BUDISMO
Lama Rinchen estuvo de gira por Sudamérica para acercar el budismo a la gente de la región.
Hay un maestro tibetano que es uruguayo. Es uruguayo, reside en España y dirige la Fundación Sakya, una organización sin fines de lucro cuya misión es preservar las enseñanzas budistas y promover valores universales. Es uruguayo, está de gira por Sudamérica y la semana pasada estuvo acá, en su país natal. Su nombre es ven. Lama Rinchen Gyaltsen.
-– ¿Cómo empezó su vínculo con el budismo?
-– En el año 1993 estaba viviendo en Estados Unidos y pertenecía a dos grupos de meditación. En uno de ellos tenía unos amigos argentinos que me invitaron a un centro de retiros en las afueras de Nueva York y cuando me mostraron el catálogo de eventos vi que habría un taller con un maestro tibetano. Fui por curiosidad, porque había escuchado que el budismo tibetano tenía enseñanzas muy profundas, y quedé muy impresionado con lo profundo y a la vez práctico que es.
-– ¿Qué es lo que más le impresionó?
-– Primero, que el budismo sostiene que no tiene la verdad. Eso es muy raro, porque todas las religiones proclaman lo contrario. Aquí no tenemos la verdad porque la verdad no se puede tener, o sea, es inexpresable, entonces las enseñanzas y el legado del Buda son una señalización para que cada uno busque esa verdad.
La otra cosa que me sorprendió fue lo práctico que es el budismo. Por encima de todo es pragmático, quiere resultados, quiere ser efectivo. Por supuesto que hay cosmología, está la idea de renacer y tener mejores vidas, pero por encima de todo lo que queremos es mejorar como personas, hacer cambios genuinos y concretos.
-– ¿Este interés por la espiritualidad lo tiene desde niño?
-– Nunca me vi como una persona religiosa, pero a partir de los 12 años empecé a ir a la biblioteca y sacar libros sobre temas como qué pasa después de la muerte, si hay espíritus, magia, diferentes leyendas… Entonces sí, había una búsqueda. A los 18 años empecé a practicar la meditación de una manera formal a raíz de la invitación de un amigo de secundaria.
-– ¿Cómo define la meditación?
-– Desde la perspectiva budista, la meditación es cultivar estados puros, sublimes, virtuosos. Se trata de un ejercicio mental que desarrollamos para mejorar nuestras facultades cognitivas, la atención, el altruismo y demás; una técnica o un protocolo que sirve para mejorar un aspecto de nuestro ser interno.
La meditación se puede resumir en cuatro categorías: la de la sabiduría, que implica una mejor comprensión de quiénes somos, la del altruismo, el amor y la compasión, la de la atención, que incluye estabilidad y claridad, y luego la de la virtud, que comprende ética, paciencia, entusiasmo y demás.
Muchos ven la meditación como un complemento, un instrumento para rendir más o una herramienta terapéutica, pero tiene mucho más que ofrecer. Es una oportunidad para ir directamente a ese anhelo básico, al motor de nuestra existencia, que es lograr felicidad y bienestar, pero sin usar métodos de compensación para distraernos, sino cuestionando de dónde viene esta necesidad y cómo atenderla.
-– ¿En qué aspectos del día a día ha notado que el budismo influyó en usted?
-– La primera vez que lo noté fue después de unos años, cuando iba conduciendo en Estados Unidos en una zona con mucho tráfico. Iba con una amiga del secundario con la que no me veía desde hace tres años, y ella estaba asombrada de lo tranquilo que yo estaba en el tráfico. Entonces, me preguntó cómo podía estar así, y le dije: ‘Debe ser la meditación’.
La meditación me dio más resiliencia y me permitió tolerar situaciones de inquietud, de incertidumbre y de actitudes negativas de los demás. También estaba menos ansioso al tomar exámenes en el colegio y eso me hizo rendir mucho mejor. Y, a nivel personal, antes era una persona tímida, pero ahora no tengo vergüenza de hablar en público.
-– Las enseñanzas del budismo tienen muchos años de antigüedad. ¿Es fácil aplicarlas en la actualidad?
