HISTORIA

"Detrás de cada pieza hay una historia, un porqué, una razón”, señaló Nicolás Santerini, coleccionista, numismático e investigador. Monedas, medallas, fichas, vales… son objetos pensados con un uso específico que para él “retratan momentos del país”. Y lo que más le apasiona es que muchas veces ocultan “misterios”.

Santerini colecciona exclusivamente piezas uruguayas y empezó a involucrarse seriamente con el Instituto Uruguayo de Numismática (IUN) en 2008, aunque “junta monedas” desde niño. Ayer, en ocasión de las X Jornadas Uruguayas de Numismática, celebró junto a colegas nacionales y extranjeros el día nacional de esta disciplina. ¿Y por qué se eligió el 15 de octubre? Ese día, pero de 1840, salió en circulación la primera moneda uruguaya que fue visto como un logro del flamante nuevo país.
A propósito de esta “fiesta” para los numismáticos, como señaló el presidente del IUN, Mario Sánchez, El País presenta curiosidades de la historia de acuñación nacional.

Este año Uruguay tendrá tres nuevas monedas conmemorativas. Sánchez las adelantó: una por los 50 años del “Milagros de los Andes”, otra en homenaje al ingeniero Eladio Dieste y otra por los 200 años de la fundación de Durazno. En general, cada partida comprende entre 3.000 y 5.000 piezas que se destinan, fundamentalmente, a coleccionistas e interesados.

La del accidente aéreo tendrá un valor de $ 1.000 y está confeccionada en plata. Su diseño incluye 29 rectángulos con punto blanco y un campo vacío con 19 rectángulos en el anverso y la silueta de la cordillera de los Andes en el reverso. La de Dieste también será de plata y tendrá el mismo valor.

Por su parte, se agregan 1.500 monedas del Bicentenario de Durazno, de plata con un valor comercial de $ 2.000 y acuñadas en Polonia. En el anverso lleva un detalle de la esfera superior del monumento a Cristóbal Colón ubicado en la Plaza Independencia de la ciudad; el reverso muestra a Fructuoso Rivera.

Según Sánchez, antes de que se apruebe el diseño de una nueva moneda, “las discusiones son bastante duras” a nivel del Banco Central del Uruguay (BCU), legisladores y numismáticos, dado que se prioriza un personaje o un hecho histórico sobre otros. Contó este caso: “Una vez se presentó el proyecto de hacer una moneda de Peñarol por un aniversario y no se hizo”.

“La mejor moneda es el peso del Sitio”, afirmó Mario Sánchez. Se trata de una moneda acuñada en 1844 y para la que la población “donó alhajas, cucharas y otras piezas de plata”. Esta moneda tiene un valor entre los US$ 2.500 y US$ 3.000, siendo una de las más caras del catálogo uruguayo.

El numismático no duda en afirmar que “es la más linda” por sus nueve estrellas (una por cada departamento en ese entonces), ramas de roble y escudo nacional. A propósito de esto, el Peso del Sitio fue la primera moneda en incluir el escudo de armas del país. Otro dato: siete monedas de este tipo se encuentran en el acervo del Museo del BCU y otras 15, en el Museo del BROU. Estas fueron declaradas Monumento Histórico Nacional.

No obstante, Sánchez advirtió que se paga mucho más por dos monedas de cobre: un centésimo de 1840 y cinco centésimos de 1844. En una subasta en Estados Unidos, organizada en 2016, se llegó a pagar US$ 3.290 y US$ 3.525 por una moneda de 20 centésimos de 1840 y una de 50 centésimos de 1894, respectivamente, ambas de cobre.

Las primeras monedas de la República Oriental del Uruguay fueron acuñadas en 1840, 10 años después de la Jura de la Constitución. Se acordó que el grabador Agustín Jouve realizaría 20.000 pesos en monedas de cobre de 5 y 20 centésimos (con el sol radiante en el anverso y las orlas de palmas en el reverso); no obstante, como escaseaba el metal y subía de precio, solo produjo la cantidad correspondiente a 500 pesos.

Consultado sobre cuál moneda uruguaya puede ser calificada como extraña, Sánchez pensó rápidamente en el nuevo peso de 1989. Este nunca circuló aunque el BCU puso a la venta “bolsitas”. El cambio de planes se debió a que se acuñó un modelo “tan chiquito que se te perdía”. El numismático dijo: “El BCU debe tener millones todavía”.

Los llamados ensayos también se corresponden con monedas raras. Estos son pruebas en distintos materiales antes de acuñar la versión final. “Son unas piezas muy interesantes porque no hay más de 10 de cada una”, contó Sánchez.

El investigador Nicolás Santerini busca sin descanso una medalla que complete su colección referida a la Jura de la Constitución. En el país solo se conocen dos casi completas: la del BCU que tiene nueve de 11 conocidas y la de él, que tiene 10. Hasta ahora nadie sabe qué ha pasado con una medalla de 1834 de plata y esmalte que apareció en un catálogo hace décadas y que pertenecía al General Andrés Gómez. “Yo nunca la vi; está perdida. Pero en algún momento va a aparecer. Si hay una, tiene que haber dos”, dijo a El País con esperanza.

Las medallas de la Jura de la Constitución –algunas hechas con valor comercial y otras como premios militares en las décadas siguientes– han atrapado su atención.

“Son muy raras”, apuntó. Y siguió: “Se tenían algunas hipótesis de quién fue el grabador y yo digo que no fue así”.

El total del trabajo se le adjudicó a Agustín Jouve pero Santerini sostiene que este francés solo hizo dos modelos (en 1833 y 1834); las otras son de inferior calidad. “Las de oro son bastante artesanales, finitas, parecen una chapita. Se hicieron para algún tipo de joyería”, relató.