Un safari por la región de las piedras preciosas de Uruguay

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TURISMO INTERNO

Un recorrido especial para conocer las bellezas del norte del país: los yacimientos de ágatas y amatistas y la minería de oro

La historia que se tiene adelante se cree que comenzó hace, por lo menos, 130 millones de años. En un momento, mientras Gondwana –que antes había sido parte de Pangea– se dividía en nuevos continentes, entre ellos, América del Sur, grandes explosiones volcánicas agrietaban el desierto que mucho más tarde sería el norte de Uruguay.

La lava, al entrar en contacto con la arena, provocó un desprendimiento de gases y, al enfriarse, generó huecos dentro de la piedra. Por donde se metió la arena generó las geodas de amatista o ágata que son diferentes tipos de cuarzo. Y con la presencia de otros minerales ganaron color.

“El color de la amatista se lo da el hierro. El calcio forma la calcita que las recubre y les da otro valor fundamental para la calidad. Por eso son tan famosas las piedras de Artigas”, dijo Edelweiss Oliver, una de las responsables del Safari Minero y la Ruta del Oro (ver recuadro), una visita guiada a las canteras ubicadas en la región El Catalán en el departamento de Artigas y en Minas de Corrales en el departamento de Rivera.
En efecto, Uruguay es reconocido como uno de los países productores de estas piedras preciosas.

La más famosa de las ágatas: el corazón.

Uno de los hallazgos más famosos del departamento de Artigas es la Piedra del Corazón. Se trata de una geoda de ágata de 7,4 kilos que se estima que tiene unos 130 millones de años. La encontró Luciano Lucas en 1967 y su forma es parecida a la de un corazón humano y en cuyo interior hay formaciones de cristal de cuarzo que recuerdan a símbolos cristianos como la letra J, la C, un pez, una paloma, entre otros. Nunca se halló una piedra de similares características en el mundo.

Esta ágata ha recorrido más de 25 países, entre ellos Canadá, Francia, Suiza, Bélgica y España, y muchas personas aseguran que emite una energía especial. En la antigüedad, las geodas de amatista y de ágata eran apreciadas por sus propiedades curativas y místicas. Lucas nunca vendió la pieza; luego de su muerte, la custodia su hijo.

En una temporada que estará marcada por la pandemia de coronavirus, el turismo interno se revaloriza más que nunca y promotores turísticos del norte quieren dar a conocer sus bellezas naturales. ¿Qué pasa con el calor? Oliver recordó que dentro de las minas la temperatura es de 17º.

El Safari Minero, en concreto, es un circuito que comprende un recorrido por dentro de túneles de varios metros de largo de donde se extraen amatistas y ágatas y continúa con visitas a talleres donde, según Oliver, “sucede la magia”: la transformación de la materia prima en joyas. La excursión incluye un almuerzo o cena en el único restaurante ubicado dentro de una mina del país.

Un guía explica mientras los visitantes se adentran en los túneles. Los trabajadores utilizan herramientas para perforar la roca. Si al hacerlo sale agua, es porque ahí adentro hay una piedra preciosa esperando a ser encontrada. “En este momento hay una para sacar que tiene como siete u ocho metros; está separada de la roca pero pueden tardar siete meses en sacarla; además, es muy costoso”, contó Oliver.

Ese trabajo es totalmente meticuloso: debe realizarse a la perfección para no partir la piedra. Esta tendrá más valor cuanto más intenso sea su color –y las uruguayas son las más oscuras del mundo–, por su tamaño y por la cantidad y tamaño de los cristales.

En 2019, por ejemplo, se encontró una amatista de 25 toneladas, cuya extracción costaba US$ 75.000. Extraer una piedra y que sea rentable cuesta US$ 3 por kilo como mínimo.

A diferencia de las ágatas, que no tienen clasificación, las amatistas se diferencian en cinco categorías: extra, A, B, C o D. Las últimas son las más baratas: se pagan menos de US$ 2 el kilo.

Es curioso pero, en los años anteriores a la pandemia, buena parte de los asistentes al Safari Minero provienen del sur de Brasil y del litoral de Argentina.

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Las amatistas que tienen más valor son las más oscuras, entre otras características de la piedra. Foto: D. Borrelli

Riqueza natural para un geoparque.

Promotores turísticos del norte del país aspiran que la UNESCO les conceda el aval para convertirse en un geoparque que incluya, no solo las minas de Artigas y Rivera, sino también los cerros, la formación geológica de areniscas Tacuarembó (donde hay restos fósiles de dinosaurios), cañadas y cascadas, entre otros paisajes naturales de la región. Por ejemplo, el proyecto comprende el Cerro de la Virgen de los 33 Orientales, desde donde se puede apreciar la frontera (la Pampa Gaucha de Brasil) y el monte ribereño sobre el río Cuareim; y también las plantaciones de tabaco en la zona Guayubira. Solo el departamento de Artigas tiene más de 38 mil hectáreas de bosque natural o monte indígena.

El Safari Minero tiene una duración de cinco horas en total. El visitante recorre 60 kilómetros por la ruta nacional 30 hasta llegar al kilómetro 178 para tomar caminos panorámicos entre los campos de la región de El Catalán hasta llegar a los yacimientos, ponerse el casco con luz y entrar a los túneles. Esta actividad se realiza con todos los protocolos de seguridad y puede ser realizada por niños y adultos.

El paseo finaliza en los talleres donde las piedras llegan en bruto, son sometidas a procesos industriales y artesanales para lavarlas, eliminarles las impurezas, pulirlas y así resaltar su belleza y valor para prepararlas para la exportación o comercialización interna. Si en la extracción se rompe alguna parte de los cristales, un artesano la reparará pedacito por pedacito. Si en la extracción se rompe alguna parte, un artesano la reparará pedacito por pedacito. Lo que más impacta al visitante es ver el tamaño de algunas piezas que están destinadas a formar parte de alguna colección en el exterior.

Según datos aportados por Oliver, en Artigas hay 60 empresas que explotan unos 140 yacimientos de ágatas y amatistas. Y en esas cinco horas de recorrido se puede experimentar la vida en la cantera.

Ruta del oro: otro paseo en el norte del país.

Uruguay también tuvo su fiebre del oro. Fue allá por el 1800. Y se puede conocer ese pasado e incluso el presente de la minería en el departamento de Rivera.

Muchos complementan el Safari Minero con la Ruta del Oro, una visita a Minas de Corrales, pueblo ubicado a 96 kilómetros de la ciudad de Rivera y 60 kilómetros de la ciudad de Tacuarembó. Allí se pueden visitar, entre otros puntos, las construcciones de la primera represa hidroeléctrica de América del Sur y se puede conocer otro pueblo que es uno “fantasma”. El recorrido incluye a un lugar llamado Isla Cristalina donde se puede encontrar oro en el arroyo. Claro, “hay que saber cómo buscarlo”, dijo Edelweiss Oliver, promotora de la Ruta del Oro. Por eso se cuenta con la enseñanza de un garimpeiro, un experto en buscar oro de forma manual. Las galerías de antiguas extracciones mineras se encuentran en las márgenes del arroyo Corrales. Si se quiere conocer el presente, hay que trasladarse hasta la Minera San Gregorio, a cinco kilómetros.

El pueblo cuenta con el Museo del Oro, un espacio dedicado a la exhibición del proceso de extracción y a la historia de su fundador Don Tito Pereira.

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