MUJERES ICÓNICAS

A 115 años del nacimiento de Frida Kahlo, hoy hacemos un repaso de la vida de la artista que pasó a la posteridad como una de las grandes de su tiempo. La autora de unas 150 obras, tuvo una dura historia, con muchos episodios de padecimiento físico y emocional.

El dolor en la vida de Frida Kahlo comenzó desde temprano. Esta icónica mujer nació el 6 de julio de 1907 en México y, en 1913, cuando apenas tenía 6 años, contrajo poliomielitis, una enfermedad que la dejó con una secuela que la acompañaría para siempre: su pierna derecha quedó mucho más delgada que la izquierda.

En 1925, 12 años más tarde, se produjo el acontecimiento que la marcó de manera definitiva. El 17 de septiembre, mientras volvía a su casa, el autobús en el que viajaba fue embestido por un tranvía y sufrió graves consecuencias. Entre ellas, tres fracturas en la columna vertebral, 13 en la pierna afectada por la polio, y roturas en las costillas, el hueso pélvico y la pelvis. 

Desde entonces, ya nada volvería a ser lo mismo para ella, quien debió permanecer postrada mucho tiempo y, según se conoce, se enfrentó a, por lo menos, 32 cirugías, que también le generaron sus dolores y molestias. Así y todo, logró constituirse como una de las máximas referentes del arte del siglo XX. 

En una oportunidad, la autora de pinturas como La columna rota y El venado herido señaló que, a lo largo de su vida, sufrió dos grandes accidentes. Con estas palabras, la artista no solo hacía referencia al accidente que marcó su vida, sino también al hecho de haber conocido a Diego Rivera.

Cuenta la historia que la primera vez que se vieron fue cuando la mujer tenía 15 años y la fascinación que se dio entre ella y Rivera fue tal que pronto trascendió el ámbito artístico. Así, en 1929, se casaron por primera vez. 

Diego Rivera, que le llevaba 21 años de diferencia, declaró en una ocasión que siempre se consideró “incapaz de amar a una sola mujer”. Por esto mismo, no sorprende que pronto la joven Frida se haya enfrentado a las reiteradas infidelidades por parte del también artista plástico.

La relación se volvió insostenible cuando Diego tuvo un amorío con una de las hermanas de Frida. Se trató de Cristina, la más pequeña de todas que fue, al mismo tiempo, la que más estuvo junto a ella y quien cuidó de su salud. Con gran dolor por esto, Frida Kahlo tomó la decisión de que, a partir de entonces, ella también estaría con otras personas, dinámica que duró hasta 1939, año en que se terminaron divorciando.

Sin embargo, apenas unos meses más tarde, en 1940, volvieron a contraer matrimonio, aunque para entonces su vínculo se había convertido más en una amistad que en una relación amorosa.