Los votantes que la campaña olvidó

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Foto: Marcelo Bonjour

ESTUDIO

Estudio confirma la exclusión y desinterés político de millennials y centennials uruguayos.

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Mario Benedetti estaba equivocado. O al menos no había convivido lo suficiente con millennials y centennials cuando escribió que a lo jóvenes “les queda no decir amén / no dejar que les maten el amor / recuperar el habla y la utopía”. Porque las nuevas generaciones, esas que nacieron después de 1983, sienten que los ciudadanos comunes influyen poco y nada en las decisiones de los gobiernos de turno. O en la política.

La Encuesta Intergeneracional sobre Actualidad Latinoamericana realizada por la consultora Tendencia Digitales, con el apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas y a solicitud del Grupo de Diarios América, confirma lo que sociólogos y politólogos vienen sosteniendo: los jóvenes ya no están tan identificados con las instituciones clásicas y los partidos no los representan (o lo hacen en menor medida que a sus padres y abuelos). De cada diez lectores millennials (Generación Y) de El País que respondieron al sondeo, cuatro piensan que pueden influir “poco” o “nada” en las decisiones del gobierno nacional. La generación que le sigue, la Z, es un poco más optimista al respecto, pero uno de cada tres sigue insistiendo en que no interviene en las políticas públicas.

Esta conclusión parece calzarles como anillo al dedo a aquellos veteranos que insisten con que “los jóvenes de hoy no se comprometen con nada, rotan constantemente de trabajo, de amigos y de pareja”. Pero para el sociólogo Sebastián Aguiar eso es ver a la juventud con los lentes de un viejo. “La desafiliación está dada en los espacios clásicos, pero no así en otras alternativas de involucramiento. Las redes sociales son el ejemplo más sencillo, pero hay más. Las decenas de miles de chiquilines que se manifiestan en Europa por la situación del medioambiente no tiene antecedentes siquiera en el Mayo Francés (1968)”.

Casi la mitad de los centennials uruguayos que respondieron la encuesta sostiene que el estado medioambiental actual es “malo” o “muy malo”. También parece pesarles el concepto de felicidad, de armonía y violencia.

“He aquí otro ejemplo”, dice Aguiar: “Tras el tiroteo en la Universidad de Carolina del Norte fueron los adolescentes y los jóvenes los que salieron a exigir el endurecimiento de las políticas de porte de armas en Estados Unidos”. O, llevado al escenario uruguayo, “la campaña del ´No a la Baja´ fue más a pulmón de los jóvenes que de las viejas militancias políticas”.

Aguiar reconoce que varios jóvenes están desinteresados en la política partidaria, “un fenómeno que no solo recae en los jóvenes”. De hecho, realizó un experimento con adolescentes de 13 y 14 años y “la mayoría no sabía quién era Líber Seregni o Jorge Batlle”. Eso, dice, “no es culpa de los jóvenes”. Por un lado, influye la poca politización de los hogares. Por otro, se pregunta, ¿cómo se quiere motivar a los jóvenes si el Parlamento uruguayo es de los más envejecidos del mundo? ¿Cómo se les quiere hacer creer que hay lugar para ellos si ven que en España los candidatos a la Presidencia tienen entre 30 o 50 años y en Uruguay la mayoría sobrepasa los 60? La encuesta intergeneracional, sin embargo, da a entender que la aparente exclusión política de los jóvenes no conduce a una desafiliación ideológica. Cuando se les pregunta cuán de izquierda o de derecha son, en una escala del uno al diez, la inmensa mayoría responde y es capaz de situarse en una posición. Eso sí: aquella etiqueta de que el joven es más progresista, empieza a no ser tan evidente.

“Si no eres socialista a los 25 años, no tienes corazón. Si eres socialista después de los 35 años, no tienes cerebro”. Esta frase que erróneamente se le atribuye al expremier británico Winston Churchill y que ha sufrido variantes según quién la pronuncie, se basaba en la idea de que, por definición, la juventud era votante de izquierda, esa postura se modera en la adultez y se vuelve conservadora en la vejez.

