BRASIL

La xenofobia , que subyace al extremismo de derecha europeo, no tiene sentido en Brasil. Hace al menos 70 años que dejamos de ser un destino preferente para los inmigrantes. Si en la época de mis abuelos era común ver libaneses, italianos, alemanes, japoneses y portugueses en las calles de San Pablo, hoy es común ver brasileños en las calles de Boston, Londres y Lisboa.

Por lo tanto, la aversión a la inmigración no ocupa un estante prioritario del bolsonarismo. Ni siquiera se menciona a menudo. Muy diferente a la postura de Giorgia Meloni y Marine Le Pen, que defienden políticas antiinmigración.

Una segunda diferencia radica en la fuerza de los evangélicos en el bolsonarismo. Los evangélicos son menos numerosos en países como Francia, Italia, Portugal, Hungría y España. La extrema derecha en estos países tiene una conexión más fuerte con el catolicismo conservador tradicional.

En el caso europeo, hay islamofobia y antisemitismo. En el caso del bolsonarismo, los ataques se concentran en las religiones de origen africano.

Muchos soldados son parte del bolsonarismo. Esa sería otra distinción. Un fenómeno similar no se observa en las asociaciones de extrema derecha en Europa.

Una última diferencia clara está en el apoyo del bolsonarismo a las políticas económicas favorables al mercado.

Bolsonaro busca el apoyo de los banqueros de la llamada “Faria Lima”. Su ministro de Economía es el ultraortodoxo Paulo Guedes.

En la extrema derecha de Europa, el mercado financiero es visto como el enemigo. Solo mire cómo Le Pen y sus seguidores a menudo asocian a Emmanuel Macron con los grandes bancos.

La extrema derecha brasileña en realidad importa muchas banderas de la extrema derecha estadounidense, incluida una fuerte postura anticientífica, ataques a la prensa, apoyo a la posesión de armas, religiosidad, militarismo y conservadurismo en las pautas de comportamiento.