PRUEBA EN EL ESPACIO
El lunes pasado una nave no tripulada impactó deliberadamente contra un asteroide para cambiar su órbita. El uruguayo Gonzalo Tancredi forma parte del equipo internacional detrás de la hazaña.
Este lunes 26 de septiembre fue una jornada histórica en materia de defensa planetaria. No, no hubo ningún asteroide viajando en dirección a la Tierra. No, no fue que los humanos tuvimos que responder a una situación puntual. Pero este día marcó un antes y un después: por primera vez la NASA estrelló deliberadamente una nave contra un asteroide para analizar el cambio de trayectoria que se puede provocar en el mismo.
Este es el primer ensayo de este tipo y su objetivo era estar preparados ante eventuales colisiones de objetos espaciales sobre nuestro planeta. La transmisión del momento en el que la nave impactó contra el asteroide fue seguida en todas partes del mundo.
En Uruguay, desde un buen rato antes unas 150 personas, entre estudiantes, científicos, aficionados y prensa, se reunieron en el Planetario para ver en pantalla gigante la colisión.
El encuentro contó con el apoyo de la Intendencia de Montevideo y la Embajada de Estados Unidos en Uruguay. Previo al impacto el astrónomo Gonzalo Tancredi compartió detalles de esta misión. Tancredi es mundialmente conocido por ser uno de los astrónomos (el otro también es uruguayo y es Julio Ángel Fernández) que logró rebajar a Plutón a la categoría de planeta enano en 2006.
Lauren Holt, consejera adjunta de Asuntos Públicos de la Embajada de Estados Unidos, dijo que esta prueba se realizó es un momento “muy importante” y, por eso, junto a la Intendencia de Montevideo a través del Planetario, apoyaron el evento. Destacó también el hecho de que un uruguayo participara en la misión: “Gonzalo Tancredi forma parte del equipo internacional; no solamente es el único uruguayo sino que es el único integrante de Latinoamérica”, señaló.
Detalles de la misión.
Tancredi se explayó sobre la posibilidad real de que un asteroide choque contra la Tierra y habló de las variables que hacen que esto eventualmente sea menos o más catastrófica y de cómo viene trabajando el equipo del que forma parte en el marco de esta misión llamada DART, por Double Asteroid Redirection Test o, en español, Prueba de Redireccionamiento de un Asteroide Doble.
El nivel de amenaza que pueden presentar los asteroides y su impacto sobre la Tierra dependen, por un lado, del tamaño que tengan: “Los más pequeños, que son los más frecuentes y puede ser, por ejemplo, uno que mida 160 metros de diámetro, pueden impactar una vez cada 25 mil años. En este caso, al impactar podría producir un cráter de entre uno y dos kilómetros, podía llegar a afectar una región o país pequeño, como el nuestro”, explicó el uruguayo. Y señaló que si un cuerpo de esta tamaño impactara sobre una ciudad, la situación sería “catastrófica”.
Objetos de mayor tamaño que, por ejemplo, pueden medir unos mil metros de diámetro (y afortunadamente son los menos) podrían producir una catástrofe a escala global. Se estima que las posibilidades de que uno así llegue a la Tierra es una cada cuatro millones de años.
Y luego están los gigantes. Estos pueden medir más de 10 kilómetros de diámetro, “como el que produjo la extinción de los dinosaurios hace 25 millones de años”, explicó Tancredi. Y agregó que “son muy pocos, pero presentan un riesgo de extinción masivo”.
Teniendo sobre la mesa estas realidades, el equipo internacional del que forma parte Tancredi diseña diferentes alternativas para desviar alguno de estos objetos.
Hay varias ideas: desde utilizar un remolcador para enganchar al asteroide y desviarlo levemente, técnicas para empujarlo o hasta calentar una pequeña parte del asteroide para que libere gases en un mecanismo de propulsión. Finalmente, mencionó la que esta semana se probó: “La técnica del impacto cinético, que es pegarle al asteroide con una sonda espacial, para desviarlo. Eso es lo que testeamos ahora”, sostuvo.
Tancredi explicó que la otra variable que determina las consecuencias de un choque de este tipo es el tiempo en que demoremos en descubrirlo y saber cuándo chocará, porque, “mientras más tiempo tengamos, las técnicas que podamos desarrollar tienen menos riesgo; estamos más seguros”.