Un estudio liderado por los investigadores uruguayos Manuel Flores y Lucía Selios, demuestra que durante varias de las últimas elecciones eso fue así: el Frente Amplio supo capitalizar el llamado “voto joven”. Pero en la misma investigación concluyen que la última generación política ya no parece identificarse tan claramente con la coalición de izquierda o con los partidos tradicionales, sino que aumentan las posturas de centro, de otras opciones o bien la no respuesta.

Las consultoras de opinión pública suelen preguntarles a sus encuestados qué votaron en la elección anterior. Las respuestas servían, históricamente, a la hora de ponderar y acercarse más a un escenario real, siempre basándose en que en la juventud es más fuerte la inclinación hacia la izquierda. Sin embargo, el estudio de Flores y Selios vino a problematizar este atributo y hace que para la campaña electoral que está en curso sean más las dudas que las certezas.

Julián de Zubiría, experto en educación a nivel latinoamericano, comentó que la encuesta deja ver tres cambios fundamentales de las Generaciones Z y Y frente a las anteriores: “Viven en un mundo de pantallas interconectadas, provienen de familias más diversas, más pequeñas y flexibles, y tienen mayores niveles educativos”.

“Como han vivido en un mundo tan flexible, respetan y valoran la diversidad. Como tienen amplio acceso a la información y mayor educación, tienden a ser más independientes y a rechazar en mayor medida la corrupción, que es mucho más visible en estos tiempos y medios. Asimismo, se han desencantado un poco de la clase política, de los gobiernos y de la iglesia que ha estado cerca del poder”.

Pero estas influencias no implican el riesgo de caer más fácilmente en posturas populistas de derecha y de izquierda, “porque creen menos en las instituciones y eso lo aprovechan los extremos en la política”. Un cuarto millón de nuevos votantes en la elección uruguaya son jóvenes. Pero, ¿qué político dijo una palabra seria sobre juventud en esta campaña? “Nadie”, concluye Aguiar. “Este país es una gerontocracia. Hay enormes tasas de desempleo juvenil, de suicidio juvenil, pero seguimos pidiéndole a los jóvenes que sonrían y digan que les importa lo que les decimos”.

(Producción: Tomer Urwicz y GDA).

Radiografía de los jóvenes: solidarios, escépticos y diversos
Tanto millennials como centennials encuentra la felicidad en la armonía
"Los millennials piensan en términos de apps", dice Balaguer. Foto: D. Borrelli.

Carlos F. Fernández y Ronny Suárez El Tiempo/GDA

Los jóvenes de América Latina son escépticos con respecto a sus gobiernos, tienen una visión del mundo basada en el equilibrio y un nivel mayor de conciencia social que, aunque contrasta con sus escasas habilidades para relacionarse personalmente por su inherencia con la era digital, les facilita la interacción para comprometerse a favor de un mundo mejor.

Esta es una gruesa conclusión de la Encuesta Intergeneracional sobre Actualidad Latinoamericana, para la que se tomaron como referencia grupos sociales enmarcados en las llamadas Generación Z (menores de 23 años), Generación Y (entre 24 y 36 años), Generación X (entre 37 y 51 años) y Generación ‘Baby boomers’ o más (mayores de 52 años).

Los menores (Generación Z) dicen estar solos en el campo afectivo y el 50 por ciento se declara soltero y sin pareja; mientras que los de la Generación Y son los más proclives a las uniones libres: el 39 por ciento de ellos manifiestan tener pareja y mantenerse solteros.

La psicóloga clínica Sandra Herrera manifiesta que el escepticismo de los jóvenes frente a las instituciones abarca también al matrimonio, porque tienen una mente más abierta a la libertad, a la autonomía y no a los condicionantes sociales, por eso tienen relaciones más flexibles y un poco menos duraderas, lo que no significa que no tengan pareja sino que son dados a las uniones libres incluso del mismo sexo.

