HISTORIAS
"Estamos para dirigir en cualquier lado", sostiene el entrenador que hoy siente que Cerro Largo se ganó el respeto de los otros equipos.
Danielo Núñez abre la puerta de su casa y rápidamente uno descubre su pasión. El living, acompañado de un sillón, cuenta con un escritorio y un mueble y en cada uno de ellos premios o reconocimientos (entre ellos el que le entregó el Diario El País como mejor técnico del Uruguayo 2019) por lo hecho en su carrera como entrenador, así como no faltan las fotos de su familia. ¿La televisión? Fútbol, “siempre fútbol”, como lo subraya mientras se dispone a comenzar la entrevista.
Sandwiches, jesuitas, pebetes, acompañados de refresco, aguardan a los periodistas de Ovación aunque, según se supo después, ya lo había dejado pronto su esposa para “recibir a los muchachos”. La energía con la que uno lo ve a Danielo Núñez en la cancha, es contraria a la que vivió los aproximadamente 35 minutos que duró la charla donde el entrenador abrió sus puertas para contar su historia, esa que del otro lado de la línea de cal guarda mucho de esfuerzo y de trabajo constante que trae frutos.
Nacido y criado en Melo hace 57 años, Danielo Núñez vivió su infancia en una ciudad muy distinta a la actual según afirma el propio técnico. De todas maneras, distinto a lo que ocurrió con la ciudad, lo que no cambió fue su pasión por el fútbol: “Siempre atrás de una pelota. Antes era común ver en todos los barrios el clásico campito donde nos criamos. Jugábamos a pie descalzo, ahí la creatividad nos llevaba a armar una pelota, si no teníamos, con bolsas de leche que iban quedando en desuso o los arcos con caña”.
El paso de los años le dio la posibilidad de desarrollarse en el baby fútbol y ahí defendió la camiseta del Inve y del Policial hasta que le llegó la chance de empezar a hacer divisiones inferiores. Melo Wanderers fue el equipo que lo recibió y con el que iba a estar fuertemente ligado de distintas maneras.
Escalón por escalón, Danielo fue trepando hasta que le llegó la oportunidad de jugar en Primera División y ahí una chance insólita: ser entrenador con 17 años. “Un técnico de Quinta División se iba a Maldonado y me propone a mí como técnico y a mí ni se me pasaba por la cabeza asumir ese rol. Yo le decía que no me veía, pero él insistía que tenía condiciones”, expresa Danielo, y lo cierto es que tan errado no estaba.
“Probé y ese mismo año se sumó la dirección técnica de Cuarta y Tercera y además jugué. El proceso fue muy rápido y después dejé de jugar porque ya estaba dirigiendo a la Primera. Pasé a dirigir a quienes eran mis compañeros y a varios jugadores que eran mucho más grandes que yo”, recuerda Danielo, quien también tuvo un pasaje por las selecciones juveniles del departamento.
Al ser consultado sobre cómo era en su época de jugador se definió como un “clásico raspador antiguo”. Los primeros años de entrenador extrañaba jugar y por eso, con menos responsabilidad de entrenar, jugó en Segunda División donde defendió al Naranjo, con el que ascendió, y Porvenir. “Por naturaleza era de buena condición física, con poco me ponía en forma”, recuerda.
Los viajes siempre lo acompañaron
Si algo identifica a Cerro Largo es ser un equipo que tiene muchos kilómetros encima por las idas y vueltas que tiene que hacer para disputar cada encuentro, pero Danielo ya sabía de eso desde hace mucho tiempo. Para ser claros desde 1990.
Fue en el inicio de la última década del siglo pasado que el entrenador había decidido hacer el curso de entrenador y para eso debía abandonar su ciudad natal para llegar a la capital. Lo hizo, se instaló en Montevideo y así pasó el primer año del curso con un buen andar, pero para el segundo año le surgió otra chance que no podía dejar pasar: dirigir a la selección mayor del departamento.
Con ese rol asumido y también con el de dirigir a la Primera División de Melo Wanderers mientras realizaba el segundo año del curso de entrenador, Danielo se debía rebuscar para viajar. “En aquel entonces, Pluna tenía viajes directos Melo-Montevideo entonces entre semana me iba en Pluna, volvía en Núñez y así todo el año. Tenía 35 minutos de viaje en avión, demoraba más de Parque Batlle al Aeropuerto de Carrasco que en el avión. Me dio alegrías, pero también cansancio”, recuerda el técnico. Entre cansancio, viajes y nervios, terminó el curso de entrenador y ahí la posibilidad de ser profesional.
El momento de dirigir a Cerro Largo
“Cuando apareció la posibilidad de dirigir a nivel profesional ya estaba preparado por la experiencia ganada porque había empezado a dirigir con 17 años. Era diferente y lo que más costó era que la dirigencia y jugadores se hicieran profesionales. Fue un proceso que al principio costó mucho, no fue fácil, pero estuvimos en los momentos de éxito de la institución”, afirma Danielo.
Si la palabra es de Danielo Núñez, no es necesario hacer referencia para saber cuál es esa institución a la que se refiere. Con varios pasajes en el club, la identificación del técnico con Cerro Largo es muy grande y así se lo reconocen. “Te das cuenta que la gente está contenta por el momento que vive el equipo. Los vecinos se acercan e instalan esa charla común y en todo momento te hacen referencia a los partidos y al equipo. Están identificados con el plantel y sienten que también es un logro de ellos y no es poca cosa”, sostiene.