Por un lado, sí. El budismo atiende los aspectos fundamentales del ser humano y eso va más allá de las culturas y atraviesa todos los siglos. Ahora bien, nuestro reto es comunicar esta filosofía y estas prácticas en un vocabulario nuevo y crear una rampa para que las personas tengan acceso a estas profundas enseñanzas que han sido protegidas por los tibetanos a través de los siglos.
Por ejemplo, su santidad el dalai lama compuso un libro que se llama El Arte de vivir en el nuevo milenio: una guía ética para el futuro en donde argumenta que la nueva ética no debe ser una moralidad religiosa, sino que tiene que surgir del reconocimiento de la interdependencia. Antiguamente las comunidades vivían muy aisladas y eran autosuficientes, pero en el mundo moderno es innegable la interdependencia. Esto quiere decir que si tú quieres ser feliz, necesitas trabajar y garantizar la felicidad de tu vecino. El juego ahora es así: si quiero ganar, tengo que asegurar que todos ganen. Y eso se ve a nivel sanitario, medioambiental, económico y demás.
-– ¿Cualquier persona que empiece a interiorizarse en el budismo puede convertirse en un maestro como usted?
-– Sí, por supuesto. En mi caso fue accidental. No me estaba formando como maestro, sino que estaba persiguiendo mi desarrollo personal, pero cuando tienes algo que aportar a los demás, seguramente te van a pedir que trabajes para los demás. Uno de mis maestros me pidió que residiera en España y que enseñara, diera cursos y guiara retiros.
He descubierto que las personas que quieren ser maestros y maestras no son buenos candidatos, y que las personas que simplemente están interesadas en crecer y madurar son las que pueden compartir y ayudar a los demás. Tenemos que ser un poco renuentes a desarrollar ese papel público para que no haya ninguna motivación egocéntrica que corrompa el proyecto.
-– ¿Hay que ser budista para incorporar las enseñanzas del budismo en la vida cotidiana?
-– Por supuesto que no. En ese sentido me gusta mucho la presentación moderna de su santidad el dalai lama. Él dice que el budismo es tres cosas: por un lado, tenemos la ciencia budista, que es una psicología profunda, por otro la filosofía budista, y por último la religión. Las técnicas meditativas del budismo pueden ayudar a todas las personas a desarrollar atención, empatía, amor y compasión. Solo el tercer aspecto, que es en donde hay rituales, devoción y demás, es más apropiado para personas que se identifican como budistas.
-– ¿Qué tal el encuentro en Uruguay?
Llegué el jueves pasado. Tuvimos una conferencia y después un taller de fin de semana y fue muy interesante. Algo que se está repitiendo en los países que he visitado hasta ahora, que son Bolivia, Chile y Argentina, es que muchas personas me conocen, pero yo no las conozco. Muchos ven mis conferencias en YouTube o hacen algún curso en nuestra plataforma, entonces para ellos no sólo es una oportunidad de recibir información sino de hacer una conexión con un amigo espiritual.

En Montevideo, el 14 de octubre Lama Rinchen dio una conferencia llamada ‘El entusiasmo en el budismo tibetano’. Allí explicó los puntos clave para desarrollar la alegría, el interés y la autoestima necesarios para tener equilibrio ante los altibajos de la vida. Su gira continuó por Bogotá, Colombia, donde dio una charla sobre cómo cultivar la meditación a diario para empezar a disfrutar de sus beneficios.
Se puede acceder a estas conferencias y a otros cursos y meditaciones guiadas de manera gratuita y en línea a través de www.paramita.org y también en el canal de YouTube Paramita.
Compartir las enseñanzas del budismo con el resto del mundo.
Lama Rinchen nació en Montevideo, Uruguay, en 1972. Cuando tenía ocho años de edad se mudó con sus padres a Estados Unidos. Entre el 2003 y el 2012 estuvo viajando por Asia, residiendo en monasterios y recibiendo las enseñanzas de grandes maestros. Luego, fundó el Instituto Paramita, una plataforma en línea que ofrece gratuitamente las enseñanzas fundamentales del budismo tibetano sakya. En Uruguay, quienes siguen las actividades de Lama Rinchen se reúnen para estudiar las enseñanzas dadas desde el Centro Budista Sakya. Los interesados en participar de forma local pueden comunicarse al correo evangelina.sosa@paramita.org o a través de la página de Facebook Paramita Uruguay.