Estudio
El estudio detectó que las personas más inteligentes tenían casi un 30% de probabilidades de necesitar utilizar anteojos.
Era parte de un básico estereotipo social que quienes usaran lentes fuesen — por ejemplo — eminencias científicas, historiadores o los más aplicados del salón de clases. Pues este imaginario ahora tiene un sustento y es que un nuevo estudio publicado en la revista Nature Communications lo valida.
La investigación, realizada por un equipo de la Universidad de Edimburgo en Escocia, analizó los datos cognitivos y genéticos de más de 300 mil personas, de entre 16 y 102 años, que habían sido recolectados por el Biobanco del Reino Unido y los consorcios Charge y Cogent.
¿Su resultado? Descubrieron “una superposición genética significativa entre la función cognitiva general, el tiempo de reacción y muchas variables de la salud, como la vista, la hipertensión y la longevidad”. Específicamente, las personas más inteligentes tenían casi un 30% de probabilidades de necesitar utilizar anteojos.
Tal y como destacó "The Guardian", los resultados de la investigación son correlaciones simples y enlaces no concluyentes. Es decir, “lo que constituye la inteligencia es subjetivo y puede ser difícil, si no imposible, de medir”, tomando precavido cuidado de conclusiones que guíen a una “ciencia racial” falsa.
De igual forma, distintos estudios han otorgado evidencia que el uso de los anteojos hace que las personas sean percibidas como más inteligentes, más confiables, trabajadores y honestas.
Uno de esos casos es el de los abogados defensores, quienes sugieren a sus clientes que utilicen gafas durante los juicios. “Suavizan su apariencia para que no parezcan capaces de cometer un crimen”, comentó el jurista Harvey Slovist a la New York Magazine en 2011. Y ejemplificó: “He intentado casos en los que ha habido una gran cantidad de pruebas, pero mi cliente usaba lentes y fue absuelto (...) crean una especie de defensa nerd tácita”.