NATURALEZA
Investigadores registraron a 35 ejemplares en libertad; reclaman medidas urgentes de control
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Uruguay puede anotarse un récord: tiene los registros más al norte de Sudamérica y los primeros en el Bioma Pampa de visones (Neovison vison). Pero no es una buena noticia. A pesar de su aspecto inofensivo, investigadores alertan sobre el “potencial invasor y los efectos negativos” de esta especie.
Gabriel Laufer, Enrique González, Alexandra Cravino, Noelia Gobel, Felipe Montenegro, Gonzalo Nión, Jorge Velázquez y Alejandro Valenzuela ya habían lanzado una alerta hace unos años; ahora, en un reciente artículo publicado en la revista Neotropical Biodiversity, dan cuenta de que es hora de tomar medidas de control: reportaron 35 visones, registrados entre 2010 y 2020 y ubicados mayormente en un radio de 2,5 kilómetros de un criadero de Melilla.
El animal.
El visón es un mustélido acuático originario de América del Norte. Habita ríos, arroyos, lagunas y humedales. Es una especie solitaria, de hábitos crepusculares y territoriales. Y viviría tranquilo chapoteando en el agua dulce y escondido entre la vegetación leñosa sino fuera porque su piel es muy codiciada.
Fue introducido por primera vez en Argentina y Chile en la década de 1930 por la industria peletera y, con el tiempo, debido a escapes y liberaciones deliberadas, ha logrado establecerse muy lejos de su hábitat natural. Con el mismo objetivo llegó a Uruguay en la década del 2000, reglamentándose su cría comercial en el Decreto Nº 828 de 2008.
“El Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) promovieron la cría de este animal del punto de vista económico –que posiblemente resulte positiva–, pero del punto de vista ecológico se obviaron las recomendaciones del Convenio sobre la Diversidad Biológica que plantea que no se introduzcan en los países especies con potencial invasor”, apuntó Enrique González, mastozoólogo del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).
No se puede decir que no se sabía cuál era el peligro. El visón es reconocido por su “impacto devastador en la vida silvestre nativa” en todos los países en los que logró instalarse en la naturaleza (unos 33 entre América, Europa y Asia).
El primer registro de un visón en el área fue en febrero de 2010. ¿Y qué pasó después? Esos 35 registros significan que ya hay ejemplares en estado silvestre pero no se puede saber si alguno de ellos ha nacido fuera del criadero o simplemente se escaparon de allí. “No sabemos si la especie se ha instalado en el país desde el punto de vista reproductivo”, señaló González al diario El País.
Uno de esos 35 visones fue atropellado y su cuerpo fue ingresado a la colección de mamíferos del MNHN. Así se pudo constatar que no estaba esterilizado. El resto fue fotografiado. “Constatamos que tienen capacidad reproductiva del punto de vista fisiológico pero no sabemos si del punto de vista ecológico se van a adaptar porque, por ejemplo, no saben cazar”, dijo el investigador respecto a un hecho esencial: se considera que una especie exótica es invasora cuando está instalada porque se reproduce en la naturaleza.
Pero agregó: “Pero cuanto más tiempo pasa y más se escapan aumenta más la probabilidad de que logren instalarse”.
Riesgos.
Usted verá las fotos y leerá las medidas (alrededor de 50 centímetros de largo) y pensará: ¿pero qué riesgo puede significar esa criaturita peluda? González aclaró lo primero: “No son peligrosos para el ser humano”. Pero sí lo son para el resto.
Puso este ejemplo: “Es como si pusiéramos un criadero de leones para sacarles la piel y se nos escapa un león de vez en cuando que se come algún pibe de la escuela o algún trabajador. Lo que pasa con el visón es a nivel del sistema”.
Son peligrosos por su lugar en la cadena trófica. “Se trata de un depredador y tiene dos efectos: uno es la competencia sobre las especies similares; en nuestro país el más parecido es el hurón; y otro es que va a depredar a un conjunto de presas. Es un añadido en la trama ecológica que va a competir con unos y va a comerse a otros”, explicó.
La ubicación aporta otro inconveniente. La mitad de los registros se ubicaron dentro del área protegida de los Humedales del río Santa Lucía, por lo que para González no hay otra opción: “Inmediatamente hay que iniciar una campaña para contener la invasión”. Una opción es reforzar la seguridad del criadero y entrenar a su personal para evitar más escapes. Otra es capturar a los ejemplares que están en libertad (se desconoce el número total). Por ejemplo, en Chile, donde los visones se han instalado como una especie invasora se realizan campañas por las que se colocan jaulas con cebos.
Para González, el mejor protocolo de control es no promover ningún criadero de especies exóticas invasoras y revisar los permisos que tienen los todavía instalados en el país.
De medusas a la rana toro: especies ya instaladas en el país.
Una especie exótica invasora es un organismo que está fuera de su espacio de distribución natural históricamente conocido. Han sido transportados voluntaria o involuntariamente por el hombre, ingresan a un ambiente, se adaptan y empiezan a desarrollar sus poblaciones. Se dispersan y ocasionan efectos en la biodiversidad, a nivel ecosistémico, económicos e incluso pueden afectar a la salud humana.
Una de ella es la medusa Blackfordia virginica y otra es el cangrejo Rhithropanopeus harrisii. Hay especies exóticas invasoras actualmente bajo estudio y con chances de ingresar a la lista de especies exóticas invasoras definida en 2015: macroalga Grateloupia turu turu y los visones (Neovison vison), entre otras. De todas, preocupa el mejillón dorado (Limnoperna fortunei), que ya está en la lista, porque está colonizando todos los grandes ríos de Uruguay y está ampliamente distribuido en la Cuenca del Plata. Es una verdadera molestia ecológica y económica que mide entre los 3 y los 4,5 centímetros. “Se fija en sustratos duros como rocas, tuberías, cañerías, turbinas, tomas de agua y más. Ha afectado a industrias nacionales, represas hidroeléctricas, de agua potable y de riego”, dijo el experto Ernesto Brugnoli a El País.
La rana toro (Lithobates castesbeianus) es otra especie exótica invasora. Su origen geográfico es Canadá, México y Estados Unidos y fue introducida para ser criada en granjas de producción. Su población se salió de control y se instaló, fundamentalmente, en Cerro Largo y en Maldonado. “Afecta a la fauna nativa de anfibios. Puede estar transmitiendo un hongo”, dijo Brugnoli. Desde hace unos años están en marcha planes de manejo y erradicación en Maldonado y Canelones. Una de las primeras medidas fue el aislamiento de los charcos de agua, el hábitat de la rana toro adulta que puede llegar a pesar 800 gramos.