“Acá sigo siendo el vecino de siempre, pero los gurises te reconocen y da la pauta de que hay un plus con este equipo y con este plantel”. Y no es para menos teniendo en cuenta que hoy lucha por ingresar en la Copa Libertadores y que también pelea por el Torneo Clausura, lo que podría ser su primer título en la Primera División.
Con Danielo en el banco de suplentes, Cerro Largo logró ascensos a la máxima categoría y también las históricas clasificaciones a las copas internacionales, pero la ilusión de lograr un título sigue intacta para el arachán y para su cuerpo técnico.
¿Qué será de su futuro y del cuerpo técnico?
Y son esas buenas actuaciones y los logros alcanzados en el club los que llevan a que uno, y todos, se pregunten: ¿por qué Danielo Núñez nunca ha dirigido a otro club? “Posibilidad clara no ha habido”, contesta de forma contundente el entrenador. “Siempre me preguntan y siempre respondo que estamos preparados para dirigir en cualquier lado y ningún desafío hoy nos hace detenernos. Estamos convencidos de que estamos preparados”, afirma también en referencia a su ayudante técnico Heberley Sosa y el profe Mateo Caballero.
“No se ha dado, pero tampoco se puede renegar donde estamos. Estamos cómodos y somos valorados, lo que es importante. Nos ganamos el respeto de la gente y económicamente no estamos mal y, al contrario, estamos muy bien para ser del interior”, sostiene.
“Hay que seguir trabajando, no nos vamos a quedar de brazos caídos porque la oportunidad no aparezca. Si las cosas las hacés bien, demora un poco más o un poco menos, pero va a llegar la posibilidad”, agregó.
“Danielo está hecho a la medida de Cerro Largo”, fue la opinión de hinchas con los que Ovación pudo conversar y si bien el entrenador aprecia que lo valoren, afirma: “Eso que se instala no nos favorece. Quizás la gente lo hace como propio y te dicen sin afán de perjudicar que no te vayas, cuando aspiramos a otra cosa y por eso no es un tema fácil. Hay un sentido de pertenencia que si no estamos falta algo y nadie es imprescindible. Nos vamos y vendrá otro, podrá lograr más o menos pero va a haber alguien que lidere el barco”.
Eso sí, pocos podrían hacerlo con su impronta. “Vivimos de una forma distinta a un técnico que venga de afuera y eso no va a cambiar nunca. Conocemos la génesis del fútbol de Cerro Largo. El roce social lleva a que te crees un círculo que te responde y te obliga al compromiso de dejar contenta a la gente y sabemos manejar toda esa presión que no es fácil. Peñarol y Nacional no deben de ser fáciles, pero Cerro Largo tampoco, tenemos todo un pueblo detrás que como todo hincha de fútbol es exitista. Por llevar el azul y blanco adentro y pelear por ellos somos muy pasionales. Tratamos de ser lo más perfectos posibles y exigir en el buen sentido de la palabra porque hubo etapas donde los jugadores venían solo a cobrar salarios y nos costó corregirlo, pero hoy eso no pasa”.
Su familia y el "otro" trabajo
Tres nietas, todas nenas. “Varón no me ha salido ninguno”, dice Danielo casi que ansioso de poder compartir con un niño. Sí tiene un hijo de 24 años que “se crió en el complejo de Melo Wanderers porque yo era gerente, entrenador y ahí vivíamos” y se ve que de tanto fútbol quiso tomar otros caminos: “Agarró para los caballos, le gustan más los vehículos”. Él es padre de una de sus nietas y su otra hija de 35 años es la madre de las otras dos pequeñas que aparecen varias veces en las fotos que están dispuestas en el mueble del living.
Si de algo sabe Danielo, sobre todo porque tuvo distintos pasajes en Cerro Largo, es que siempre hay que tener otra cosa por fuera del fútbol y por eso lleva más de 10 años ayudando a otros, encargado de la parte administrativa del CAIF “Abejitas Laboriosas”. “El CAIF es gestionado por una asociación civil y nosotros somos el nexo entre ellos y el equipo de trabajo. Es una tarea linda”, sostiene Danielo que sin duda lo vive como una manera de distanciarse, al menos por un rato, de los flashes que genera el mundo del fútbol.
Danielo Núñez es uno más en el barrio. Los vecinos lo saludan más por ser Danielo que por ser el técnico de Cerro Largo, pero sabe que en el club y en el departamento se ha hecho un nombre, uno muy grande que siempre lo va a reconocer, pero del que también deberá desprenderse en algún momento para conocer otros destinos y otros rumbos.
"Nos ganamos el respeto los equipos"
"Somos un equipo del interior, que viaja todos los partidos, que perdimos la localía por las obras y todo eso nos llevó a fijarla a 210 kilómetros en una cancha que no conocemos como deberíamos, pero lo que parecía un obstáculo el equipo lo fue trasladando a desafío y se han ido sorteando al punto que de alguna manera hoy hablamos de fortalezas y no de debilidades”, sostiene Danielo Núñez. “Nos ganamos el respeto de los equipos basado en los resultados y también en los procesos anteriores”, sostiene. “Lo que vivimos es un momento lindo que se disfruta poco porque los tiempos son cortos y cuando más lo disfrutamos es en la vuelta de los viajes, pero al otro día ya se entrena y se prepara otro partido”, sentencia.