COVID-19
La pandemia todavía no llegó al continente blanco pero se cumple un estricto protocolo para estar a salvo
"Estamos confinados a las bases”, dijo con un dejo de preocupación en su voz Emilio Obelar. Aunque después comunicó que prima “la cautela”. Donde vive no hay ningún punto rojo que todavía identifique que allí hay un infectado por COVID-19. Pero sabe que es cuestión de tiempo. Y si el virus llega, él y 18 uruguayos no están en las mejores condiciones para mantener la distancia social o para recibir atención médica. En la Base Científica Antártica Artigas el único personal médico es la nurse Daniela De Mello. En caso de llegar a un nivel crítico de salud en invierno, el traslado de un enfermo a un hospital sería casi imposible.
La remota Antártidaes el único continente que todavía no ha registrado ningún caso por coronavirus. Las distintas bases pueden recibir en verano -el 6 de febrero de 2020 se registró el récord de 18,3 grados- hasta 5.000 personas, pero esta temporada fue distinta. “Este año fue muy especial”, comentó Obelar. De memoria, el jefe recordó la población más o menos estable de las otras bases y organismos y no pasó los 170. Pero, por lo menos, había casi 40 en las bases españolas. En estos momentos, en la base uruguaya hay 19 personas, pero pronto quedarán ocho.
Todavía no está el día confirmado pero antes del 10 de abril, el avión Hércules C130 de la Fuerza Área Uruguaya llegará para retirar a 11 miembros de la dotación de verano. Ese vuelo estaba previsto para arribar el 14 de abril y partir 10 días después pero se adelantó para la protección del personal. Asimismo, no llegará nadie nuevo.
“El 16 de marzo, de acuerdo con una guía internacional que firmaron todos los países del Tratado Antártico, se reconsideró cualquier acceso programado. No pueden entrar turistas ni por barco ni por avión”, contó Obelar. Cada año, entre 60.000 y 80.000 turistas llegan al territorio más virgen del planeta para pasar solamente unas horas entre la nieve y los pingüinos.
Además, se estableció que, antes de cruzar hacia el continente blanco, todas las personas deben realizar una cuarentena obligatoria de 14 días y contar con las vacunas contra la gripe y la antineumocócica vigentes. “También se tienen que hacer el test que identifica al COVID-19”, apuntó.
Desde el 16 de marzo, el aislamiento que ya puede ser aciago por las condiciones climáticas se recrudeció con medidas especiales. “Se cancelaron todas las visitas, actos protocolares, actos sociales (como cumpleaños) y actividades deportivas entre las bases”, prosiguió Obelar. Esto implica que las salidas de la base uruguaya solo se dan si son estrictamente necesarias.
Por ejemplo, el viernes pasado llegó al aeropuerto una carga que contenía filtros para unos generadores. Acudió el mínimo del personal, entre ellos la nurse, todos ataviados con mascarillas, guantes, forros y túnicas. Y el contenedor se dejará “helado” por nueve días para evitar que haya ingresado cualquier tipo de virus o bacteria. Durante el fin de semana, la Dotación Antarkos XXXVI trabajó en iguales condiciones para el retiro del mar y resguardo de una lancha para practicarle los mantenimientos necesarios.
Respecto al contacto con las otras bases, la china, ubicada a seis kilómetros de la uruguaya, fue clausurada a mediados de enero, aunque no había ningún infectado. “Nadie se puede acercar allá”, afirmó. Las más cercanas son la chilena y la rusa, a cuatro kilómetros de la base de bandera nacional. La chilena, por ejemplo, suspendió los desplazamientos de personal y transporte de carga. A fines de la semana pasada, se estaba esperando que se descongelara la pista para que un avión pudiera regresar a Punta Arenas.
Por su parte, los últimos ocupantes de las dos bases españolas regresaron a su país durante el fin de semana en un avión procedente de Montevideo con más de 200 pasajeros a bordo y coordinado por el Ministerio de Relaciones Exteriores ante el cierre de fronteras.
¿Y qué sucede dentro de la base Artigas? La rutina se ha modificado del punto de vista social. “El personal sigue las normas de acuerdo a lo establecido por el gobierno. Eso de quedarse en casa es primordial. Todos somos conscientes y hablamos todos los días con nuestras familias”, señaló Obelar. A la reducción de salidas al exterior y al uso de elementos de precaución e higiene de los espacios comunes, se decidió que el mate debe ser individual y que las distancias entre individuos deben ser respetadas.
“Normalmente, luego del trabajo diario, el personal se dedicaba a hacer gimnasia, mirar televisión o compartir un mate. Los domingos elegimos una película o a jugar a juegos que tenemos y compartimos un asado; los sábados de noche, unas pizzas”, habló el jefe sobre la rutina que, aun en el continente más inhóspito del planeta, se ha visto alterada para que todos sigan sanos y la Antártida continúe siendo hostil solo por sus paisajes.