AURINEGROS
A pesar de no tener como característica natural la de ser un goleador nato, el mediocampista acumula cinco de los nueve tantos que anotó el mirasol a nivel local y, cuando marcó, su equipo no perdió.
El 2022 dePeñarol viene siendo irregular. El equipo sufrió bajas importantes respecto del once que salía de memoria el año anterior y, más allá de que la propuesta de juego de Mauricio Larriera es la misma, sus dirigidos aún no logran plasmarla en el campo de juego.
De todas formas, el DT evitó el término “preocupación” y prefirió argumentar que está ocupado en revertir el funcionamiento colectivo. Por supuesto que la victoria ante Plaza Colonia le permite trabajar con mayor tranquilidad de cara al partido de Copa Libertadores con Cerro Porteño, pero en el análisis actual hay tres conclusiones: convierte poco, también le anotan en escasez y en los últimos encuentros solo encontró de penal el camino para los tres puntos.
Dependencia
En dos de esas tres señales hay un futbolista que tiene una influencia notoria: Pablo Ceppelini. El volante es actualmente la máxima figura del plantel y, a pesar de que su característica natural no es la de llegar al gol, este año se podría decir que el mirasol es Ceppelini dependiente. De los 13 tantos que marcó el equipo entre Supercopa, Torneo Apertura y Copa Libertadores, el mediocampista puso seis goles. La estadística se potencia si tenemos en cuenta solo el torneo doméstico: de los nueve goles del equipo, marcó cinco. En tanto, por Libertadores celebró uno de los tres tantos colectivos.
En diálogo con Ovación tras el partido ante Plaza Colonia, Larriera destacó la preponderancia del exjugador de Cruz Azul y de obtener los resultados más allá de la forma: “Es importante porque Pablo no ha fallado, y lo otro importante es que cuando llegué al club me dijeron: ‘Hay que ganar a lo Peñarol‘, y bueno, estamos ganando a lo Peñarol”, afirmó.
El volante es una debilidad del entrenador y el jugador respalda su confianza dentro del campo. A nivel táctico, Ceppelini es polifuncional, puede jugar en cualquier sector del mediocampo y eso le da variantes al entrenador. Ante Plaza probó algo distinto: “A Pablo lo tiramos un poco más al costado derecho y enviamos a Saravia más sobre el lateral izquierdo porque Barrandeguy es un arma importante que tiene este rival y para no desgastar a Pachi Carrizo en hacer ese recorrido”, explicó el DT.
Una constante
Los últimos tres partidos de Peñarol tuvieron una constante: la victoria por 1-0. Ante Plaza Colonia fue con gol de penal de Ceppelini, frente a Wanderers se repitió la receta y el juego salió 1-0 y ante Montevideo City Torque se imitó el resultado con una variante: el gol lo convirtió Álvarez Martínez en una buena maniobra individual. También es cierto que solo le convirtieron cinco goles a nivel local, pero de acuerdo a la calidad de jugadores que tiene el mirasol, la eficacia en el área rival está en deuda. Los goles que en el año anterior aportó Álvarez Martínez demoran en llegar (lleva uno en 11 partidos) y Ceppelini se impuso como la figura estelar de un equipo fluctuante en su rendimiento, pero también pragmático.
Ojo: si él marca, Peñarol no pierde...
Peñarol tiene un amuleto en el torneo doméstico: cada vez que Pablo Ceppelini marca un gol, el equipo no pierde. Y eso lo demuestra la estadística: el registro indica cuatro triunfos y un empate.
En el último encuentro el mirasol se impuso con tanto de penal del mediocampista ante Plaza Colonia. En el anterior repitió la fórmula para imponerse ante Wanderers por la mínima y frente a Liverpool el aurinegro ganó 2-1 con la cuota goleadora del mismo jugador.
En el recuerdo de Peñarol también quedó aquel clásico por la cuarta fecha en el que los de Larriera triunfaron 1-0 con gol de penal de Ceppelini, mientras que el tanto restante lo marcó en la igualdad 1-1 ante Albion. En total, son cinco goles y una particularidad: tres de ellos los anotó de penal (ante Plaza, el Bohemio y en el clásico) y los otros dos fueron a partir de una jugada de campo. Sea como sea, el mirasol tiene, por un lado, un jugador que marca la diferencia y, por el otro, una escasez goleadora que aumenta su importancia.