Desde el esqueleto de una ballena hasta un pañuelo de Pablo Neruda o un auto del año 1904, Punta del Este es hogar de objetos sumamente curiosos. Para esta nota, El País se acercó al Museo del Mar, el Museo Paseo de Neruda y el Museo de Autos Clásicos con el fin de conocer sus exhibiciones y también a quienes las mantienen a flote.
Pasiones.
El Museo del Mar no es uno, sino cuatro museos: cuenta también con el Museo de los Recuerdos, el Museo de los Balnearios y el Insectario, todo en un mismo predio. Tantos barcos y un solo capitán: Pablo Etchegaray, coleccionista de vocación. “Se me dio por esta afición de coleccionar, coleccionar y coleccionar y es como que nunca terminás porque siempre hay más y te entusiasma saber que mañana podés conseguir alguna pieza nueva”, expresó.
Cierto día, surgió la idea de construir un espacio donde pudiera observar los objetos tranquilamente. Una de las tantas noches que se quedó en velo trabajando en el lugar, pensó: ‘Pucha, esto sí que es narcisismo, porque toda esta colección para verla yo solo es una locura’. Así nació el Museo del Mar, hace unos 30 años.
El Museo Paseo de Neruda también fue impulsado por una afición: la de investigar. Selva Santurion, su directora, es investigadora de las estadías de Pablo Neruda en Uruguay. “Un día empecé a escuchar que el poeta había estado varias veces en Atlántida, pero eso estaba en la memoria local, no se sabía a ciencia cierta”, relató.
Al principio, la exhibición se mantuvo en Atlántida. Según sus hallazgos, Neruda y Matilde Urrutía, su amante en ese momento, se quedaban en una casa de aquel balneario llamada ‘Datitla’. “Descubrimos que es el anagrama de ‘Atlántida’ sin la letra ‘N’, y era una forma de decir ‘vamos a Datitla’ y que nadie supiera a dónde iban”, señaló Selva. Y agregó: “Eso fue de lo más difícil en la investigación, y después salieron a la luz muchos poemas que hizo el poeta a Atlántida, que eran poemas a ‘Datitla’”.
El trabajo continuó y pronto se encontraron con que Neruda también había tenido muchas estadías en Punta del Este. Entonces, trasladaron la sede del museo hacia allí. Y la exhibición siempre se renueva: “Todo el tiempo el museo cambia porque la investigación sigue”.
El Museo de Autos Clásicos lo lleva adelante un grupo de gente que comparte la pasión por los autos de antaño y que son socios del club Sport & Classic Car Punta del Este. “Con un par de amigos del club empezamos a viajar y ver museos de autos en Europa y un día dijimos que sería bueno armar uno nuestro”, contó Miguel Porta, socio fundador.
El museo tiene dos pisos y cuenta con más de 40 autos, pero ese número puede variar: “Los vehículos son propiedad de los socios del club, que los guardan acá un tiempo y de repente los vienen a buscar y dejan otro. Por eso es bueno que la gente venga más de una vez, porque de un año a otro va a encontrar autos distintos”.
Muchos museos.
‘¡No te da un día para ver todo!’, dijo una mujer mientras recorría la exhibición del Museo del Mar, y tiene razón. Hay objetos pequeños, como caracoles marinos y cangrejos; un poco más grandes, como caparazones de tortugas, mandíbulas de tiburón y dientes de megalodón; y enormes, como esqueletos de ballenas y lobos marinos embalsamados. Además, hay una sala oscura que imita las profundidades del océano y otra dedicada a los piratas, bucaneros y corsarios.
Pablo consiguió o compró por sí mismo la mayoría de los objetos. “Por ejemplo, las ballenas iba y las limpiaba en la costa y las terminaba de limpiar acá, un proceso que llevaba un año”, indicó.
Si al pasear por el museo uno se topa con latas, valijas o radios añejas, es que ha ingresado en la zona del Museo de los Recuerdos. Hay todo tipo de antigüedades: frascos, artículos de tocador y de cocina, electrodomésticos, cajas de bombones y mucho más. A su vez, está el Museo de los Balnearios, con fotos, anécdotas y portadas de revistas y periódicos de lugares característicos de Uruguay.
Cruzando la calle hay un insectario que también forma parte del museo. Tiene 38 mil insectos de todo el mundo y es el resultado de tres colecciones: la de Dante Widermann Rovera, quien fue jefe de estiba del puerto de Montevideo; Abelardo Sáenz, hijo de un embajador en París; y Luis Pedro Barattini, científico uruguayo.
“Todos los que vienen quedan fascinados, incluso la gente que está acostumbrada a visitar museos en Europa”, sostuvo Pablo. Y añadió: “El año pasado vino el príncipe Pierre d’Arenberg y me dijo: ‘¿Sabés qué tiene de diferente este museo? Que tiene alma’”.
La entrada tiene un costo de $ 250 para los adultos y $ 230 para menores de 13 años. Está abierto todos los días de 10.30 a 17.30 hs.
Actualmente, Pablo está armando un Museo de Libros Antiguos que abrirá, probablemente, en 2024. “Va a haber dos mil novelistas, cuentistas, dramaturgos, filósofos y poetas de todo el planeta con su biografía, foto y frases interesantes de cada uno”, dijo. Por donaciones, comunicarse al 4277 1817.
