Peñarol dio otra muestra de fragilidad anímica que preocupa de cara al clásico

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Hernán Monosse

TORNEO APERTURA

Como en los dos partidos anteriores, alcanzó que Albion le convirtiera un gol para que el equipo perdiera todo poder de reacción para levantar el resultado.

Más allá de los magros resultados, con un solo punto obtenido de los nueve disputados, a Peñarol deben quedarle otras preocupaciones. Es cierto que duele a los hinchas carboneros mirar la tabla y encontrar al equipo en el último lugar y sin triunfos, pero mucho más debe doler ver otras cosas, como la falta de reacción que tiene este equipo.

Mauricio Larriera, técnico mirasol, suele hacer diagnósticos muy acertados. Habla de que el Peñarol campeón “ya falleció” y está naciendo otro a medida que van jugando, porque “nos vamos preparando mientras competimos, ya que no tuvimos tiempo de preparación”, asegura. La falta de Facundo Torres parece ser mucho más importante de lo que la mayoría se imaginó, porque se creía que el haber mantenido la base del equipo 2021 disimularía su ausencia, pero no es así.

Durante los partidos de pretemporada ya había existido un aviso de lo que le iba a costar a Peñarol anotar, porque el máximo goleador en esos encuentros fue un zaguero: Ramón Arias. El Cachila se puso el equipo al hombro en el ataque y, en base a su entrega y gran juego aéreo, convirtió tres tantos.

Quizás lo más alentador es que Agustín Álvarez Martínez viene levantando y participa en la mayoría de las jugadas de peligro, pero no logra mandar la pelota a la red y eso socava la confianza de cualquier goleador, más cuando viene golpeado porque el pase no le salió y porque no hay que olvidarse que solo tiene 20 años.

Peñarol vs. Albion
Matías Aguirregaray fue, con sus desbordes, el mejor aurinegro ante Albion. Foto: Leonardo Mainé

Pero lo que parece haber perdido este equipo —y es algo que los hinchas no perdonan— es la rebeldía. Sí: Peñarol es un equipo sin reacción, llamativamente endeble cuando recibe un golpe. Una cosa es ponerle ganas e ir para adelante, pero otra cosa diferente es tener la convicción y la fortaleza anímica para transformar la adversidad en una situación favorable.

Las pruebas están a la vista: el conjunto aurinegro disputó tres partidos y cada vez que le anotaron no consiguió no solo revertir, sino siquiera convertir un tanto para iniciar una reacción. En la primera fecha, ante Fénix, incluso el bajón anímico llegó antes de ser vulnerado, porque ocurrió cuando Álvarez Martínez falló un penal.

Luego, en la segunda jornada, Defensor Sporting le convirtió a los 21 minutos y en los restantes 69’ Peñarol no pudo llegar al empate. Y en el empate 1-1 con Albion, tuvo incluso la ventaja de comenzar ganando (anotó su primer gol en el Campeonato Uruguayo luego de 192 minutos), pero bastó que el rival le convirtiera en la última jugada del primer tiempo (“es el peor gol del mundo”, lo definió Larriera) para perder el impulso y caer en una desorganización total que le impidió rendir como Peñarol puede, más allá de que tuvo chances de anotar.

Esta fragilidad en el clásico del próximo domingo puede ser catastrófica.

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