 150 años de la muerte de una de las primeras actrices del Río de la Plata. Esta es su historia.

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Trinidad Guevara en el libro Uruguayas rebeldes II
Trinidad Guevara en el libro Uruguayas rebeldes II

Era 1811. En la Banda Oriental, reunidos a las orillas del Arroyo Asencio, un grupo de personas decidieron emprender las primeras acciones revolucionarias contra las autoridades españolas que gobernaban en Montevideo.José Gervasio Artigasy su gente tomaron parte del territorio ocupado por los europeos y, el 18 de mayo, él y sus tropas lograron vencerlos en la Batalla de las Piedras. Poco después, el ejército Oriental, que recibía órdenes de la Junta de Buenos Aires, decidió sitiar la ciudad de Montevideo, que era la única que aún tenían los españoles.

Mientras todo eso pasaba, el entonces gobernador de Montevideo, Antonio Olaguer Feliú, parte del ejército español, mandó a construir, en un corral, la Casa de las Comedias: un teatro para distraer a los habitantes de la ciudad, un lugar en el que no puedan pensar en la revolución, ni en el sitio, ni en las batallas.

Antes de que este corral se convirtiera en el primer teatro de la historia del Uruguay, hay, dicen, unos pocos antecedentes: un espectáculo de títeres, un circo callejero.

Era un galpón modesto pero amplio, con techo de tejuelas. No se sabe si tenía un escenario, si tenía una platea amplia, si tenía palcos. Lo que sí se sabe es que un día de 1811, cuando tenía 13 años, una joven llamada Trinidad Ladrón de Guevara, actuó allí por primera vez.

Sobre ella tampoco se sabe demasiado. Pero los datos que hay alcanzan para pensar algunas cosas, para preguntarse otras.

Dicen que nació en Villa Soriano, en la casa de Juan Bautista Mendoza, un comerciante español. La casa era la residencia de su familia: una construcción de paredes de ladrillo, robustas, con un patio en el centro y un aljibe. Dicen que su padre era actor y su madre una criolla. Dicen que aprendió el oficio de su padre y que ese día, en la Casa de las Comedias, fue dirigida, como actriz secundaria, por Bartolomé Hidalgo. Dicen que tres años después, a los 17, tuvo su primer papel como actriz principal. Dicen que había algo, en su rostro, en los rasgos delicados y frágiles, en la boca fina, en el cabello espeso, en una voz que nunca titubeaba cuando estaba ante el público, en su forma de decir, que cautivaba.

A los 17 años, también, tuvo un romance con Manuel Oribe, militar, futuro presidente del Uruguay, seis años mayor que ella, hijo de una familia Patricia. Él había conseguido una casa solo para ella y, aunque no se mostraban en público, era sabido que los dos pasaban mucho tiempo juntos en aquella casa en plena ciudad de Montevideo.

Un año después Trinidad quedó embarazada. Tuvo una niña. Le llamó Carolina y la entregó a la familia de su amante para que fuese criada por ellos.

“Si imaginamos una ciudad sitiada por el horror y la muerte, cuesta imaginar una mujer en un paisaje de sangre, desafiando lo establecido, elevándose por encima de la guerra, los prejuicios y el poder masculino como único referente válido”, dice Marianella Morena, directora teatral y dramaturga que, en 2011, estrenó la obra Trinidad Guevara, mi lengua cambia la Historia.

Hay, alrededor de su figura, algunas historias: la que dice que, con 18 años, caminó por las calles a plena luz del día cargando consigo las butacas de la Casa de las Comedias, traídas de Europa; la que dice que vivía en una casa sin muebles, que todos los hombres tenían algo que decir sobre ella, que era singular, distinta.

A los 18 viajó a Buenos Aires junto a Oribe y se incorporó al elenco del Teatro Coliseo. Un año después, Trinidad Guevara, nacida en la Banda Oriental, era la actriz preferida del público porteño.

Sobre su pasaje por el teatro de Buenos Aires también hay muchas historias, muchas leyendas. Una de ellas es que tuvo una rivalidad - artística y personal- con una mujer de la cual lo único que se sabe es un apellido, Ujier, y que se enfrentaban a través de la prensa, pero que el público siempre la eligió a ella. También, que se convirtió en una referente del arte dramático y que durante varios años lideró la compañía del Coliseo, que fue la primera actriz en interpretar papeles masculinos y que lo hizo de tal forma que incluso el público no se dio cuenta, que tenía una dicción perfecta, que sus personajes tenían la humanidad de quien ha vivido todo.

“Fue pionera en desarrollar un estilo de actuación propio, desmarcándose de las tendencias europeas”, cuenta Morena, que estrenó la obra tanto en Montevideo como en Buenos Aires.

Tuvo siete hijos de distintos amantes y fue tema de conversación en las tertulias de todo el Río de la Plata. Y sin embargo ella siguió actuando, porque, en el escenario, no había nada más, no importaba nada más. Así lo hizo durante 46 años, cuando, habiendo regresado a Montevideo, anunció su retiro.

“Se rebeló sin miedo frente a los paradigmas sociales, culturales, familiares y escénicos de la época. Supo hacer frente a la falsa moral y se dejó guiar por su intuición, convirtiéndose en una líder de la escena teatral del Río de la Plata. Por ser revolucionaria nunca dejó de ser mujer y madre, imponiendo frente al. machismo imperante un nuevo lenguaje erótico dentro y fuera de la escena”, dice sobre ella Morena.

Murió en julio de 1873. El próximo 24 se cumplen 150 años de ese día. En Buenos Aires hay un teatro que se llama así: Teatro Municipal Trinidad Guevara. Hay, además, una calle que lleva su nombre. En Montevideo también. Sin embargo, todavía su historia no fue contada.

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