Verano 2022
Posada Ayana es uno de los emprendimientos turísticos que destaca en José Ignacio; la familia propietaria llegó desde Austria y se enamoró del lugar.
José Ignacio tiene mística o, al menos, eso creen los extranjeros que llegan a la zona, se enamoran del lugar y deciden asentarse y crear allí su propio paraíso. La familia Kofler, oriunda de Austria, así lo hizo. Hoy tienen una posada de lujo y una gran obra de arte de James Turrell que aporta a la vida cultural del balneario uruguayo.
Pero, ¿cómo llegó la familia Kofler a José Ignacio y por qué? La historia de Edda y Robert y sus hijas Felice y Koko es una muy particular.
“La primera vez que estuvimos aquí fue hace 20 años. Era nuestro primer viaje a Sudamérica. Mi hija más chica nació con el amor y, casi, adicción a los caballo. Así que fuimos a Argentina y también vinimos a Uruguay a pasar Año Nuevo con amigos, en esa búsqueda de caballos, y así conocimos José Ignacio”, explicó Edda en diálogo con El País.
A pesar de que Edda sintió que el lugar era especial desde el primer momento y que, según ella, tuvo la mejor cabalgata de su vida por la playa, la familia decidió instalar su establecimiento equino en Argentina, principalmente por el circuito de polo.
Diez años después los Kofler volvieron a José Ignacio y decidieron que querían tener un lugar propio en esta parte del mundo porque para Edda, “tiene una energía muy única”.
Esa magia fue la que hizo que el balneario enseguida se sintiera como un hogar para Edda. “He viajado bastante y soy afortunada al decir que estuve en casi todas partes del mundo y he vivido en muchos lugares. Pero nada se compara a lo que siento cuando llego aquí y siento que estoy en casa. Mi parte favorita es manejar por la costa y ver la laguna; instantáneamente me relajo y me parece hermoso”, confesó.
Y añadió: “Además de lo hermoso que son los alrededores, con su forma de copa, sus dos lados del mar y sus dos vientos, el amanecer y atardecer, la salida de la luna y su puesta, creo que es un lugar donde siempre se aprecia el comienzo y el fin y luego un nuevo comienzo. Eso es lo que te hace sentir especial aquí. Realmente aprecio que podamos estar en este lugar y que hayamos construido nuestra posada”.
Edda Kofler y laa diferencia de la vida en Uruguay y Austria
La austríaca pasa unos seis o siete meses del año en la costa uruguaya y asegura que, tanto la temporada como la época sin turistas, son disfrutables.
“Es un destino turístico y de temporada y hay mucha actividad y explosión durante un breve tiempo. Luego vuelve la vida tranquila y lo hace muy interesante porque implica intentar crear diferentes eventos y ofertas para que se pueda apreciar cómo se vive con menos”, aseguró a El País.
Sin embargo, destacó que es clave que José Ignacio siga siendo como es: “Es importante que conserve su esencia y sea distinto que Manantiales, La Barra y ni que hablar de Punta del Este, que ya es una gran ciudad con un estilo más parecido a Miami. Creo que es hermoso que en esta pequeña zona aún existan estos pueblos y se mantengan las diferentes atmósferas con sus diferentes vibras”, remarcó.
El proyecto.
Posada Ayana es un proyecto que creció de a poco. Originalmente estaba pensado como casas para pasar las vacaciones. Sin embargo, cuando la primera construcción estuvo terminada, Edda no sintió que tuviera la misma energía de la zona y fue Robert Kofler quien le propuso que fuera una posada. Durante el 2021 agregaron seis nuevas suites, una biblioteca, un pequeño spa y un centro de fitness.
“Mi idea era crear un lugar pensado para los extranjeros. Porque cuando llegamos aquí todos nos decían que el mayor público de la costa era de Argentina y Brasil, porque para el público de Estados Unidos y Europa es difícil llegar. Sin embargo, José Ignacio está en el esquema internacional y todos hablan de este lugar. Todos quieren venir y estar aquí y creo que es uno de los lugares más hermosos de la tierra”, destacó la emprendedora.
Edda creció y vivió casi toda su vida en Europa y quiso que el lugar reflejara ese estilo de vida. “Cuando era joven solía pasar mis vacaciones de verano en el sur de Francia con mis padres y también en Capri (Italia) y quise trasladar esa atmósfera de los años 60 y 70 para aquí. Me propuse recrear el sentimiento que tenía en mi infancia y eso es lo que trasladé a Posada Ayana”, reveló.
Parte de esa esencia hace que el lugar tenga su propio festival de cine, con películas curadas por la propia Edda Kofler y Martín Pittaluga; además, junto a Beatriz Soullier, organizadora de Ronda de Mujeres, la austríaca es la anfitriona de eventos musicales a los que describe como experiencias únicas donde la clave es disfrutar de música de calidad.
El arte como regalo
Cuando se toma la calle Luis E. Schickendantz, justo antes de llegar a Posada Ayana, una construcción que parece un hongo llama la atención. Se trata de una obra inaugurada el 20 de noviembre pasado y firmada por el artista estadounidense James Turrell.
El espacio, al que se conoce como Skyspace, es una experiencia de arte y luz de acceso público. “Compramos la tierra donde ahora está el Skyspace porque nos enteramos que alguien la quería para hacer 25 apartamentos y realmente no queríamos que sucediera”, explicó Edda.
En su lugar empezaron a evaluar qué poner allí para que funcionara como una especie de homenaje a José Ignacio.
La primera idea fue un parque de esculturas, pero lo descartaron. Finalmente fue su propia experiencia la que motivó a los Kofler a ponerse en contacto con James Turrell.
“La primera vez que experimentamos el Skyspace y el arte de la luz fue en Salta en una bodega a la que fuimos a degustar vino. La experiencia me impactó. Luego Robert visitó uno similar mientras esquiaba en los alpes de Austria y decidimos hacerlo”, relató.
Lograron contactar al artista pero llegó la pandemia y todo se estancó. Finalmente, Turrell llegó en noviembre de 2021 para culminar la obra que siguió a distancia durante muchos meses.
“Una piedra fue cayendo sobre la otra y aquí estamos ahora, con Ta Khut, que quiere decir luz en antiguo egipcio, lleno todos los días. Es una experiencia muy espiritual que es difícil de describir”, concluyó.