GEOLOGÍA

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Desde el 2000 los habitantes de Sarandí del Yí, ciudad del departamento de Durazno, se hacen varias preguntas: ¿Hasta dónde llega? ¿Hay más de uno? ¿Pasa por debajo de mi casa? Se refieren a un túnel de principios del siglo XX que fue encontrado por accidente durante obras de refracción y construcción en el cuartel militar Paso del Rey ubicado sobre el kilómetro 210 de la Ruta 6. Esa estructura nunca fue desenterrada; es más, fue descubierta, vista un poco por dentro, luego fue tapiada por riesgo de derrumbe pero nunca olvidada. Pero ahora, gracias a la intervención de la geóloga Anahí Curbelo y su tutora Leda Sánchez, ambas investigadoras de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República y de Pedeciba Geociencias, hay más datos sobre una historia que se volvió popular.

Mediante el uso de dos técnicas geofísicas indirectas se obtuvieron “anomalías” sugerentes a la presencia del túnel que, lamentablemente, por ahora no puede ser sacado a la superficie porque desde 1908 –fecha de edificación del cuartel– hasta la actualidad se han hecho muchas construcciones encima, incluida, la ruta nacional. Pero Sánchez no descarta que se puedan hacer estudios más detallados a pedido de, por ejemplo, la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, así como Curbelo consideró que las técnicas utilizadas en Paso del Rey puede replicarse para encontrar otras galerías antiguas.

Este cuartel se creó con el propósito de controlar posibles movimientos armados en el interior, bajo el mando del Teniente Coronel e Ingeniero Geógrafo José Chiappara. Fue declarado Monumento Histórico Nacional el 13 de diciembre del 2001.

“Por el tipo de ladrillos descritos por los militares corresponden a comienzos del siglo XX. No es un túnel posterior. Tampoco lo indican los objetos encontrados. Fue hecho en paralelo a la construcción del cuartel y aparentemente se hizo lo mismo en varios cuarteles para tener vías de escape. No sería algo extravagante; sí que lo encontramos y obtuvimos datos de estructuras que claramente podrían corresponder a un túnel”, contó Sánchez al diario El País.

Lo que se sabía, por relatos, era lo siguiente: el túnel podría tener una altura de dos metros y un ancho de 1,2 metros; el techo se encontraría bastante superficial y estaría en dirección sureste o suroeste, con posibles ramificaciones. Lo que no se sabe aún es qué tramo está derrumbado, si hay agua y/o sedimentos por infiltración a través de zonas fracturas o material del propio derrumbe. No sabe si hay más piezas históricas o habitaciones o depósitos.

¿Pero qué es eso de las anomalías? Las técnicas usadas en esta investigación –tomografía eléctrica y georadar– sirven para identificar estructuras enterradas. Por la primera se inyecta corriente al subsuelo a través de electrodos para obtener resoluciones a distintas profundidades. La máxima fue de 45 metros. Por la segunda se utilizan antenas de diferente frecuencia.

Curbelo lo explicó así al diario El País: “Cuando detectás una anomalía es un cambio de propiedades físicas en el medio en relación a lo que hay alrededor. Cuanto más contraste se tenga entre un material y otro, más evidente se vuelve esa anomalía y va a ser más fácil para detectar”.

Las anomalías que fueron más evidentes fueron detectadas debajo del cuartel –aunque puede haber “ruido” por otras fuentes como por las instalaciones eléctricas o sanitarias–, en la zona cercana a una edificación nueva para tanques militares y cerca de un aljibe al que se puede ingresar. Las líneas se hicieron dentro del predio del cuartel y sobre el camino de entrada y la ruta.

Una de las anomalías es la “fiel candidata a representar el túnel”, pero también se encontraron más estructuras de las esperadas. “Las técnicas demostrar tener la capacidad para detectar objetos enterrados”, dijo Curbelo. Si bien este trabajo puede expandirse tal como indicó su tutora, la investigadora sostuvo que esta experiencia es el “puntapié inicial” para la realización de este tipo de estudios en antiguas galerías mineras, cuya identificación podría cumplir propósitos desde turísticos hasta un método a considerar en un inicio en la exploración mineral.

Por cercanía, la distribución de las líneas de medida podría llegar a identificar nuevas columnas en el geoparque Grutas del Palacio o conocer más sobre el subsuelo donde estas se formaron con el paso del tiempo.