BRASIL
Ambas campañas ajustan las estrategias para el balotaje del domingo 30 de octubre.
Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva salieron del debate del domingo convencidos de lo que deben explorar y qué puntos deberán mejorar para crecer en la encuestas hasta las elecciones el 30 de octubre. En el Partido de los Trabajadores (PT) creen que Lula se equivocó frente a los casos de corrupción que asolaron su gobierno y el de su correligionaria Dilma Rousseff. Para los aliados del candidato a la reelección por el Partido Liberal (PL), éste no pudo bajarse de las cuerdas durante casi todo el primer bloque, momento en el que la pandemia acaparó el debate.
En el PT creen que Lulapodría haber enfrentado las preguntas de Bolsonaro sobre corrupción de manera más efectiva. Lula se preparó para dar respuestas sobre los escándalos de Mensalão y Petrobras desde el inicio de la campaña, pero no logró abordar el tema en el debate. Los estrategas ven que lo hizo mejor al responder sobre ese tema durante la entrevista con el Jornal Nacional, a finales de agosto. Mejorar el discurso sobre este punto será la prioridad de la campaña para el debate de Globo, prevista para el 28 de octubre, dos días antes de la segunda vuelta.
Hay consenso entre los allegados a Lula que tuvo la oportunidad de acorralar a Bolsonaro al abordar la corrupción. Por eso, dicen que debería haber recordado las acusaciones de rachadinha (un esquema para compartir los salarios de los funcionarios) en las oficinas del clan presidencial, la compra de bienes inmuebles por parte de la familia con dinero en efectivo y el escándalo que involucra a los pastores en el Ministerio de Educación.
Otro momento del debate llamó la atención: el toque en el hombro de Bolsonaro a Lula. El expresidente se acercó e intentó poner su mano en el hombro de su contrincante. Quienes conocen a Lula dicen que estaba muy incómodo, lo que puede haber contribuido a desconcentrar al candidato del PT, al mismo tiempo que se vio como una falta de respeto por parte de Bolsonaro.
La campaña del Presidente de la República tiene exactamente la misma valoración y consideró el episodio como un punto positivo.
A partir de ahora, la dirección del PT también pretende intensificar la preparación para que Lula llegue a los evangélicos de manera más eficiente, tanto en los programas de propaganda electoral libre como en el último debate. La lectura es que el debate del domingo fue un buen momento para que Lula hiciera un guiño más objetivo al electorado religioso. Allegados al expresidente afirman que fue decisión del propio candidato no abordar el tema, contrario a los deseos de sus aliados. En el discurso final, Lula solo dijo una frase dirigida al segmento, sin citarlo: “Quien aprueba la ley de libertad religiosa es quien te habla”.
Considerado un tema para el que Bolsonaro “no tiene respuesta”, la pandemia seguirá siendo explorada por el PT hasta el final de la campaña. El expresidente crece al hablar del tema, evalúan los aliados.
Los bolsonaristas admiten que al presidente le va mal cuando el debate migra a los daños causados por el coronavirus.
Efecto moro
En base a una evaluación similar a la del opositor, la campaña de Bolsonaro planea mantener la corrupción como el foco principal de los ataques a Lula. Para los bolsonaristas, Lula no solo no pudo encajar un discurso para explicar los escándalos de las administraciones del PT, sino que además se mostró molesto.
La idea es seguir abordando el tema tanto en enfrentamientos presenciales, como en redes sociales y anuncios de radio y televisión. Internamente, el cuartel general bolsonarista cree que, como los dos candidatos son ampliamente conocidos, no hay una “bala de plata” por venir y, por lo tanto, la búsqueda de votantes indecisos se definirá en los debates sobre el pasado de ambos.
Bolsonaro invitó al exministro y senador electo Sergio Moro a acompañarlo en el debate del domingo. El objetivo era precisamente intentar desequilibrar a Lula con la presencia del juez que lo condenó por la causa Lava Jato. Bolsonaro y Moro se reconciliaron tras la primera vuelta, más de dos años después de que el entonces ministro de Justicia dejara el gobierno acusando al mandatario de haber intentado interferir con la Policía Federal.
