La gran sorpresa de los vecinos por un estruendo que sonó a guerra

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Daños a causa de la explosión de un edificio en Villa Biarritz. Foto: Francisco Flores.

"UNA EXPLOSIÓN MUY FUERTE"

Fue un hecho también similar a un terremoto y dejó a varios en shock.

Daños a causa de la explosión de un edificio en Villa Biarritz. Foto: Francisco Flores.

Son casi las cinco y media de la tarde, el sol ya es una presencia tenue que va dejando que el frío se apropie de la plaza Villa Biarritz, y una brigada de voluntarios de Tacurú levanta los vidrios que todavía se esconden en el césped, a varios metros del edificio que fue escenario de una explosión que estremeció Punta Carretas, y que se llegó a sentir en distintas zonas de Montevideo.

Alrededor del vallado que puso la Policía y los bomberos todavía quedan curiosos que, como un ciclo sin fin, esbozan en voz alta las causas hipotéticas de la tragedia que culminó con 10 personas heridas, tres de ellas están internadas en cuidados intensivos del Hospital Británico.

Lo que ocurrió pasadas las nueve de la mañana es descripto de una forma muy parecida por todos los vecinos que saltaron de la silla o su cama por la proximidad con la explosión. Todos hablan de un rugido grave y continuado, el estallido de vidrios, y coinciden en un razonamiento similar: pensar que el origen del fenómeno residía en la obra de construcción más cercana de cada cuadra.

“Salí ya a la calle”, le ordenó a los gritos un vecino a Graciela (nombre ficticio), incrédula y sin saber qué hacer en el cuarto piso de su edificio, por la calle Montero. Como pudo -y como tantos otros en los casos en que no había niños- pensó en su mascota -un gato-, se aferró al animal y bajó a la vereda. Arriba dejó su apartamento, con su cuarto sin ventanal y su cama bañada en vidrios, y el horror de no entender aún lo que estaba sucediendo.

Abajo todos fueron enterándose: por un accidente cuya causa las autoridades investigan, el tercer piso de un edificio en Leyenda Patria e Hidalgos estalló de un momento para otro, y dejó a sus dos ocupantes -una pareja de ancianos- muy comprometidos por las quemaduras que afectaron las vías respiratorias, además de la fractura de huesos producto del impacto de materiales.

A las cuatro de la tarde, cuando ya la noticia era vieja, en un almacén por Leyenda Patria, a 100 metros del epicentro de la explosión, la gente hacía cola, pero sobre todo para conversar de lo mismo. Con la persiana a medio cerrar, la vendedora atiende a oscuras, porque desde la mañana no tiene luz y tampoco cuenta con los vidrios de la entrada, hechos añicos.

Horas antes, cuando la prensa transmitía en vivo, se conoció el testimonio en caliente de vecinos que todavía mantenía el shock. Uno de ellos, vendado en la cabeza y con el cuello de la camisa manchado de sangre, le costaba poner en palabras lo que había vivido hacía minutos: “Se escuchó un estruendo impresionante, vidrios arriba, marcos que se te caen”, dijo Alejandro, que fue sorprendido por el suceso cuando estaba preparándose el mate, dos pisos arriba de donde se dio la explosión. “No entendía nada; quedé mareado”, siguió, aún incrédulo.

Este hombre, pero también otros del edificio en cuestión, recordó que desde hacía días se sentía “olor raro” en el edificio, que bien podía atribuirse a una fuga de gas. En efecto, contó que cuando volvió esta mañana del colegio de sus hijas, a quienes por fortuna las había llevado bastante antes del estruendo, lo primero que hizo fue abrir las ventanas para cambiar el aire.

Como sea, todo fue caos. Otro vecino se refirió a “una explosión muy fuerte” que en su caso lo asoció a un “terremoto”, y tenía nítido en el recuerdo los vidrios volando por doquier.

Cortina salvadora

En las tragedias siempre sucede: los que se salvan, o los que fueron afectados mínimamente, suelen reflexionar acerca del azar o la suerte que determinó que no estuvieran en el lugar y el momento indicado para la desgracia. Es decir, se vuelve una y otra vez a la cadena de hechos que los llevó, milagrosamente, a evitar lo peor.

Ese fue, entre tantos otros, el caso de Bruno, un joven informático que por razones que no supo explicar decidió no abrir la cortina de su habitación y dar paso a un sol luminoso como el de la mañana de este viernes. Empezó a trabajar en su computadora como todos los días y, cuando quiso acordar -ruido sordo e incomprensible mediante-, había grandes pedazos de vidrios incrustados en los cuadros de su cuarto, tal como relató a El País.

“Me salvó la cortina gruesa con blackout, de piso a techo, y eso aguantó mucho vidrio y escombro; la cortina se me cayó encima, pero aguantó los vidrios”, contó el joven, que además vivió otra consecuencia insólita: “A la computadora se le volaron las teclas”.

El apartamento está ubicado al otro lado de la manzana, pero la parte trasera da a un patio común con el edificio de la explosión, posesionado justo en frente.

Por eso el cuarto de Bruno, justo al fondo de su casa, recibió de lleno el impacto de la onda expansiva. Pero como aún no entendía nada, el joven corrió enseguida hacia el living, “que da para el lado contrario, por la calle Montero”, en donde estaban sus padres, con quienes vive.

“Explotó todo -siguió-: vidrios, puertas, y la campana de la cocina estaba fuera de lugar. Todo. Por suerte no nos hicimos nada, buscamos por dónde salir porque no entendíamos nada”.

Al final de la tarde en Villa Biarritz, las escenas siguen pareciendo surrealistas. Los curiosos, con más abrigos que al mediodía, abren paso a policías, bomberos o funcionarios de la Intendencia de Montevideo, algunos de los cuales analizaban si las hojas de las palmeras habían sufrido daños. Pero también a a vecinos que hoy no podrán dormir en lo que hasta hace pocas horas era su casa. Estos, tratando casi que pasar desapercibidos, atraviesan la plaza con valijas y paso resignado. El sonido ambiente, que se escucha prácticamente en toda la manzana y alrededores, continúa siendo la música de las escobas barriendo vidrios en balcones y terrazas.

Sismógrafo registró el impacto de la explosión

Uno de los sismógrafos que hay en Montevideo registró la explosión de Punta Carretas como si se hubiera tratado de un temblor en la tierra.

Así lo comunicó ayer la geóloga Leda Sánchez en su cuenta de Twitter. “Nos falta hacer algunos cálculos de movimiento de partículas. Lo que me llamó la atención del registro es que no daba que hubiera explotado sobre el suelo, había un hueco”, explicó la geóloga a El País.

En diálogo con Telemundo, la experta advirtió también que ahora deberá estudiarse los edificios de toda la manzana afectada. “Las estructuras quedan muy sentidas frente a la magnitud de esa explosión”, señaló la especialista.

En este sentido, Sánchez precisó que “la respuesta de los edificios (ante una explosión) varía en función de su calidad, de cómo está hecha la estructura, las consideraciones que se hicieron al construirlo, entonces la respuesta (de cada uno) va a ser diferente”.

“Además, la propagación pasa también a través del suelo, y la respuesta del suelo no es la misma” en cada sector o “costadito”, indicó. Esto se da “porque hay variaciones en la alteración, por ejemplo, de la roca, (y) variaciones de la (capa) freática”, agregó la experta.

Repercusión en los portales del exterior

Explosión en un edificio de Villa Biarritz.
Captura de pantalla
Explosión en un edificio de Villa Biarritz.
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