Escépticos e insatisfechos.

En temas de país, gobierno y ciudadanía, más de la mitad de los jóvenes considera que la situación de sus países es mala y la tercera parte la califica de muy mala. Una calificación que relacionan con limitaciones en la libertad de prensa, violaciones a los derechos humanos, descuido por el medio ambiente y graves problemas de comunicación, lo que deriva en que casi la mitad de ellos (Generaciones Z y Y) se declaren insatisfechos con el gobierno, siendo los más jóvenes los más inconformes. En todos los grupos etarios la corrupción de los gobiernos, la indolencia con el medio ambiente y la violencia de todo tipo son los temas de mayor preocupación, mientras que entre los más jóvenes, la violación de los derechos humanos, el acoso sexual y el futuro de la humanidad (por medioambiente) son relevantes y, de acuerdo con la encuesta, deberían ser tratados con prioridad.

Juli Altieri tiene 24 años, es internacionalista y la representante para Argentina de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, fundada en 2014 y compuesta por miembros de 20 países de la región. Al explicar estas posturas afirma que existe una crisis de representatividad de los partidos políticos, que no han podido interpretar las necesidades de los jóvenes, que siguen reacios a la política tradicional.

Prueba de ello es que para la misma Generación Z, los partidos políticos no son necesarios para el funcionamiento de un país, a pesar de que junto a los Y presentan los porcentajes más bajos de participación en agrupaciones políticas o movimientos estudiantiles, comparados con las generaciones de mayor edad. En eso el estudio coincide con el relevamiento del Latinobarómetro.

“No es que seamos escépticos a la democracia sino que al estar orientada por políticos vetustos que se mantienen en el poder, no dejan lugar a las nuevas caras y a las nuevas ideas. Eso es algo que queremos cambiar, buscando espacios de manera autónoma para llenar estos vacíos e incluso arriesgándonos a proponer nuestros nombres en los procesos electorales, en pro de la democracia y de cambios que recojan las inquietudes de los más jóvenes”.

La encuesta revela que para la juventud ser ciudadano es tener derechos, pero a su vez cumplir deberes, y en este sentido, la generación Z considera los derechos como lo más importante, mientras que los ‘millennials’ se inclinan un poco más por los deberes.

Frente a esta ardua defensa de los derechos humanos que han asumido los jóvenes, Altieri afirma que es la respuesta natural a posturas extremas tanto de derecha como de izquierda que tienden a manifestarse en contextos autoritarios, negando cosas fundamentales para los jóvenes y, en general, para toda la población.

Justamente el respeto, la honestidad y la libertad son los valores con los que se identifican todos los grupos de población, pero temas como la libertad, la solidaridad, la productividad y la diversidad impactan de manera decisiva en la percepción de los más jóvenes.

Vivir en armonía es el concepto que los jóvenes asocian con el concepto de felicidad y en esto los ‘millennials’ y la Generación Z comparten opinión.

Sexualidad.

La Encuesta es generosa en datos relacionados con la sexualidad: la mayoría inicia su vida sexual entre los 16 y 18 años, la fuente preferida para informarse en estos temas es internet, el 85% de los jóvenes utiliza anticonceptivos y los condones son el método más usado en todas las generaciones. Y destaca que entre ellos hay mayor apertura en temas tradicionalmente polémicos, al punto que la mayoría de la generación Z (85%) considera que las personas del mismo sexo pueden casarse con todos sus derechos y más de la mitad considera que el aborto y la marihuana deben ser legales en cualquier circunstancia. Sin embargo, las Generaciones Y y Z manifiestan haberse sentido más discriminados, sobre todo en las instituciones educativas, a la par que se encuentran más de acuerdo con equiparar oportunidades para todas las personas. Catalina Martínez Coral, directora para América Latina y el Caribe del Centro de Derechos Reproductivos, considera muy positivo que los más jóvenes estén de manera tan generalizada a favor del aborto y de los derechos de las parejas del mismo sexo.

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