Y puso el ejemplo: “Si es un objeto pequeño de tan solo unas decenas de metros, se pueden aplicar técnicas de defensa civil y desplazar a la gente de la zona afectada. Pero si es un objeto de más de 100 metros de diámetro ya tenemos que empezar a pensar en otras opciones, porque es muy difícil desplazar a todo un país, en un breve lapso de tiempo”.
Así se vivió el momento esperado.
En el encuentro que se realizó en el Planetario, estudiantes, expertos y aficionados esperaban desde hacía casi dos horas el momento del impacto. La cuenta regresiva parecía ir cada vez más rápido y la transmisión en vivo mostraba segundo a segundo cómo la nave se acercaba al objetivo.
Las vistas no se despegaban del techo del Planetario y tal como desde la NASA se había calculado, a las 20.14 horas de Uruguay sucedió la colisión. Aplausos, emoción y más aplausos para festejar el éxito de una misión inédita.
Tancredi explicó que recién con el correr de las horas, los días e incluso semanas se podrá observar si la nave no tripulada logró alterar la órbita del asteroide.
En este momento la NASA no tiene en su radar ningún objeto que pueda representar una amenaza directa contra la Tierra durante al menos los próximos 100 años, pero ha decidido poner a prueba su tecnología para estar preparada.
La misión, en números:
La nave que efectuó el viaje fue bautizada igual que la misión, con el nombre de DART, por Double Asteroid Redirection Test o, en español, Prueba de Redireccionamiento de un Asteroide Doble. Mide casi lo mismo que una heladera y su construcción costó más de US$ 330 millones.
Por su parte, el asteroide contra el que se estrelló en la nochecita uruguaya del pasado lunes 26 de septiembre, se llama Dimorphos (”dos formas” en griego). Se trata de un cuerpo espacial que mide unos 160 metros de ancho. Los expertos explicaron que es similar a una luna y que gira en torno a otro asteroide más grande llamado Didymos, que mide 780 metros de diámetro y cuyo nombre significa “gemelo” en griego.
El equipo internacional que trabaja en la misión DART está compuesto por más de 100 astrónomos, ingenieros, físicos, científicos de diversos países. El astrónomo uruguayo Gonzalo Tancredi, docente en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, es el único uruguayo en el equipo y también el único integrante de toda Latinoamérica.
Tancredi contó que en los últimos meses se han realizado reuniones periódicas, algunas presenciales y otras virtuales para definir la misión que el pasado lunes finalmente marcó un antes y un después en la historia de la defensa planetaria. “Esta no es una misión científica tradicional, sino que es un experimento que estamos haciendo en el espacio”, aclaró el uruguayo.
Entre otros detalles, Tancredi contó que el 24 de noviembre de 2021 fue lanzada la sonda que impactó contra el asteroide. La misma pesaba 570 kilos y se dirigía a una velocidad de seis kilómetros por segundo, unos 22 mil kilómetros por hora.
Durante el evento del lunes pasado en el Planetario de Montevideo se comunicaron a través de videollamada algunos colegas de Tancredi que también integran el equipo desde otras partes del mundo. Una de las que compartió su experiencia fue Julia de León, astrónoma del Instituto de Física de Canarias, quien dijo que “esta es una experiencia maravillosa, tiene mucha ciencia detrás, muchas pruebas de tecnología y vamos a tratar de tener cada vez más números para hacer predicciones de qué somos capaces de hacer con este tipo de naves y a estas distancias, con este tipo de objetos, para un evento hipotético de que en el futuro nos viniera un asteroide de este tamaño a impactar contra la Tierra”.
Como en una película, pero distinto.
Antes del impacto, el administrador de la NASA, Bill Nelson, explicó en Twitter el objetivo de la prueba y la comparó con la película de ciencia ficción Armageddon, donde el personaje encarnado por Bruce Willis forma parte de una misión para destruir un asteroide que se acerca peligrosamente a la Tierra.
La gran diferencia entre Armageddon y la misión de la NASA es que, en este caso, el objetivo era desviar, no destruir al meteorito, ya que un fuerte impacto podría acabar en desastre con cientos de rocas cayendo sobre la Tierra.
En este tipo de producciones “suelen usar explosivos nucleares. Nosotros no queremos llegar a tener que utilizarlos, aunque para algunas situaciones por ahora es una de las pocas alternativas que tenemos. Pero se han diseñado otras ideas, como la del remolcador, que arrastra al cuerpo, la de empujarlo, la de desviarlo mediante un golpe como en este caso, etc”., dijo el uruguayo Gonzalo Tancredi.