Viajaba por el mundo cuando se dio cuenta de que no conocía su país, ahora recorre Uruguay y lo descubre

Nacho Olivera es contador y comparte sus viajes en su página de Instagram, Turista en Uruguay. Esta es su historia.

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Nacho Olivera en el templo budista de Uruguay

Qué se podría decir si, un día cualquiera, en cualquier lugar del mundo, alguien pregunta, como de casualidad, cómo es Uruguay? ¿Qué se podría contar de Uruguay para contestarle algo certero a una persona que ni siquiera sabe del todo dónde está ubicado el país?

La respuesta de Nacho Olivera fue más o menos esta: que se juega al fútbol, que se come mucha carne, que se toma mate.

Era 2012 y Nacho, uruguayo, montevideano y contador, se había ido a vivir a Irlanda con una visa deWorking Holiday. En eso estaba cuando un día alguien le preguntó cómo era Uruguay y él no supo qué más decir. Esa fue la primera vez que pensó en lo poco que conocía y sabía de su país. También fue el momento en el que, sin saberlo, todo cambió.

Mientras estuvo en Irlanda empezó a viajar, a recorrer distintos países, a conocer a personas de todas partes. Y sintió, ahí, por primera vez, que disfrutaba mucho de conocer otras culturas, otras costumbres, otras tradiciones. Fue ahí, además, cuando empezó a mirar a las ciudades de otra manera: sus edificios, sus plazas, sus cúpulas, sus colores, las formas que delineaban el paisaje. Hubo algo en él que se despertó en ese viaje, en ese darse cuenta de que nunca había mirado a su país con esos ojos.

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Nacho Olivera en Casapueblo

Cuando regresó a Uruguay empezó a trabajar en un banco y, en cada licencia que tenía, salía con su hermano a recorrer el país en una especie de roadtrip por todos los lugares que no conocía. El primero incluyó Lavalleja, Cerro Largo, Treinta y Tres, Rivera y Tacuarembó.

En todos los departamentos encontró un sitio que le resultaba interesante, algo fuera de lo común: Villa Serrana, el Salto del Penitente, el monte de Ombúes en Lavalleja, la Quebrada de los Cuervos en Treinta y Tres, la Posta del Chuy en Cerro Largo, las ruinas de la represa de Cuñapirú en Rivera.

“Después volvía a Montevideo, le contaba a mi familia y a mis amigos, y nadie sabía nada, nadie conocía nada. Así que ahí empecé a compartir algunas imágenes en Instagram con unos textos muy pequeños”, cuenta Nacho.

Ese fue el inicio de Turista en Uruguay, un proyecto que empezó como Hobby y que hoy es su forma de vida. El núcleo es una página de Instagram (@turistaenuruguay) que tiene casi 60 mil seguidores y en la que comparte imágenes e información sobre sus viajes.

“Yo lo tomé como algo personal, pero después me di cuenta de que tenía una necesidad de redescubrir mi ciudad y mi país. Cuando me fui a Irlanda no me gustaba Montevideo para nada, veía todo negativo y crítico, y cuando volví empecé a valorarlo desde otro lugar y me encantó”, dice.

De a poco se fueron sumando más personas y él empezó a sentir la responsabilidad de empezar a expandir el emprendimiento, de hacerlo crecer para que eso que era solo una necesidad personal, fuese un lugar de encuentro.

Turista en Uruguay es un lugar para redescubrir al país en sí, para mirarlo con otros ojos”, dice.

Parece una conclusión ligera, pero Nacho tuvo que viajar y conocer más de 20 países de todo el mundo para llegar a entender algunas cosas sobre el suyo. Por ejemplo, eso: que nadie mira al lugar en el que vive con los ojos con los que observa un lugar ajeno.

Una crisis y un camino

Justo antes de la pandemia Nacho se empezó a preguntar algunas cosas: qué hacía trabajando como contador, por qué su trabajo no terminaba de llenarlo, por qué se sentía así si era la carrera que él había elegido. Pidió una licencia y se fue a Madrid a hacer un posgrado en marketing digital.

Volvió a Uruguay cuando se empezaron a cerrar las fronteras por el coronavirus. El suyo fue el último vuelo comercial en salir de España y el último en llegar a Montevideo. Volvió, también, porque aunque se vaya siempre quiere volver a casa.

Siguió trabajando en el mismo lugar que había dejado tiempo atrás, aguantó dos años y renunció. Mientras, se dedicaba a hacer lo que ya sabía que le gustaba: recorrer el Uruguay, compartir con las personas que lo seguían y decirles que, para conocer cosas nuevas y sorprenderse, no hacía falta irse demasiado lejos.

De a poco, Turista en Uruguay se amplió, creció, se expandió. De a poco, Nacho empezó a recorrer ciudades y pueblos y capitales de todo el país. Solo le faltan por conocer Artigas y Río Negro y, por recorrer en profundidad, Salto y Paysandú.

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Nacho en Valle de la Luna, en Rocha

“Después de viajar tanto me di cuenta de que en otros países estamos atentos y más sensibles a las cosas, y en otros lugares prestamos atención a otras cosas que en el día a día, después, en tu ciudad, se pierden. Y con Turista lo que busqué fue eso: pongamos un freno de mano y empecemos a valorar lo que tenemos. La ciudad se vuelve más linda si la valoramos”.

Turista en Uruguay no se trata solo del interior del país. Con unos amigos Nacho creó Peatonal Tours, una propuesta para recorrer la ciudad de Montevideo caminando, según diferentes temáticas: el tour del café, el de las cúpulas, el del Palacio Salvo y, ahora también, por los diferentes barrios de la capital. Por eso, y porque todo lo que sabe lo ha aprendido recorriendo, cada vez que quiere salir a caminar, elige un barrio y lo camina de punta a punta, mira hacia arriba y hacia abajo, ve cosas que no había visto.

Para Nacho, hay un antes y un después de Turista en Uruguay.

“Antes no conocía nada de nuestro país. Antes me indignaba con todo, me quejaba porque no funcionaba nada en Montevideo. Aprendí que nuestro país es tranquilo, se hace todo lento, se piensa en todo, todo llega un poquito más tarde a Uruguay. Lo veo a diario. Pero así como aprendí eso, también aprendí que en Uruguay la gente es todo”.

Dice eso porque a cada lugar que va lo reciben como si lo conocieran desde hace tiempo.

“Después de haber recorrido tantos países y ver tantas ciudades, puedo decir dos cosas. En ninguno encontré el amor que le dan los uruguayos a las cosas, la atención, en ninguno te tratan tan bien. Yo voy al interior y la gente me recibe como si fuese su familia y eso, con la masividad en otros países lo perdés”.

La otra cosa es más abstracta. Nacho no ha conocido, nunca, ningún atardecer como los de Uruguay. No ha visto, en ninguno de los más de 20 países que ha visitado, al sol ocultarse de una forma tan linda -tan repleta de colores y tan intensa- como lo hace en su país.

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