Vivir mirando tumbas: del Cementerio del Buceo a uno celta en Irlanda o las catacumbas de París

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Mujer en el Cementerio del Buceo
Gente de visita en el Cementerio del Buceo con motivo del Dia de los Fieles Difuntos en Montevideo, dia de los muertos, ND 20221102, foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores

HISTORIA DEL ARTE

Ana Broggio es profesora de Historia especializada en Historia del Arte y desde hace años recorrer cementerios es su pasión.

Una de las primeras veces que Ana Broggio —profesora de Historia egresada del IPA y especializada en Historia del Arte— entró a un cementerio fue para enterrar a su padre. Ese día, en el momento exacto del entierro, sintió por primera vez esa certeza de no ver nunca más a una persona, “al menos en este plano”, aclara. Eso, dice, fue un antes y un después. Luego despidió a gente querida para su familia, pero fue en la adolescencia cuando empezó a frecuentar los cementerios porque sí, porque le apasionaba todo lo que había en esos lugares: las esculturas, las simbologías, los ángeles, las trompetas, las columnas y, también -y sobre todo- la paz que siente cada vez que camina por allí.

Hoy Ana trabaja en liceos, pero también, da cursos de Historia del Arte y realiza paseos por distintas partes de la ciudad de Montevideo. El próximo será una visita guiada por el Cementerio del Buceo el sábado 3 de diciembre a las 14:00. Antes, el jueves a las 19:00 dará una clase por Zoom para poner en contexto el paseo, para que, cuando llegue el momento, quienes asistan sepan mejor qué mirar, cómo mirar. Tiene cupos limitados y la información completa está en su página de Instagram, @artehistoriaarte.

“El cementerio del Buceo es de una riqueza que no tiene nada que envidiarle a ningún cementerio del mundo”, dice Ana con convicción y conocimiento. Es que para ella, en cada viaje que realiza, visitar los cementerios de las ciudades es uno de los planes principales.

Ha visitado, así, desde un cementerio pequeño, sencillo, austero y protestante en Boston, hasta el Père-Lachaise de París, uno de los más célebres del mundo, donde están los restos de Oscar Wilde o de Jim Morrison. Allí además visitó las catacumbas, en un paseo guiado repleto de anécdotas. Pero también, el de la Recoleta, en Buenos Aires -“que es una exquisitez”- o un cementerio celta en el Sur de Irlanda, cercano a un monasterio en ruinas, que “fue mágico”.

Para ella, recorrer un cementerio es entender parte de la sensibilidad de una sociedad. Pero, también, una de las actividades que más disfruta. Incluso, algunas veces, va al Cementerio Británico y se sienta a leer.

Ana Broggio en la iglesia gótica St Dunstan in the East, en Londres
Ana Broggio en la iglesia gótica St Dunstan in the East, en Londres.

“Adoro la paz que me transmiten los cementerios. Siempre que puedo los visito. Creo que hablan mucho de la sociedad, de las costumbres, de la sensibilidad frente a la muerte, un fenómeno que nos acompaña irremediablemente. Se trata del lenguaje de los vivos frente a los muertos y del legado de los muertos para los vivos, son como libros de piedra”, dice.

En el caso del Buceo, explica, además de ser parte de la identidad del barrio, es uno de los más impresionantes de la ciudad. “Es predominantemente católico pero hay, también, otras creencias”.

“Sin ir más lejos ahí está la tumba de Francisco Piria, que sabemos que era alquimista. Hay un montón de tumbas de espiritualidades alternativas. Esto estuvo muy presente en Occidente a finales del siglo XIX y comienzos del XX y se puede ver, por ejemplo, en tumbas que tienen elementos de la arquitectura egipcia, o en templos neogóticos. Pero, también, hay todo una movida Art Nouveau. Es muy diverso”.

Además, agrega: “Hay muchas esculturastraídas de Italia, hay muchos escultores genoveses que son exquisitos. Si estuvieran bien conservados creo que la visión de los colores y texturas de esos monumentos serían mucho más apreciables. Hoy por hoy hay muchas tumbas rotas, con moho, degradadas. Más allá de eso, a mí interesa poder ver esas cosas, descubrirlas, develarlas. Es algo que está allí y que espera ser develado”.

Lo primero que hay que tener en cuenta para visitar un cementerio, explica Ana, es respetar el lugar. Después, se los puede recorrer desde diferentes perspectivas: se pueden entender como parques de monumentos y esculturas, se pueden caminar pensando en los diferentes estilos que conviven en ellos y, también, conociendo las historias de las personas y personalidades están enterrados allí. Sus paseos tienen que ver con las dos primeras: con la lectura de esculturas y el reconocimiento de estilos.

“Las esculturas tienen un lenguaje propio, y en particular las esculturas funerarias. Se trata de adquirir unas generalidades sobre ese lenguaje y de tener elementos para saber cómo leerlas”.

La muerte y sus lecturas

“Los primeros cementerios fueron en las iglesias, luego estuvo el camposanto y después surgieron los cementerios extramuros, como el Cementerio Central, que tiene que ver con la necesidad de trasladar la muerte fuera de la ciudad por temas relacionados con la higiene, con las enfermedades y con una concepción higienista de la segunda mitad del siglo XIX. El Cementerio del Buceo, inaugurado en 1872, encaja perfecto en esas concepciones”, explica Ana.

Así como fue cambiando la forma de entender a los cementerios, también ha cambiado la relación con la muerte.

“Las lecturas sobre la muerte van cambiando a lo largo de las décadas, también. En la primera mitad del siglo XIX la muerte se mostraba, era común que la gente muriera por enfermedades, por la guerra, entonces era tomada como algo muy natural y el cuerpo se mostraba. Después viene toda una sensibilidad burguesa de la Era Victoriana en la segunda mitad del siglo XIX y entonces se busca ocultar la muerte o embellecerla para ocultar la decadencia del cuerpo. Hoy por hoy se está usando mucho la cremación y el tema de los cementerios parques, que son cementerios totalmente asépticos, no hay monumentos ni esculturas, eso habla de otra relación con la muerte y se vincula, creo yo, con el deterioro que tienen algunos cementerios en la actualidad”.

La manera en la que entendemos hoy la muerte, la forma de nuestros rituales , dice Ana, tiene algo para decir sobre nosotros.

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