Camejo y De Souza en la previa: los clásicos que se jugaban con "hombres", el VAR y lo que se mantiene

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Carlos Camejo y Marcelo De Souza. Fotos: archivo El País/Juan Manuel Ramos.

ENTREVISTA

Uno emblema en Nacional, el otro muy querido en Peñarol. Ambos palpitaron la previa al clásico de esta tarde con Ovación repasando anécdotas y comparando épocas.

Marcelo De Souza y Carlos Camejo son dos exfutbolistas chapados a la antigua. Se criaron y maduraron en un fútbol sin VAR. Se lucieron en partidos históricos. Confrontaron y pelearon por defender a su camiseta. Tanto así que uno de ellos terminó en la cárcel después de un clásico.

Retirados, a sus 46 y 49 años, se ganan la vida de distintas maneras. Uno trabaja en una empresa de café y el otro se dedica, en distintas modalidades, a hacer construcciones de yeso.

Coinciden en que el fútbol tuvo un cambio de época. Que ya no es el mismo deporte que se practicaba antes. Que ya casi no existen los agarrones, los manotazos, los escupitajos o las patadas a escondidas. Que hoy todo el desarrollo del juego está a la luz de las cámaras de televisión.

Los árbitros ahora tienen la posibilidad de volver a revisar una jugada en caso de tener una duda. Eso hace que, en comparación a su época, vean un fútbol “menos fuerte”, más limpio y sin la “garra” y el “corazón” de fines de los 90.

Carlos Camejo. Foto: archivo El País.
Carlos Camejo. Foto: archivo El País.

“De aquellos tiempos de los 90 hasta principios del 2000 ha cambiado mucho el fútbol. No solo en lo que respecta a juego y campos, sino también a la implementación del VAR, que hace que los partidos sean mucho más señoriales que de hombres”, dijo De Souza a Ovación.

“Se jugaba más con hombres. Hoy en día no es que la juventud no les dé cosas a los equipos, porque tienen un despliegue y están físicamente bien, pero los clásicos se jugaban con hombres. Al ser un hombre tenés espalda, entonces eso es fundamental para no sentir la presión”, coincidió Camejo.

Uno reconocido en Peñarol, el otro emblema en Nacional, ambos señalaron que en su momento pasaban cada día de la semana previa pensando en el domingo. De esta manera lo resumió De Souza: “Yo lo vivía a full. Uno tiene muchos partidos antes de jugar el verdadero partido. Muchas imágenes, cosas que en el 99,9% de los casos no pasan, pero uno se imagina cómo puede ser el partido, piensa qué puede hacer. Hasta goles de chilena capaz que he hecho pensando. En el momento que entrás y ves a la gente y al tradicional adversario, vos querés dejar la vida por ganar”.

Y así lo recordó Camejo, quien, incluso, prefería conseguir una victoria clásica antes que consagrarse campeón del Uruguayo.

“En un clásico se intenta dejar todo. Yo he vivido experiencias, como salir campeón, que más allá de que te da una alegría enorme, la felicidad de ganar el clásico es más grande. Si no tenés la chance de salir campeón te duele, pero te duele más perder un clásico”.

Marcelo De Souza. Foto: Juan Manuel Ramos.
Marcelo De Souza. Foto: Juan Manuel Ramos.

Los estilos

“Peñarol te podía jugar bien mal o regular, pero faltando 10 minutos, si tenia que buscar un resultado -ganar o empatar-, sabías que apelaba a un arma que era la pelota quieta o el típico centro al 9 para que bajara pelotas. Hoy parece que en el fútbol está mal visto hacer goles de pelota quieta o tirarle una pelota larga al 9 para que se la baje al que viene de frente. Y eso lo ha perdido Peñarol. Hoy, faltando 10 minutos no te tira un centro ni por decreto; quiere llegar al estilo brasileño. Y hay momentos en los que vos tenés que apelar a lo que tanto rédito te dio en la historia, apuntó De Souza. “A Peñarol siempre se lo catalogó como un equipo aguerrido y no comparto que se haya perdido esa idiosincrasia”, insistió.

Por su parte, el exfutbolista tricolor opinó: “Cuando un equipo intentaba o proponía un juego ellos enredaban el partido. No con eso quiere decir que metían más, simplemente que lo mirábamos de otra manera. Pero el estilo de motivación, de ganas y de meter era de ambos”.

De Souza y Camejo se consideran muy buenos amigos. Dicen que en los clásicos no existen “favoritos” -a pesar de que en este caso ven a Nacional mejor- y que esa es una de las pocas que se conserva desde su etapa en el profesionalismo a la actualidad.

“En aquellos tiempos teníamos muchos encontronazos, idas y vuelta en los clásicos, pero era todo adentro de la cancha. Después salíamos y cada uno hacía lo suyo. Sabíamos que nos podíamos encontrar en otro lugar, conversar, tomar algo, no había inconveniente de nada. Era obvio que cada uno quería lo mejor para su equipo y quería ganar ese partido tan importante, pero no era nada extra. En un clásico no estás a 1.000, estás a 10.000 revoluciones por minuto. Es como si en una barraca de leña rociada con nafta pasara uno con un cigarro caminando. Cualquier chispita va a acelerar al jugador”, analizó el exjugador aurinegro.

“Yo perdía un clásico y me encerraba. Lo vivía, lo sentía. Para mí, era algo muy importante ganar un clásico. A no ser que tuviese obligación, no salía. Era algo que me marcaba. Por suerte fueron más las ganadas que las perdidas”, concluyó tricolor, que, a diferencia de su colega, se acercará hasta el Gran Parque Central para seguir desde la tribuna el partido.

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