Vecinos de La Pedrera protegen a Playa del Barco

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Playa del Barco

NATURALEZA

Sendero y pasarela de madera fueron instalados en La Pedrera para conservar el cañadón

Los restos del barco Cathay VIII le dan nombre a una de las playas más hermosas y concurridas de La Pedrera, un balneario rochense que aumenta 15 veces su población cada enero. El de 2022 no será la excepción: estará repleto la primera quincena y se espera un gran porcentaje de ocupación para la segunda.

Pero, este año, los vecinos quieren algo diferente y es que se respete la biodiversidad del cañadón que atraviesa el pueblo y desemboca en la playa.

Con este objetivo, se implementó un sendero interpretativo en una bajada alternativa a la playa del Barco que recorre el costado del cañadón y termina, por lo pronto, en un mirador. En pocos días más esto se prolongará en una pasarela de madera de varias decenas de metros para que locales y turistas no caminen por encima del sistema dunar. El objetivo es claro: proteger la flora y fauna nativas y la playa y, con todo, el destino turístico del pueblo.

Playa del Barco
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La Pedrera tiene dos cañadones o humedales costeros que prácticamente parten al balneario en dos. Uno termina en playa del Barco (y tiene un tamaño aproximado de nueve hectáreas) y otro, en El Desplayado. El primero tiene 14 metros en su parte más profunda. Naturalmente, la vegetación filtra las aguas hasta su desembocadura en el océano. El tema es que, por un tema de desidia y de acumulación de residuos, por la falta de saneamiento y por la creciente urbanización del terreno, el filtrado ya no se hace de manera adecuada.

El riesgo de esto es visible con los resultados que investigadores del CURE encontraron a lo largo del cañadón: elevados índices de coliformes fecales en distintos tramos.

Playa del Barco
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“Queremos que las autoridades entiendan que hay que cuidar los cañadones. El que sale a El Desplayado está muy comprometido. No filtra nada. Y el análisis (de coliformes fecales) da mal en la playa. Por lo menos, en la playa del Barco todavía cumple su rol”, dijo a El País Adriana Pugliese, responsable junto a Magdalena Juanicó del proyecto de conservación de los ambientes naturales de La Pedrera.

En la zona del sendero se llevaron a cabo jornadas de limpieza selectiva de flora para eliminar las especies invasoras; el objetivo del mirador y de la pasarela es que nadie pise la estepa psamófila, es decir, los pastizales asociados a las dunas vivas. Su importancia radica en que está compuesta por especies que cuentan con adaptaciones que les permiten tolerar las condiciones de salinidad, escasez de humedad, movimiento de arena y demás condiciones adversas del frente costero. Además, son el hogar de varias especies protegidas como, por ejemplo, el sapito de Darwin que está al borde de la extinción, y allí fue visto un pirincho negro grande, un ave rara en el país. Juanicó señaló: “Cada vez se construye más sobre la costa y esto permeabiliza (el terreno). Todo el sistema de amortiguación no dunar no funciona. Sin esto, el océano avanza y no vamos a tener más playa”.

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