Magnus Fontes está convencido de tres cosas: la primera es que la colaboración entre científicos de distintas ramas del conocimiento es fundamental para entender más sobre las enfermedades; la segunda es que Uruguay tiene una comunidad científica sólida para avanzar en ese camino; y la tercera es que Uruguay puede jugar un rol esencial para encontrar la forma en que la humanidad podrá curar el cáncer. Bueno, esa es la cuarta: cree que eso sucederá.
Es Doctor en Matemáticas y experto en bioinformática, machine learning y modelización matemática y estadística de sistemas biomédicos complejos. Sus publicaciones de las últimas décadas abarcan el cáncer y las enfermedades infecciosas a partir de métodos matemáticos teóricos y algoritmos novedosos. Es gerente general del Institut Roche París. Y habla un español casi perfecto porque lo ha aprendido de su esposa, quien es uruguaya.
En una visita a Montevideo, Fontes conversó con El País.
- Ha visitado Uruguay cuatro veces este año. ¿Qué lo trae tanto por acá?
- Sí, es verdad, he estado bastante en Montevideo, también en Rio de Janeiro y San Pablo. Instituto Roche París tiene un proyecto aquí junto con el Institut Pasteur de Montevideo y, en particular, con el equipo de Marcelo Hill, responsable del Laboratorio de Inmunorregulación e Inflamación. En 2019 salió un artículo suyo que nos interesó mucho y que era sobre inmunoterapia para el cáncer. Ahí empezamos los contactos y decidimos empezar un proyecto juntos para entender más sobre un complejo de proteínas que puede ayudar a mejorar la respuesta del sistema inmune al combate contra el cáncer. Esa es solo una pista en la que estamos trabajando con Uruguay.
- ¿Cuál es la otra?
- Es la organización de un evento que vamos a hacer en Montevideo y Punta del Este en marzo de 2024. Es la primera vez que se realizará en América Latina. Es un research camp por el que van a venir unos 70 investigadores de Estados Unidos, Europa y América Latina que van a trabajar juntos. Va a ser súper intensivo. Por una semana estaremos nadando en el océano de la investigación. Lo mejor es que se encontrarán personas de varias disciplinas, como la matemática y la biología, que trabajarán juntos con la misma meta que es la de resolver algunos problemas que ya tenemos identificados. Ese contacto humano es súper importante para crear confianza y proximidad entre personas que pueden seguir trabajando durante meses o años o por la vida. El Pedeciba y el Instituto Serarpilheira de Rio de Janeiro nos ayudaron a elegir 15 investigadores jóvenes, todos muy buenos, que van a estar invitados.
-Su contacto con Uruguay viene desde antes. Trabajó varios años como director de estadística y bioinformática para el Institut Pasteur de Montevideo. ¿Cuál es el potencial que le ve a la comunidad científica uruguaya para que sea elegida para distintas actividades de colaboración?
-Creo que Uruguay está idealmente situado en América Latina para organizar cosas así pero también para sembrar para el futuro. Yo soy sueco así que también vengo de un país chico. Cuando sos de un país chico tenés la necesidad de mirar a tu alrededor para colaborar y trabajar con otros. La mayoría de los científicos uruguayos ya tienen un montón de contactos externos por necesidad. Además, Uruguay está bien desarrollado. Es un país estable para trabajar. Aquí nos podemos sentir seguros de que van a cumplir. Hay confianza. Y que acá todos se conozcan es una ventaja porque lo que queremos hacer es multidisciplinario: biólogos trabajando con matemáticos, biólogos trabajando con médicos. Estamos buscando gente que realmente tenga esa pasión de co-construir con otros, no solamente por una semana o un mes, sino que tenga la meta de co-construir algo para el futuro. Si queremos curar el cáncer, que lo vamos a hacer, tenemos que trabajar mucho y creo que Uruguay puede ser un lugar ideal para sembrar algo para ese futuro.
- Habla del futuro. ¿Qué se necesita para alcanzarlo?
