TRICOLORES

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Felipe Carballo

fue el punto más alto en el triunfo clásico de Nacional ante Peñarol por el Torneo Clausura. Si bien gran parte de los flashes se los llevó Luis Suárez, con golazo incluido, el mediocampista volvió a demostrar la importancia que tiene dentro del funcionamiento colectivo.

Con cabeza levantada para devolverle siempre la pelota a un compañero, despliegue, ida y vuelta y entrega permanente, el volante se ganó los aplausos del Gran Parque Central una vez más en la temporada.

Más ADN tricolor que Carballo, imposible. Hincha desde pequeño, creció a tan solo cuatro cuadras del Parque, soñando con alguna vez defender los colores.

Llegó al club en Séptima División por recomendación luego de haber realizado el baby en Montevideo Belgrano. Quedó fichado, pero sus inicios no fueron nada sencillos. Hasta Quinta jugó muy poco. Era muy chiquito y daba ventaja física, contaron allegados al jugador a Ovación.

En esa categoría 1996 estaban Guzmán Corujo, Leandro Otormín y Maicol Cabrera, entre otros. En Cuarta, ya asentado como titular y promesa de la cantera, se juntó con la generación 1997 que tenía futbolistas de la talla de Mathías Olivera y Rodrigo Amaral.

A mediados de 2016, tuvo su debut en Primera de la mano de Gustavo Munúa. Ese mismo año se encontró con las dos caras de la moneda de fútbol. Erró el penal en La Bombonera que ponía a Nacional en semifinales de la Libertadores, pero a fin de año celebró su primer título de campeón uruguayo ya con Martín Lasarte como DT.

A mediados de 2017, consolidado en la máxima categoría, Carballo fue transferido a Sevilla por 3 millones de euros. El volante exquisito y de buen pie surgido en La Blanqueada llevaba su talento al Viejo Continente, pero otra vez se encontraba con un mojón a superar.

No pudo recibir el pasaporte europeo (recién se lo dieron este año), se quedó sin cupo y fue en busca de ritmo al equipo filial. Estuvo dos temporadas, acumuló 32 partidos, pero sin la ciudadanía lista volvió a Nacional a inicios de 2019 para relanzar su carrera.

Más maduro desde lo humano y lo futbolístico, en su primera temporada fue determinante y jugó 23 partidos, los mismos que había acumulado en su anterior ciclo en el club en algo más de dos años.

Desde entonces, se transformó en una pieza inamovible para cualquier entrenador: Eduardo Domínguez, Álvaro Gutiérrez, Munúa, Jorge Giordano, Alejandro Cappucio, Martín Ligüera o Pablo Repetto.

Son 106 partidos en tres años y medio entre todas las competencias. En este Uruguayo, para dejar en claro su importancia, solo faltó en tres encuentros: uno por acumulación de amarillas y otros dos por un golpe en la rodilla que recibió en la Sudamericana.

El todoterreno tricolor convive desde hace ya varios años con diabetes. Se enteró de ello cuando tenía 13 años y fue a hacerse la ficha médica para jugar en Nacional. Notaron que tenía algunos valores más altos de lo normal. Se la diagnosticaron luego de hacerle algunos estudios en más profundidad.

Los Carballo respiran todos deporte. Felipe es el segundo de tres hermanos: Agustín es el más grande y Mateo el más chico. El primero de ellos, jugó en Nacional hasta Tercera División.

Es hijo de profesores de educación física. Su padre, de hecho, fue preparador físico de Nacional en la época de Gerardo Pelusso.

Carballo, que aún espera su chance en la selección mayor, tampoco tuvo oportunidades en las juveniles de Uruguay. Si bien fue convocado a entrenar, no disputó ningún torneo oficial.

En esa camada, la zona de volantes estaba generalmente ocupada con Gastón Faber que jugaba en Danubio, Facundo Opstilache y Franco Pizzichillo de Defensor Sporting y Agustín Nadruz de Peñarol. Otro volante de esa generación que tampoco tuvo lugar en las juveniles fue Lucas Torreira, que recién pudo debutar en la mayor.

El volante fue el motor del equipo en la victoria clásica ante Peñarol. Marcó, hizo un desgaste tremendo y se encargó de distribuir la pelota con muchísimo criterio para soltar al resto de sus compañeros. Carballo festejó en redes el triunfo clásico en el Gran Parque Central. “En casa. No son solo 3 puntos, es mucho más. Gracias a toda la gente de NACIONAL por esta fiesta, esto es de todos, con este equipo voy a la guerra”, escribió en Instagram.

En apenas unas horas, el posteo de Carabllo superó las 20.000 interacciones y recibió elogios de los hinchas, pero también de sus compañeros que incluso en algunos casos se animaron a pedirlo para la selección como tantos otros fanáticos.

“Estás loco Feli”, comentó Sergio Rochet, arquero de Nacional y Uruguay. “Jugás mucho CarbaDios”, señaló Alfonso Trezza. Diego Zabala lo catalogó como “crack”, Francisco Ginella como “clase A” y Franco Fagúndez definió su partido como “impresionante”.

Sin embargo, otros jugadores de Nacional fueron mucho más allá. “Manejá todo vos ahí, que nosotros intentamos seguir tu ritmo. Próximamente Qatar”, escribió Mathías Laborda.

Martín Rodríguez, arquero tricolor, fue en la misma línea que Laborda. “No podés jugar tanto, todos estamos esperando un llamado del Tornado para vos!”.

Diego Rodríguez, dupla de Carballo en el doble 5 tricolor, no dudó: “El mejor volante del fútbol uruguayo”.

En la previa al clásico, el propio presidente José Fuentes había asegurado a Ovación que Carballo merecía su chance en la Celeste. “Hoy Carballo está pidiendo por lo menos selección. Si uno compara los volantes que tiene la selección uruguaya, salvo un par que tienen obviamente nivel internacional, en cuanto al resto Carballo ha tenido un rendimiento superior a muchos de ellos que frecuentemente son citados. Espero que tenga la oportunidad que lo citen, ha tenido un año espectacular”, indicó.

Carballo no integra la lista de 41 jugadores reservados del Tornado Alonso para los amistosos ante Irán y Canadá que servirán de preparación para el Campeonato del Mundo.

En mayo de 2021, tras chocar con un rival, sufrió fractura de cráneo en un encuentro ante Atlético Nacional por la Copa Libertadores. Estuvo un mes de baja y luego jugó el resto de la temporada con un casco.

No todo es fútbol. Fuera de la cancha Carballo también tiene sus emprendimientos. El mediocampista de Nacional invirtió en el área gastronómica, donde se animó poner dos locales: Kona Poke y Oh! Sushi Project.