Legado.
El Museo Paseo de Neruda es un recorrido por la vida del poeta y su contexto. Cuenta con recreaciones basadas en sus obras y su historia, como botellas de vidrio azules y verdes, que a él le gustaban mucho. “Solía poner las azules mirando al mar y las verdes mirando a los jardines”, mencionó Selva. También hay caracoles marinos: “Era un gran coleccionista, uno de los mejores malacólogos del mundo”.
Además, hay una sección con objetos personales, como pañuelos, regalos y cámaras fotográficas, que Neruda dejó en la casa de Punta del Este del arquitecto Alberto Mantaras, gran amigo suyo. Estas piezas llegaron al museo gracias a la donación de la familia Mantaras.
Uno de los aspectos más interesantes de la investigación de Selva está representado con un barco blanco en cuyo lado se puede leer ‘Winnipeg’. Según explicó la directora, ese era el nombre de la embarcación que Neruda compró al final de la Guerra Civil Española para ayudar a los republicanos a escapar del país.
“Logró conseguir el dinero entre Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, y también que Chile aceptara a las personas que iban a llegar”, contó. Así, salvó a 2.300 personas: “Trató de reunir familias y lo logró. Al día de hoy se reúnen todos los años en la casa de Neruda en Isla Negra para realizar grandes homenajes”.
La investigación que dio pie a esta y otras historias que se ven en el museo ha recibido premios internacionales, como un reconocimiento entregado por el ex presidente de Chile, Ricardo Lagos.
Selva afirmó: “Estoy decidida a seguir adelante, porque la investigación es muy valiosa. Es mi tarea, mi hobby, mi vida”.
La exhibición continúa con imágenes, recortes de periódico y obras de arte en homenaje al poeta. “Lo que esperamos que la gente se lleve es el mensaje nerudiano”, afirmó la directora. Por ejemplo, el caso de la compra del barco, “siendo que al día de hoy la inmigración en el mundo es un problema que está más fuerte que nunca”. Como ese mensaje, hay muchos más sobre justicia social, sobre empatía y sobre amor.
La entrada al museo es gratuita y está abierto de martes a sábados en Virazón y La Salina. También cuentan con un pequeño teatro donde realizan presentaciones de libros, obras y cantos.
Motores.
El Museo de Autos Clásicos se divide en dos áreas: la de los autos anteriores a la Segunda Guerra Mundial y la de los posteriores. En este momento, el más añejo es de 1904 y el más moderno de 1980. Están ordenados según su origen y los hay ingleses, franceses, italianos, alemanes y americanos.
En la parte de los autos posguerra, hay una camioneta que pertenecía a la Tintorería Regia. “Es una camioneta con un furgoncito muy alto, porque la ropa iba colgada y tenía que tener la altura de un sobretodo o de un vestido. Esa camionetita debe tener millones de kilómetros”, expuso Miguel. Y agregó: “No tendrá vida útil repartiendo ropa, pero sigue teniendo vida útil con la gente que la mira”.
De los autos exhibidos, dos son los favoritos de Miguel: un Morgan y un Jaguar, ambos de origen inglés. “Pero eso es porque a mí me gustan los autos ingleses, agarrás a otro socio que le gustan los autos alemanes y te va a decir que los Mercedes son los mejores”, comentó.
El museo también cuenta con una biblioteca de libros y revistas antiguas donadas por los socios. Y es que la pasión continúa incluso al bajarse del auto: “Yo tengo una colección de revistas de autos inglesas y me paso horas leyendo eso”, contó Miguel.
La entrada tiene un costo de $ 200 y para los menores de 12 años es gratuita. Están de lunes a domingo todo el año, de 10 a 18 horas, salvo los lunes que están hasta las 14 horas.
Una ballena, borrachos y más museos en Punta.
Una vez, Pablo encontró una ballena muerta en las costas de Punta Colorada, pero no tenía cómo transportarla. Entonces, vio pasar un camión, salió corriendo detrás de él hasta que se detuvo, y se dio una conversación más o menos así:
— ¿Para dónde vas?
— Maldonado.
— ¿Te animás a llevarme una ballena?
— ¿¡Una qué!?
La cara del conductor debe haber sido un poema. Pablo le explicó que la idea era exponerla en el museo y entonces el hombre le dijo que sí. Sin embargo, no podían subirla porque era muy pesada.
“Él me dijo que el único lugar donde había gente era en el boliche, así que fueron todos los borrachos a cargar la ballena y como tenía olor empezaron a los gritos”, relató. Así, entre borrachos y el hedor de una ballena muerta, lograron el objetivo.
A lo largo del tiempo, Pablo ha ido puliendo su personalidad de coleccionista. “Al principio juntás todo y después terminás juntando solamente lo mejor, porque ya sabés qué es bueno y qué no”, explicó. La clave, indicó, está en la rareza: “Si lo tiene todo el mundo, no tiene ningún valor”.
En Punta del Este y sus alrededores también hay museos con colecciones de arte, como el Museo Ralli (barrio Beverly Hills, calle Los Arrayanes), el Museo La Azotea de Haedo (Parada 16, entre Br. Artigas y Mercedes), el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (Ruta 104, Km 4.5, Manantiales) y Casapueblo (Punta Ballena).