- Cuando estamos trabajando en ciencia estamos trabajando en algo global. Lo estamos haciendo para la humanidad entera. La meta es compartir lo que encontremos con el mundo entero. En este sentido, Uruguay es ejemplo para el mundo de un país que tendrá un colectivo apasionado por entender el cáncer, el Alzheimer, las enfermedades autoinmunes y más. Juntos creo que podemos hacer mucho más de lo que hemos hecho hasta ahora. Porque es realmente ahora que empezamos a tener los datos y la inteligencia artificial que puede ayudarnos a conectarnos entre humanos y hacer los avances que no hemos logrado hasta ahora. Todo está alineado para empezar a hacer algo espectacular y me gustaría que Uruguay contribuyera a esa meta y que lo vea todo el mundo. La meta es entender mucho más y podemos lograrlo. Y para Uruguay eso significará, además, que los pacientes van a recibir un mejor tratamiento.
- Habló en singular. Dijo “cáncer”. Pero, en realidad, el cáncer tiene muchísimas manifestaciones que se comportan distinto. Entonces, ¿qué tipo de cáncer podemos curar primero?
- Es verdad, cada cáncer es individual. Decir “el cáncer” tiene tanta especificidad como decir “un humano”. Sí, cada cáncer es distinto pero a la misma vez podemos ver algunas características compartidas. Hemos avanzado con el melanoma, el cáncer de pulmón y cáncer de intestino. Ahí hemos visto que la inmunoterapia marcha un poco mejor. Creo que es porque las células tienen muchas mutaciones. Quizás son un poco más fácil de entender para empujar el sistema inmunológico a hacer su trabajo. Otros cánceres que son importantes como modelos son los hematológicos porque ahí podemos mirar cómo está evolucionando en la sangre. Al tumor solo podemos hacerle una biopsia y verlo una vez. No tenemos muestras longitudinales. Pero en los cánceres hematológicos podemos mirar cómo está evolucionando y eso puede darnos pistas para entender el desarrollo y la dinámica de la enfermedad. Si lo entendemos, podremos usar lo aprendido para otros cánceres.
- ¿Cómo un matemático decide meterse en el mundo de la investigación contra el cáncer?
- Por curiosidad. Siempre me encantó hacer computación. Hice mi formación como matemático puro, escribí mi tesis y mi doctorado en matemática pura. Siempre estaba haciendo cálculos. Pero en los años 90 empezábamos a tener datos de todos los genes y era impresionante. Era increíble para un matemático. ¿Cómo íbamos a entender eso? No los podés entender uno por uno porque son demasiados. Entonces, comencé a imaginarme modelos para saber qué estaba pasando con los datos y me apasionó. Ya voy 25 años trabajando con aplicaciones biomédicas. Pero la matemática siempre quedó en mi corazón. Cuando un biólogo me dice que tiene un modelo fantástico para una enfermedad, yo todavía pienso en ecuaciones, mientras que él está pensando en ratones.
- ¿Cómo explica para qué sirve la unión entre esos dos mundos? ¿Qué le ofrece una disciplina a la otra?
- Cuando se iba al médico hace 50 años, este le medía al paciente el pulso, la presión y la temperatura. Si iba al día siguiente, habrá hecho lo mismo, y así sabían si algo estaba cambiando y si el tratamiento funcionaba o no. Ese es un modelo matemático muy simple. Pero si hablamos de 25.000 genes o 50.000 proteínas, ¿cómo el paciente y el médico pueden entender lo que está pasando? Necesitan modelos matemáticos para medir más dimensiones. Si medís el pulso, la presión y la temperatura podés alojar cada paciente en esas tres dimensiones. Pero si son miles o millones de cosas, ¿cómo vas a ver cómo el paciente se mueve en ese espacio? Es imposible. Ahí aparecen los modelos matemáticos. Pero el médico tiene que entenderlos para aplicar la medicina. Es algo totalmente colaborativo. Necesitamos uno del otro para resolver los problemas. Y los vamos a resolver. Vamos a poder entender cosas y mucho más de lo que entendemos ahora. Vamos a poder curar algunos pacientes. Si curamos a uno que se estaba muriendo entonces ya es algo. Tenemos que medir un montón de cosas para entender al cáncer y después tener intervenciones que empujen al paciente a un estado estable y sano. Yo creo que lo podemos hacer.