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Un uruguayo y su novia brasilera recorrieron Centroamérica en bicicleta durante 300 días

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Las primeras semanas en Panamá llegaron a recorrer 140 km sin cesar. Foto: El País

TRAVESÍA

Relatos de 5.000 km austeros motivaron una exhibición de fotografías en el Hotel Esplendor.

El uruguayo Luis Enrique Durante tiene 37 años y dejó su empleo de contador cinco años atrás para recorrer Centroamérica en bicicleta durante 300 días. Se enteró de que la empresa láctea donde trabajaba había cerrado al mes de renunciar, y enseguida todo le cuajó.

Es que la decisión de abandonar las ocho horas y la rutina le costó varios desvelos. “La gente te pregunta si estás seguro y te cuestionás todo porque te surgen los miedos. Y entra en escena lo negativo: te quedás sin trabajo, qué hacés a la vuelta, puede pasarte algo lejos, pero es un proceso que vas venciendo”, cuenta Luis Durante.

Este contador al que le falta un examen y la tesis para recibirse de antropólogo no se tiró al agua solo. Planificó esta aventura junto a su novia Mariana Nunes. Ella tiene 33 años, es brasileña, licenciada en hotelería, y amante de los viajes.

Agarraron su bici, una carpa, una cocinilla, una olla, la cámara de fotos, un bolsito liviano, unos pocos ahorros, y se tomaron un vuelo hasta Panamá el 15 de agosto de 2014. Un amigo de Mariana les dio techo allí por tres semanas “hasta aclimatarnos”, y luego partieron hasta el norte de México.

El objetivo del viaje era explorar paisajes, descubrir nuevas culturas, e intercambiar con lugareños de esa zona donde solo se recibe información si “hay una catástrofe o una noticia vinculada a la inseguridad”.

Luis se despojó del reloj en este año de viaje y se guiaba por el sol para saber en qué hora vivía. Foto: El País
Luis se despojó del reloj en este año de viaje y se guiaba por el sol para saber en qué hora vivía. Foto: El País

Volvieron a pisar suelo uruguayo el 15 de junio de 2015 y tardaron seis meses en reacomodarse y encontrar empleo. En el afán por compartir su experiencia empezaron a seleccionar fotos y escribir relatos del viaje. Grupo Cultural del Plata se enteró de su travesía y les propuso armar una exposición, que se inauguró el 3 de mayo en el Hotel Esplendor. La entrada es gratuita y puede visitarse hasta el 14 de junio.

Las 19 imágenes de “Acercando mundos, historias de bici andar” se acompañan de una narración y muestran “formas de pensar, sentir e intercambiar entre las culturas”, explica Luis. Incluyeron, además, piezas de música típica que descubrieron en el trayecto a modo de transmitir al público cuánto se potencian los sentidos al viajar en bicicleta.

El cuentakilómetros marcó 5.000 al final de esta travesía por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México y Cuba. Desembolsaron US$ 15 diarios, y poco menos de 5.000 entre los dos durante ese año (con pasajes incluidos).

En David, SIixaola (Costa Rica) orgullosos de posar con la camiseta del cuadro de sus amores. Foto: El País
En David, SIixaola (Costa Rica) orgullosos de posar con la camiseta del cuadro de sus amores. Foto: El País

“Gastamos menos que viviendo en Montevideo: no pagás alquiler ni cuentas. El combustible era nuestra comida, y se conseguía rica y barata”.

Del otro lado.

Eligieron la bici por ser el mejor aliado para fomentar el intercambio cultural. Pagaron hostel un par de veces que estaban muy cansados de pedalear y solo querían dormir o escribir en su blog (acercandomundos.com). De lo contrario, los alojaban lugareños con la modalidad couchsurfing o en la plataforma Warm Shower, una comunidad de ciclistas internautas que se anota para recibir a otros que viajan en bicicleta.

Mariana y Luis junto a Carlos y Anelis, ciclistas cubanos que andaban por las calles de La Habana. Foto: El País
Mariana y Luis junto a Carlos y Anelis, ciclistas cubanos que andaban por las calles de La Habana. Foto: El País

Antes de irse hicieron postales con imágenes de Uruguay con miras a venderlas en el camino y recaudar dinero extra. Pero las transacciones fueron insignificantes: regalaron la mayoría a quienes los recibían en sus casas o conocían en la ruta a modo de agradecimiento por la hospitalidad y simpatía. Quisieron saber cómo los centroamericanos veían a Uruguay. Suárez y Mujica era lo primero que nombraban siempre.

Pero se sorprendieron cuando muchos les hablaban de Los Iracundos, la banda uruguaya de los ‘60 y ´70.

Pernoctar entre bomberos y tribus.

En Panamá dieron con un viajero que les comentó sobre una “ley implícita entre los bomberos de América Latina” que les interesó mucho, ya que consiste en que reciben en sus cuarteles a ciclistas por un par de noches y les ofrecen techo gratis. Luis y Mariana probaron suerte en Costa Rica, y resultó un éxito. Desde entonces, siempre que llegaban a un destino desconocido recurrían a los bomberos. “Era útil, además, porque te tiraban piques de cómo moverte”, dice Luis.

Una única vez les tocó dormir en la calle. Fue apenas salieron, en el distrito de Gualaca (Panamá). “El pueblo parecía tranquilo, había una plaza prolija con una glorieta techada y pedimos permiso al placero para pasar la noche ahí. Instalamos la carpa y un montón de gente se nos acercó a preguntar y charlar”.

En Chiapas, al sur de México, pasaron una semana con la comunidad zapatista, un grupo de indígenas “rebeldes que quieren deslindarse del Estado mexicano y revalorizar su cultura”. Conocieron sus tradiciones y costumbres, y aprendieron de su gastronomía. “Comíamos de mañana, tarde y noche tortillas de maíz con porotos, pero los últimos días no aguantábamos más el maíz y nos ofrecimos a cocinar para todos. Hicimos hamburguesas de avena y verduras con lo que había y quedaron bárbaras”, cuenta Luis.

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