Violencia en el parto, una situación común

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Foto: G. Pérez

Libro

“El lado oscuro de parir” de Gabriel Sosa profundiza en el tema.

Gabriel Sosa es periodista y no tiene hijos. Sin embargo, en una conversación casual con una amiga descubrió la realidad que viven cientos -o miles, no está claro- de mujeres cuando llegan a la sala de parto y son víctimas de violencia obstétrica.

En 2017, se reunió con una amiga que acababa de tener su segundo hijo.

“Un poco por compromiso le pregunté cómo le fue y ahí me contó una historia espantosa que le había pasado. Entonces me cayó la ficha de que venía escuchando casos así toda mi vida”, contó Sosa a El País. Ese fue el inicio del libro El lado oscuro de parir: la mujer como víctima de violencia, que publicó la editorial Planeta a fines de 2018.

Mañana miércoles Sosa presentará el trabajo en el Museo Neruda de Punta del Este (Virazón y Avenida Salina) y profundizará sobre la investigación que realizó para crear su libro.

Las historias que recoge el texto son verídicas, fueron surgiendo a medida que conversaba con personas y les contaba en qué estaba trabajando.

“Encontré gran variedad de historias, de todo tipo y color. Mujeres que habían pasado experiencias totalmente diferentes e intenté representarlas de la forma más variada posible. Hay temas que se repiten y casos similares, la idea era ser lo más amplio posible, por eso hay casos donde interviene lo religioso, mientras que en otros se llega casi a la violencia física”, describe el autor.

Sosa asegura que definir “violencia obstétrica” como algo específico es muy difícil y que dedica dos capítulos a tratar de explicar de qué se trata: “Es un término que a los médicos no les gusta nada, pero que es muy ilustrativo porque lo que pasa es violencia en el parto, también antes y después, es un tema de derechos. Se trata de haber secuestrado, por decirlo de alguna manera, determinados derechos a la mujer sobre la elección del proceso del parto”, subrayó.

“Cuando una mujer está por parir las decisiones las toma el médico, el cuerpo médico o el entorno médico. Creo que eso es lo que genera esa situación”, destacó.

Sosa sostuvo que desde que presentó el libro cada vez más personas comparten con él las historias de partos donde hubo “violencia”. Incluso muchas mujeres nunca se habían dado cuenta de lo que habían enfrentado: “Literalmente, muchas pensaban que su parto fue modélico y leyendo las experiencias de otras mujeres que lo vivieron de una manera diferente se dieron cuenta que a ellas les pasó lo mismo, o peor”, detalló.

El periodista indicó que el problema de la “violencia obstétrica” está “muy normalizado”.

Proceso.

Para escribir su libro, se acercó a la Organización No Gubernamental Mujer y Salud en Uruguay (MYSU), donde lo orientaron y le ofrecieron una cantidad de contactos sobre el tema.

Desde la ONG lo guiaron y los casos le fueron llegando: “Cuando llegué a un número considerable paré y decidí que todos estarían en el libro”, afirmó.

“La violencia es hacia la mujer, pero después se expande hacia la pareja y el bebé. Una vez que le pregunté a alguien de ese tema no me dio el cuero para dejarlo afuera; entonces, cuando llegué a una masa suficiente dejé de buscar testimonios. Podría haber seguido años”, explicó.

Además de los testimonios, el libro cuenta con la visión de médicos grado 5 de la Universidad, doulas, parteras y todo el personal técnico que rodea la atención obstétrica.

“Lo importante a destacar es que todos los técnicos y médicos piensan que están haciendo lo mejor posible por la salud de la mujer y todos tienen razones válidas para comportarse así”, subrayó el autor.

Futuro.

Sosa asegura que descubrió que no había material académico local sobre el tema hasta el momento, por lo que esto podría abrir una puerta. Sobre el libro, ni las asociaciones médicas, ni los equipos de doulas o parteras se pronunciaron.

En tanto, el Ministerio de Salud Pública presentó hace aproximadamente una semana una guía llamada “Recomendaciones sobre prácticas y actitudes en la asistencia del embarazo y nacimiento institucional”, para humanizar el parto. Sin embargo, Sosa asegura que gran parte de la responsabilidad de la “violencia obstétrica” parte de los protocolos que implementa el propio Ministerio: “Fueron ellos mismos los que cerraron las maternidades del interior, generando que casi todos los partos deban ser en capitales departamentales”, destacó.

Medicina obstétrica avanza y retrocede

Gabriel Sosa sostuvo que los últimos años el tratamiento obstétrico avanzó tanto que en 2018 en el Hospital Pereira Rossell no hubo ninguna muerte de madres. Sin embargo, tanto avance repercutió negativamente en respetar los derechos de las parturientas sobre su decisión de cómo quieren dar a luz.

Sosa entiende que se debería revisar “esa línea firme” de que el parto sea algo médico y la posibilidad de darle a la mujer la libertad de elegir cómo desea tener familia.

“Esta medicalización es algo que tiene como mucho un siglo”, sostuvo.

“A los médicos no les gusta para nada que se hable de humanización del parto, pero habría que buscar un término intermedio para que la mujer tenga otras condiciones y otras garantías”.

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