Por otro lado, la campaña admite que Bolsonaro todavía pierde mucho cuando se le confronta sobre el papel del gobierno en la pandemia. El presidente, a juicio de los asistentes, es incapaz de defender su gestión sanitaria y de rebatir las críticas que recibe por su postura sobre las vacunas, ya que cuestionaba su eficacia y tardó demasiado en comprar. Asimismo, para los aliados de Bolsonaro, no hay respuesta cuando el adversario recuerda el episodio en el que el presidente simuló a una persona con dificultad para respirar. Lula aprovechó la crisis sanitaria y salió mejor del primer bloque, a juicio de ambas campañas.
En general, miembros del núcleo duro de Bolsonaro consideran que, a pesar de haber comenzado en desventaja, terminó el debate por todo lo alto. El presidente inició el programa nervioso, con una postura militar e incómodo al caminar por el escenario. Dentro de su equipo existía el temor de que el formato del debate favoreciera a Lula, que tiene un estilo de “narrador”. Finalmente, el candidato del PL terminó aprovechando mejor su tiempo, lo que fue celebrado por su campaña.
Bolsonarista denuncia atentado en San Pablo
Las autoridades brasileñas rechazaron ayer lunes, “por el momento”, la hipótesis de un atentado contra el candidato bolsonarista a gobernador de San Pablo, Tarcísio Gomes de Freitas, quien aseguró haber sido atacado a tiros durante su visita a una favela. El secretario de Seguridad Pública de San Pablo, Joao Camilo Pires, dijo que los datos recopilados hasta ahora no llevan a pensar que los disparos iban dirigidos hacia Gomes de Freitas, exministro de Infraestructura de Jair Bolsonaro. “Ninguna hipótesis está descartada”, aclaró Pires. El tiroteo dejó un sospechoso muerto.
El suceso ocurrió cerca del mediodía en Paraisópolis, una de las favelas más grandes de la ciudad de San Pablo, entre un grupo de individuos en moto y los agentes que formaban parte del dispositivo de seguridad del candidato. “El tiroteo ocurre más o menos a una distancia de entre 50 y 100 metros de donde estaba el equipo del candidato”, que visitaba unas instalaciones universitarias de la comunidad, explicó Pires.
Imagen de vitalidad: la salud de los candidatos
Jair Bolsonaro (67) y Luiz Inácio Lula da Silva (76) están esforzándose al máximo para proyectar una imagen de vitalidad en la recta final de la campaña rumbo al balotaje del 30 de octubre.
Lula, que cumple 77 el día antes de la votación, tiene su voz extremadamente ronca. “Voy a tener que dejar de hablar un mes para recuperarme”, bromeó. Lula fumó durante 50 años y abandonó el cigarrillo en 2010, tras ser internado por hipertensión, a los 64. En 2011, cuando dejó el poder, fue diagnosticado con cáncer de laringe y se sometió a quimioterapia y radioterapia. Los médicos anunciaron “una recuperación total” al año siguiente.
Bolsonaro aprovechó el debate del domingo para referirse a la salud de su rival: “Lula, pare de mentir, es malo para un hombre de su edad”, le espetó.
Pero el líder de la izquierda es consciente de que su edad no es una ventaja. “Todo el mundo sabe que tengo cuatro años para hacerlo todo”, declaró durante la campaña, descartando inmediatamente un segundo mandato. “Un ciudadano no puede querer la reelección a los 81 años”, agregó. “La naturaleza es implacable”.
A Bolsonaro los brasileños lo han visto sufrir a lo largo de su mandato por las secuelas del apuñalamiento que casi le cuesta la vida en septiembre de 2018, en plena campaña electoral para la primera vuelta de ese año. El ataque le alcanzó el intestino y lo condenó de por vida a sufrir obstrucciones digestivas y adherencias en los tejidos, que lo han llevado al hospital en varias ocasiones.
Bolsonaro pasó por seis cirugías desde ese atentado en 2018: cuatro por las secuelas del ataque, una vasectomía y un cálculo en la vejiga.